Han pasado 349 días desde mi última bitácora y hoy, finalmente, estoy de regreso con muchos más mitos y leyendas peruanas para contarle. Sea bienvenido a la segunda temporada de La Ruta: Criaturas Mágicas, un proyecto auspiciado por Toyota y Verisure en alianza con El Comercio, que tiene como objetivo evitar que las tradiciones orales de nuestro país se pierdan en el olvido.
MIRA: Aprende sobre la cosmovisión del pueblo yanesha | La Ruta, episodio 3
¿Qué pensaría si lo primero que le digo es que a menos de cinco horas del centro de Miraflores hay quienes aseguran haber tenido encuentros con gigantes cuya existencia se remonta hasta tiempos previos al de los humanos?
Nuestra temporada inicia con un relato recogido en Aiza, un distrito de la provincia de Yauyos en el que aún se habla el jaqaru, una lengua en serio peligro de extinción que según la Base de Datos de Pueblos Indígenas del Ministerio de Cultura solo la hablan unas 448 personas.
La gran mayoría de quienes lo hacen se ubican en Aiza y las localidades vecinas de Tupe y Catahuasi.
Si bien cuentan con un alfabeto oficial desde el 2010 y es parte de la enseñanza en las escuelas yauyinas, los mismos pobladores de la zona me cuentan que en el día a día esta lengua hermana del aimara y el cauqui solo la utilizan los adultos mayores.
Afortunadamente, un poblador nos relató una anécdota que asegura había vivido su madre y su abuela durante una jornada de cultivo. Richard Payano, quien nos recibió en Aiza y nos guió por sus estrechas calles, se encargó de traducirnos posteriormente aquella increíble historia.
Los gentiles son criaturas mágicas presentes en diferentes relatos que se narran por todo lo ancho de nuestra región andina. Sus características varían dependiendo del pueblo en el que lo cuenten, pero coinciden en algunos puntos básicos, como que se trató de una raza que existió antes de la aparición del ser humano y que, ya sea por un castigo divino o por un cataclismo, terminaron siendo convertidos en parte de las montañas o viviendo en el corazón de las mismas.
En el Breve Bestiario Peruano de Daniel Cossíos Meza (Casatomada, 2008), los gentiles “habitaban la tierra en la oscuridad, antes de que pudiera verse la luz del sol, en una sociedad sin orden moral”. Esta es una característica que ya había mencionado José María Arguedas en repetidas ocasiones a lo largo de su prolífica carrera como escritor y antropólogo.
Resulta inevitable encontrar paralelos entre la descripción de los gentiles y otras criaturas mencionadas en distintas mitologías alrededor del mundo, como los titanes griegos o -guardando las grandes diferencias- los hombres de la Era de Bronce descritos por Hesíodo.
Más allá de su imponente físico y fuerza sobrehumana, otro punto en común entre los seres mitológicos griegos y nuestros gentiles es la relación que tuvieron con estructuras megalíticas, en muchos casos incluso atribuyéndoles su construcción.
Pero es que incluso los gentiles como tales no son exclusivos de la mitología peruana. En el País Vasco se cuentan leyendas sobre los jentilak, seres con fuerza sobrehumana que habitaban las montañas de dicho territorio previo a la llegada del cristianismo.
Otra clara similitud es la que guardan los gentiles con los gigantes que según los toltecas construyeron las pirámides de Teotihuacán o a los conocidos como Quinametzin (gigante, en náhuatl) en la mitología mesoamericana.
Al hablarse de gigantes las comparaciones con relatos de otros pueblos realmente parecen interminable; sin embargo, he destacado a los mencionados por sus similitudes con la época en la que habrían habitado, sus características físicas, su relación con estructuras megalíticas y porque todos ellos terminan sucumbiendo luego de un enfrentamiento u ofensa a sus respectivos dioses.
– Rumbo a Canta –
Pero este primer capítulo no solo tendría un destino. Nuestra segunda parada fue la comunidad de San Miguel, en el municipio de Canta, donde nos habían contado que el principal atractivo turístico de la zona escondía una leyenda.
El supuesto fantasma de una novia transitaría por la catarata de Lucle en busca de jóvenes acampantes que se puedan sentir atraídos por su belleza. Según doña Carmen, quien lleva 30 años manejando un restaurante al pie de la cascada, una de sus víctimas le mostró una fotografía por la que ella asegura que dicho espíritu existe.
Esta leyenda urbana, que claramente posee tintos mucho más modernos y occidentales, es por un lado una muestra de que las tradiciones orales siempre acompañarán a los pueblos sin importar el tiempo o contexto en el que se desarrollen.
Pero, además, nos invita a recordar otra leyenda protagonizada por dioses prehispánicos y responsable de bautizar como Cordillera de La Viuda a la cadena montañosa que hoy en día atrae a tantos turistas.
Con un fragmento del mito de Wakon y los Wilkas nos despedimos de la sierra limeña, pero únicamente para continuar con este magnífico viaje en busca de más leyendas que durante generaciones los peruanos nos hemos contado.
***
No olvides seguir a La Ruta en todas sus redes sociales y no perderte ninguna crónica exclusiva publicada en El Comercio cada domingo.