
Existe todo un subgénero de la ficción que imagina circunstancias en la que los hombres se enfrentan a las mujeres. Es la llamada “guerra de los sexos”, que por lo general se cuenta en un tono cómico, aunque no por ello alejado del comentario social. Una de estas historias llega al teatro de la Universidad del Pacífico, pero contada con el suficiente tino y frescura que bien parece haber inventado el tópico.
Escrita por el español Alfredo Sanzol, “La ternura” presenta a la Reina Esmeralda (Magali Bolívar), que usa la magia para escapar junto a sus hijas, las princesas Rubí (Amaranta Kun) y Salmón (Dánitza Montero), y así no tener que tratar con ningún hombre del reino. Pero la isla no está desierta, la habitan el leñador Marrón (Roberto Ruíz) y sus dos hijos, Verdemar (Gabriel Gonzalez) y Azulcielo (Renato Rueda). Los conflictos surgen por el intento de las mujeres en mantenerse escondidas, mientras que los hombres descubren algo que parecía perdido en ellos.
Dirige el actor y dramaturgo peruano Alfonso Santistevan (Arequipa, 1955), quien había recibido la propuesta de conducirla y ya tenía al elenco completo cuando llegó la pandemia del Covid-19. Como otros proyectos teatrales peruanos, quedó en suspenso; del elenco original solo la mitad estuvo disponible para esta temporada, pero en sí todos tienen lo que el director buscaba, y esto es que estén dispuestos, sean receptivos y abiertos a trabajar con el otro. La obra requiere mucho confiar en el compañero de escena, de modo que las relaciones humanas expuestas se sientan auténticas.
Es una obra que se sostiene en la corporalidad, donde los actores no solo trabajan al decir sus líneas, sino al expresarse con sus movimientos. En palabras de Santistevan, tienen que producir “una sensualidad del movimiento”, algo atractivo. Allí está la escena inicial, donde las mujeres están en un barco. El espectador lo sabe no porque el escenario esté cargado de elementos náuticos, sino porque las tres se mueven al compás de unas olas imaginarias.
Pero así como la obra entra por los ojos, el libreto también destaca por su riqueza. Los diálogos se inspiran en el Siglo de Oro español, con múltiples metáforas que parecen situar el origen de la obra en el pasado lejano. Y aún así la obra se percibe como algo contemporáneo; se apropia de las herramientas del teatro clásico para contar una historia con tono moderno.
“El autor ha intentado hacer una especie de pastiche de Shakespeare, hay un montón de referencias a sus comedias. En la obra se utilizan aspectos de ‘La tempestad’, hay situaciones que vienen de ‘Sueño de una noche de verano’. De varias comedias de Shakespeare él ha mezclado cosas, situaciones, para crear esto”, sostuvo Santistevan en entrevista con El Comercio.
“Uno a veces tiene la idea equivocada de que la comedia es de temas ligeros, pero en realidad la comedia trata temas muy importantes, muy serios. El tema de la tolerancia, el tema de la convivencia que está en esta obra, el tema del amor mismo, el tema del género, del sexo, son temas muy importantes que el autor está poniendo sobre el escenario de una manera cómica, pero a la vez reflexiva”, añadió.
Finalmente, “La ternura” es una obra con lecturas múltiples. Por un lado está la sobreprotección que los padres pueden ejercer sobre sus hijos, pero también la imposición, pues algunos, como los adultos mayores que aparecen aquí, quieren que su descendencia sea se comporte igual que ellos. Y claro, también está el hambre que tiene el ser humano por conectar con otros. Allí no importa si uno es joven o viejo, esa añoranza se hace evidente.