En esta entrevista con El Comercio, Gallitto analizó los desafíos y oportunidades que enfrenta el Perú en el despliegue de redes móviles, especialmente en lo que respecta al desarrollo de 5G. Aunque el país muestra avances significativos en cobertura, aún persisten barreras como la falta de habilidades digitales, la asequibilidad de dispositivos y una regulación que, según el especialista, necesita alinearse mejor con las dinámicas del mercado. Su visión ofrece una perspectiva clave sobre cómo Perú puede potenciar su conectividad y cerrar las brechas de acceso.
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– En el reporte “La economía móvil en América Latina en 2024″, que sacaron en junio, llama la atención la brecha de uso en Internet móvil en Perú que es el 40%, pese que la cifra de cobertura no es baja. ¿A qué se debe esta brecha de uso si el problema no es la falta de cobertura?
Es importante diferenciar conceptos, porque cuando hablamos de conectar a los desconectados, lo primero que suele venir a la mente es llevar cobertura a donde no la hay. Para estar conectado se necesitan dos cosas: primero, cobertura de banda ancha móvil, porque sin cobertura no es posible conectarse; y segundo, la voluntad del usuario para conectarse, lo que nos lleva al concepto de brecha de demanda.
En Perú, esta brecha de demanda es particularmente significativa. Hoy, el 55% de los peruanos están conectados, lo cual es 10 puntos porcentuales menos que el promedio de la región. Sin embargo, la parte positiva es que la brecha de cobertura en Perú, es decir, la cantidad de personas sin acceso a banda ancha móvil, es menor al promedio de Latinoamérica. Aun así, un 40% de los peruanos no se conectan, y hay tres algunas razones detrás de esto.
– ¿Cuáles son?
Primero, muchas personas no se conectan porque no saben cómo usar el servicio. Aquí entra el factor de aptitudes digitales o conocimientos tecnológicos. En segundo lugar, no se conectan porque no encuentran contenido relevante para ellos, ya sea porque no está disponible en su idioma o porque no les resulta interesante. La tercera razón tiene que ver con la asequibilidad de los dispositivos. Estos aparatos siguen siendo una barrera importante, especialmente en países de ingresos medios y bajos, como lo son la mayoría de la región. Esto se debe, en parte, a una visión desfasada que ve a los dispositivos móviles como bienes de lujo, con impuestos internos que no han evolucionado en las últimas décadas. Esto hace que los dispositivos sean más caros y menos accesibles para una gran parte de la población.
Por otro lado, en cuanto al servicio móvil, hemos visto que es relativamente asequible. Por un dólar, en prácticamente todos los países de Latinoamérica se puede acceder planes decentes, al menos con un giga de datos. Sin embargo, el costo de los dispositivos sigue siendo una barrera significativa.
– ¿Qué medidas deberían tomarse para reducir la brecha?
En nuestro reporte sobre brechas identificamos dos o tres puntos clave. El primero es trabajar en las habilidades digitales de los ciudadanos mediante la cooperación entre diferentes líneas del Gobierno, como el Ministerio de Educación y el Ministerio de Desarrollo Social. Esto permitiría capacitar a diversos grupos de la población para utilizar los servicios digitales. Otro punto importante está relacionado con las barreras fiscales y regulatorias que enfrenta la industria en Perú. Por ejemplo, los impuestos, tasas y contribuciones representan casi el 14% de las ventas de los operadores, muy por encima del promedio regional, que ronda el 8%. Además, actualmente se discute un aumento del aporte al Fondo de Servicio Universal (FSU), pasando del 1% al 3%.
Esto nos parece una mala idea por varias razones. Primero, estudios muestran que estos fondos son ineficientes y no se utilizan de manera efectiva. Incrementar su presupuesto sería, en esencia, premiar un mecanismo poco funcional. Segundo, triplicar esta contribución equivale a crear un impuesto adicional, lo que reduce los recursos disponibles para invertir en redes, programas de capacitación y mejora de servicios. El presupuesto de los operadores es limitado; si se destina más a impuestos o tasas regulatorias, habrá menos para expandir la conectividad y mejorar los servicios.
– ¿Cómo evalúa la GSMA la cobertura de redes móviles en el Perú en comparación con otros países de Latinoamérica?
En términos de brecha de cobertura, Perú está un 50% por debajo del promedio de Latinoamérica, lo cual es una buena señal. Esto demuestra que, a pesar de los desafíos, la industria ha estado a la altura de las circunstancias en cuanto a inversión y provisión de servicios. Al final, conectar a las personas y a las cosas está en el ADN de la industria. Creo que los números respaldan este desempeño.
– ¿Entonces, en infraestructura no estamos tan mal?
Es difícil evaluar en términos absolutos como ‘bien o mal’, porque hay muchos matices. Lo que estamos viendo en Latinoamérica es que, aunque la región no es líder en tecnologías móviles como lo son China, Estados Unidos o Asia, el tiempo que tarda la adopción de nuevas generaciones de tecnología se ha reducido. Por ejemplo, el tiempo entre el lanzamiento de 3G en los países líderes y su adopción en la región fue mucho mayor que en el caso de 4G, y lo mismo ha ocurrido con 5G. La buena noticia es que la evolución tecnológica está llegando en plazos más cortos. Si consideramos esta métrica, junto con la brecha de cobertura, donde Perú está por debajo del promedio regional, podemos decir que el país no está rezagado en infraestructura.
– ¿Cuál es el estado actual del despliegue de redes 5G en el Perú? Tengo entendido que hasta el año pasado era muy baja, casi del 1%.
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En Perú, al cierre de 2023, la adopción de 5G llegó al 2%, comparado con un promedio regional del 5%. Este es un tema que suele surgir, pero creo que debemos entender que no se trata de una carrera. Cada país tiene su propio ritmo de adopción tecnológica. La buena noticia es que el 5G se está desplegando en Latinoamérica. Ahora bien, el desarrollo de 5G también depende de los incentivos que los gobiernos establecen.
Por ejemplo, Chile ha adoptado una política no recaudatoria para la gestión del espectro, mientras que Brasil realizó la subasta de espectro más grande de su historia priorizando la cobertura. En este último caso, el gobierno trabajó durante dos años con los operadores para identificar las mejores estrategias de despliegue y consolidó el mercado en solo cuatro a tres operadores, de tal manera que tiene menos cantidad, pero más fuertes y con más capacidad de inversión. En la subasta de 5G de Brasil, el 93% o 94% del valor del espectro se tradujo en compromisos de cobertura, no en ingresos para el Gobierno. Su enfoque fue claro: ‘No nos interesa la recaudación; nos interesa desplegar 5G lo más rápido y eficientemente posible porque lo vemos como una herramienta clave para la transformación digital de nuestras industrias’. Creo que en Perú aún hay una oportunidad para adoptar políticas públicas más alineadas con este tipo de visión.
– ¿Qué medidas regulatorias y políticas públicas considera esenciales para acelerar el despliegue de 5G en el Perú?
Voy a enfocarlo en aspectos prácticos. En primer lugar, Perú tiene una intensidad competitiva altísima. Esto significa que hay una fuerte competencia entre los operadores, lo cual es positivo porque permite a los usuarios elegir la compañía que mejor se adapte a sus necesidades. Sin embargo, una regulación excesiva puede perjudicar este desarrollo. Un ejemplo es la fijación de topes en las tarifas de reconexión por parte de Osiptel. Hoy, debido a la competencia, hay operadores que ni siquiera cobran por este concepto. En estos casos, es mejor dejar que la fuerza del mercado haga su trabajo.
Otro punto importante es el aumento del aporte al Fondo de Servicio Universal, que ya mencioné anteriormente. Esta medida sería desacertada porque reduciría la capacidad de los operadores para invertir en infraestructura. Además, en Perú todavía existe una mirada sancionatoria respecto a las dinámicas del mercado. Las altas multas y reglamentos de calidad demasiado específicos no siempre reflejan la realidad competitiva. Por ejemplo, la calidad es un atributo de la competencia. Si un usuario no está satisfecho con el servicio, tiene la opción de portarse a otro operador, y la portabilidad en Perú funciona bien. Esta industria tiene la particularidad de ofrecer diferentes servicios y planes según las necesidades de los usuarios, y eso debería respetarse.
Lo importante es que haya diversidad en los servicios ofrecidos, y regulaciones demasiado estrictas tienden a convertir la conectividad en un commodity, lo que le resta flexibilidad al mercado.