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El 22 de diciembre de 1945, Walter J. Lens firmaba un artículo en el diario decano que hacía viajar a los lectores con solo la imaginación a varias partes del mundo, para saber cómo vivían la Navidad en puntos distantes del planeta. Lens escribía desde Nueva York (EE.UU.) sobre la diversidad con la que el mundo recibía esa Pascua de fines del ‘45.
LA DIVERSIDAD DEL MUNDO: LAS CELEBRACIONES DE NAVIDAD EN 1945
Esa imagen de San Nicolás entrando por la chimenea a las casas no existía (ni existe) para los países del sur del continente americano, cuyas casas, en su mayoría, no tenían ese desfogue en el techo de los hogares. En Brasil, contó Lens en 1945, “las fiestas de Navidades comprenden paseos en botes, fiestas campestres y festivales al aire libre. Los brasileños celebran la víspera de Navidad con una cena, con deliciosos y esponjosos panqués, servidos con pasteles de bacalao y tostadas; para el día de Navidad, propiamente dicho, reservan sus famosos ‘mandiocas’ o queso”. (EC, 22/12/1945)
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Luego, el autor se preocupó por los países de Europa y explicó sus tradiciones por fiestas navideñas, o al menos lo que las hacían particulares y únicos. Los suecos, por ejemplo, y todos los países nórdicos en realidad, creían más en el milagro del “Julbock” (una cabra hecha de paja) que en Papá Noel, como dispensador de regalos. El árbol de Navidad provenía de Suecia, decía Lens, y en esa fiesta los invitados llegaban a la casa con trozos de leña para avivar el fuego pascual. (EC, 22/12/1945)
En cuestiones de comida navideña, los de Suecia “preparan grandes cantidades de pasteles a base de mantequilla y hacen una cerveza especial que se llama ‘Julol’”. Asimismo, tenían un plato principal de Navidad, hecho en base a pescados, además de un pudín de leche, “donde se coloca una sola almendra tostada”. (EC, 22/12/1945)
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Lens no olvidó en ese diciembre de 1945 a los lejanos armenios que tomaban un “baño especial” el 24 de diciembre, y asimismo, como creían que la Virgen María comía espinacas, “ellos también ese día las comen”. Pero el plato popular de Navidad entre ellos era la “pechuga de pollo, cocinada con aceite de oliva”. Una parte del pueblo armenio (los “pueblos orientales”), mantenían la costumbre de celebrar la Navidad el 6 de enero, el día de los Tres Reyes Magos. (EC, 22/12/1945)
LA TRADICIÓN NAVIDEÑA SE COMPLEMENTABA CON LA DE “BAJADA DE REYES”
Mientras en Dinamarca una costumbre era “romper platos de loza y cacharros en general contra la puerta de los amigos”, así como creer en la leyenda del “Julenisen”, o duende de Navidad, que monta una cabra en vez del reno tradicional norteamericano, en la lejana isla de Hawái (EE.UU.), como no nieva, los habitantes pintaban sus arbolitos de Navidad de blanco, y creían en la leyenda de que “quien deja la puerta abierta al día de Navidad, gente extraña se presentará a pedir comida y agua”. (EC, 22/12/1945)
Otra cosa de los hawainos, dice Lens, es que gustaban de los “fuegos de artificio”, al igual que en “las regiones meridionales de los Estados Unidos”, donde estos fuegos artificiales son típicos en las fiestas pascuales. (EC, 22/12/1945)
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De vuelta a Europa, mencionó a Holanda, como uno de los países en donde más que el 25 de diciembre, la fiesta se celebra el día de los Reyes Magos, el 6 de enero, siendo una festividad netamente para los niños, con intercambio anónimo y misterioso de regalos (se escondían y uno debía hallarlo). Lens mencionó a los niños mexicanos, quienes ponían “sus zapatos a la ventana en vez de medias y a la mañana siguiente, el día 6 de enero también, los encuentran llenos de regalos”. (EC, 22/12/1945)
En Puerto Rico, ese 1945, Lens contaba que los niños también esperaban regalos de los Reyes Magos en vez de Papá Noel. Y cuando preguntaban a sus padres cómo podían entrar Melchor, Gaspar y Baltazar a sus casas si las puertas estaban cerradas, estos les decían que los reyes “se transforman en hormigas y penetraban por debajo de las puertas”. (EC, 22/12/1945)
De España mencionó la diversión pascual más popular: “Una lotería en la cual se echan cartas dentro de un globo de cristal que da vueltas. Las cartas tienen un número y según van siendo sacadas del globo los que tengan los números afortunados reciben regalos”. (EC, 22/12/1945)
VIEJAS COSTUMBRES QUE AUN TENÍAN VIGENCIA TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Sobre los ingleses, el autor señalaba que en su “cena de Navidad” no podía faltar el “pudín de ciruelas”, y que a veces se hacía con meses de anterioridad. Era un rito, casi una ceremonia traerlo a la mesa familiar. “A veces se cuecen con regalos dentro: dedales, anillos, monedas, botones, etc. Encontrar el anillo significa matrimonio: las monedas, riqueza; el dedal, celibato para la mujer; el botón, la soltería para el hombre”. (EC, 22/12/1945)
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No podían faltar los franceses, cuya costumbre de hornear un panqué con una habichuela escondida era lo esperable en Navidad, dijo Lens. En la fiesta pascual, “el hombre a quien le toque la habichuela cuando se come el panqué, se convierte en Caballero de la Duodécima Noche y escoge su reina entre las muchachas presentes. Y la pareja ‘reina’ sobre la fiesta el resto de la noche”. (EC, 22/12/1945)
Asimismo, los lituanos tenían una curiosa manera de vivir la víspera de Navidad: esa noche del 24 de diciembre, cubrían la mesa de la cena “con haces de paja que después cubren con el mantel, para dar la sensación de un pesebre”. Por su parte, las niñas suizas recibían sus regalos de la esposa de “Papá Navidad” (Noel), a quien llamaban “Lucía”. De los regalos para los niños suizos se ocupaba el propio “Papá Navidad”. (EC, 22/12/1945)
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Para 1945, el mundo celebraba la Pascua de muy distinta manera, como lo es hoy aún. Walter J. Lens no olvidó el mundo asiático y en su nota contó que los chinos conocían las fiestas pascuales con el nombre de “Cheng-DehJieh, fiesta del natalicio sagrado. El árbol de Navidad lo conocen con el nombre de ‘Árbol de las luces’”. (EC, 22/12/1945)
En una pequeña mención, Lens se refirió al Perú. Dijo así: “El que visite el Perú en Navidad, puede esperar la corrida de toros más importante del año, seguida de una gran procesión”. (EC, 22/12/1945)
PERÚ: LA INOLVIDABLE ‘NAVIDAD DEL NIÑO DEL PUEBLO’ DE LOS AÑOS 40
Pero, el Perú tenía más que “corridas de toros” y “procesiones” en las fiestas pascuales en ese diciembre de 1945. La Municipalidad de Lima, por ejemplo, organizó la conocida “Navidad del Niño del Pueblo”, que apoyaba también el gobierno central del doctor José Luis Bustamante y Rivero. (EC, 24/12/1945)
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La actividad edil empezó en la tarde del domingo 23 de diciembre de 1945, en que la comunidad intervino con mucha esperanza tras el fin del conflicto bélico mundial. Los niños registrados días antes estaban ilusionados con el reparto de “aguinaldos” o, mejor dicho, con los regalos de Navidad. Como siempre, formaron largas colas horas antes del inicio del reparto navideño. (EC, 24/12/1945)
Hubo distintos locales para la entrega de regalos, y los “encargados” de poner un poco de orden en esa actividad eran las “Brigadas de Boys Scouts” de Lima. En esos locales todo empezó al mediodía, en tanto en la propia Municipalidad de Lima, en la plaza de Armas, se inició a la una de la tarde. Juguetes y ropas eran lo que contenían esos paquetes, que fueron repartidos por la propia esposa del presidente de la República, María Jesús Rivera de Bustamante y Rivero, como “presidenta honoraria” de la llamada “Comisión Municipal de la Navidad del Niño del Pueblo”. (EC, 24/12/1945)
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En esa fiesta navideña de 1945, no solo estuvo presente la esposa del presidente Bustamante y Rivero sino también su propia hija, la joven Beatriz Bustamante y Rivero. Ellas visitaron colegios de primaria, donde entregaron los “aguinaldos” de ese año. Colaboraron en algunas escuelas tanto del Cercado de Lima como de Breña, Jesús María y Lince. El reparto de regalos debió seguir durante el 25 de diciembre, en las escuelas designadas por la comisión municipal, debido a que muchísimos niños y niñas no pudieron recogerlos el 23 de diciembre.
En total, oficialmente se entregaron regalos a 130 mil menores, a los que se debieron sumar otros 5 mil que alegaron no haberse inscrito a tiempo. Estos últimos recibieron sus “aguinaldos” en la propia Municipalidad de Lima.
Desde aquel domingo 23 de diciembre de 1945, el Perú, además, contó con un nuevo cardenal, nombrado por el papa Pio XII. Se trataba de monseñor Juan G. Guevara, entonces Arzobispo Primado de Lima.
EL CAMPO DE MARTE ACOGIÓ TAMBIÉN A LA “NAVIDAD DEL NIÑO DEL PUEBLO”
Al día siguiente, el lunes 24 de diciembre de 1945, el festival de los “niños del pueblo” se trasladó al Campo de Marte, en Jesús María. Pero antes, por la mañana, comités de señoras distribuyeron más “aguinaldos” (juguetes y ropa) tanto en el “Hospital Larco Herrera” como en el “Hospital del Niño”. (EC, 25/12/1945)
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El inmenso espacio de Jesús María fue el mejor elegido para la celebración. Desde las horas de la tarde, los menores registrados iban llenando los espacios reservados; de esta forma, ya a las nueve de la noche, el Campo de Marte “lucía profusa iluminación, con focos de colores y reflectores. En la tribuna del Campo se había levantado un Nacimiento de gran tamaño y un Árbol de Navidad, que atrajeron la atención del numeroso público que allí se había reunido”. (EC, 25/12/1945)
Eran los tiempos en que los peruanos iban en masa a la tradicional “Misa de Gallo”, y esa fue la misa que los menores presenciaron a la medianoche del 24 de diciembre de 1945, puesto que se había instalado en el “auditorio del Campo de Marte” un impresionante altar. La misa la celebró el monseñor Jerónimo Carranza, Vicario General de la Arquidiócesis, con una orquesta y coros infantiles en vivo. (EC, 25/12/1945)
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Pero la fiesta para los “niños del pueblo” continuó hasta el mismo 25 de diciembre de 1945. Ese día, otro festival en el viejo Estadio Nacional llamó la atención de los menores, pues hubo, desde las tres de la tarde, “números de circo, actos de malabarismo, entradas cómicas, juegos de salón y un gran concurso de bailes regionales, en el que participaron los niños asistentes”. Durante el festival los niños fueron agasajados con “dulces y panetones”. Y ya por la noche, hubo otro festival, más bien musical y de cierre nuevamente en el Campo de Marte, el campo de la ciudad, verdaderamente.
Así fue vivir la Navidad en el mundo y en el Perú aquel diciembre de 1945. Los niños que vieron desde muy pequeños cómo sus padres veían los periódicos tristes, molestos y preocupados por la inacabable Segunda Guerra Mundial (1939-1945), ahora podían vivir en paz, en armonía, entre “aguinaldos” y con las costumbres de sus pueblos… Felices y sin guerras. Como debe ser.