En el anfiteatro de la Biblioteca Nacional del Perú, La Independiente. Feria de Editoriales Peruanas ya está en marcha. Durante cinco días, este espacio se convierte en un termómetro del estado actual del libro independiente en el país: qué se escribe, cómo circula y quiénes lo sostienen. Para muchos lectores limeños, esta edición es una oportunidad infrecuente para encontrarse con catálogos que, fuera de su región, circulan poco o nada.
Este fin de semana, los visitantes pueden recorrer los stands de 36 editoriales de siete regiones —Huánuco, Junín, La Libertad, Lambayeque, San Martín, Piura y Lima—, un mapa que evidencia la descentralización que la feria busca consolidar. La directora encargada de la Dirección del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura, Medalie Reyes, explica esa apuesta: “Cada editorial tiene una identidad distinta y queremos que el público las conozca. Los lectores llegan buscando poesía, narrativa en castellano, ediciones bilingües, mitos y leyendas. Eso es lo que La Independiente pone en primer plano”.
Más de treinta actividades gratuitas acompañan la feria: presentaciones, recitales, mediación lectora, cuentacuentos y conversatorios. No se trata solo de vender libros, sino de entender de dónde vienen, qué tensiones enfrentan y cuáles son las nuevas voces que empiezan a ganar espacio. En pasillos donde conviven editoriales con veinte años de trabajo y sellos que debutan con sus primeros títulos, la feria revela algo esencial: la edición independiente peruana no es un nicho, sino un tejido en expansión.
En un contexto donde imprimir, distribuir y sostener catálogos es cada vez más costoso, este encuentro ofrece un respiro económico. Los precios competitivos se mantienen toda la semana y, el sábado 13 y domingo 14, los stands aplicarán descuentos de hasta el 25 %. “Los precios de los libros responden a esa diversidad de perfiles y temáticas, donde cada editorial determina los precios de sus libros”, explica Reyes.
Libros para todos
Uno de los datos más reveladores de ediciones anteriores es quiénes visitan la feria. Contra la idea de que los jóvenes leen poco, La Independiente registra un alto flujo de familias que buscan libros para niños y adolescentes. “El público infantil y juvenil es de los que más lee, pero de los que menos accede a libros peruanos”, sostiene Reyes. Por ello, la programación para estas edades no es decorativa, forma parte de una estrategia para crear vínculos tempranos con autores nacionales.
Otro elemento que distingue esta feria es el acceso a editoriales regionales cuyo catálogo rara vez cruza la frontera de su ciudad. Para muchas de ellas, viajar a Lima representa un costo elevado. Esta edición incluye un sistema de ayudas a la movilidad —transporte y hospedaje— que permite una participación más equitativa. Según Reyes, el objetivo es claro: “Queremos que todas las regiones tengan las mismas oportunidades para mostrar su oferta editorial e intercambiar experiencias”.

A ello se suma un fenómeno creciente en la escena independiente, el interés por las ediciones bilingües y por narrativas que recuperan tradición oral, historias comunitarias o lenguas originarias. Para los lectores, encontrar publicaciones en castellano y quechua, o libros que combinan ensayo, ilustración y archivo, revela un país editorial más amplio que el que suele verse en librerías.
La Independiente también funciona como plataforma para detectar rarezas editoriales: reediciones de autores locales desaparecidos del mercado, libros-objeto que exploran formatos no convencionales, primeros poemarios de autores jóvenes y narrativas experimentales que no encajan en catálogos comerciales. La feria invita a recorrer sus pasillos sin un mapa fijo, porque la sorpresa —ese libro que no aparece en algoritmos ni en mesas de novedades— es parte de la experiencia.














