Miércoles, Diciembre 25

El ambiente de Lima estaba aún imbuido con los rezagos de las pomposas fiestas por el centenario de la Batalla de Ayacucho (1824-1924). En ese contexto, durante esas últimas semanas del año se dieron varias reuniones sociales. Pero la velada social navideña esperada era la que se realizaría en beneficio de la Sociedad “Entre Nous”, en el restaurante del “Parque del Zoológico”.

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Todo empezó en horas de la tarde de ese jueves 25 de diciembre de 1924. La fiesta la organizaron las señoras de la “Biblioteca Entre Nous”. Lo que se hizo fue una verbena al estilo español y fue un éxito al parecer, así lo indicó la nota de El Comercio (EC, 26/12/1924, pág. 6)

Hubo un nutrido “grupo de damas” de sociedad que vestían “los clásicos mantones ricamente bordados”. Y no solo eso, se lucieron a maravillas los cantadores y las cantadoras, dándole un aire de natural estirpe peninsular y aire castizo a la verbena.

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Fue una verbena sin disfuerzos ni imposiciones, con plena libertad para disfrutar y divertirse de forma sencilla. Tocó un grupo llamado “Jazz Band” con calidad, empeño y cierto aire de comicidad, que aceptaron de buena gana no solo los expertos bailarines sino, sobre todo, los poco diestros en el baile. Porque la idea que había en todos era la de pasarla bien. (EC, 26/12/1924, pág. 6)

NAVIDAD 1924: UNA VERBANA HASTA ALTAS HORAS DE LA NOCHE

Esta fiesta, en medio de singular entusiasmo, se prolongó hasta bien entrada la noche, y al abandonar los parques, la mayor parte de la concurrencia se trasladó al restaurant, para tomar parte de la comida dansant que allí debía tener lugar”, indicaba el diario Decano. (EC, 26/12/1924, pág. 6)

Es decir, más allá de la fiesta durante la tarde, la jornada se completaría con una cena con baile incluido. Era la segunda parte de una inolvidable Pascua de Navidad. El restaurante del Parque del Zoológico era un espacio especial, un decorado “salón de cristales”, que para esa verbena navideña se llenó de luces, de tantas luces, que parecía de día.

Las mesas estaban repletas de gente, y flores naturales en el medio de cada una de ellas. Hubo mesas de todas las dimensiones: para grupos chicos, medianos o grandes, por eso pudo distinguirse mesas de seis, ocho, diez, quince y hasta para más de 40 personas. Uno podía imaginarse el buen ánimo de todos. (EC, 26/12/1924, pág. 6)

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La orquesta propia del restaurante del Parque del Zoológico también había sido reforzada con otros músicos. Se vio que apenas empezaban a terminar de cenar, casi de inmediato los encargados se llevaban las mesas para tener más espacio para el dancing.

La fiesta de Navidad, podríamos llamarla así por la fecha, duró, según informó El Comercio, hasta las dos de la madrugada del 26 de diciembre de 1924. A esa hora recién se retiraron los últimos asistentes, todos con los rostros de satisfacción plena.

OTRAS VELADAS NAVIDEÑAS DE HACE 100 AÑOS

Si la velada del Parque del Zoológico acabó en las primeras horas del 26 de diciembre de 1924, ese mismo día, por la mañana, se realizaron unos ensayos teatrales que completaron los eventos por Navidad. (EC, 26/12/1924, pág. 6)

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Desde las nueve de la mañana, los limeños pudieron saber que en ese instante se realizaban los ensayos matutinos de la escenificación de unos “cuadros” de época, que representaban la historia del Perú. Hubo otro ensayo general en la tarde, pues nada se dejaba al azar.

El escenario era el teatro Forero, un hermoso escenario teatral construido en los últimos años de la década de 1910 por Manuel María Forero Osorio, e inaugurado el 28 de julio de 1920 con la ópera Aída. Ese teatro lo compró el municipio limeño y pasó a llamarse así “Teatro Municipal de Lima” desde 1929. (EC, 26/12/1924, pág. 6)

En ese elegante escenario, con orquestra en vivo y actores con “traje de carácter”, se presentarían esa misma noche navideña de hace 100 años, ante el público limeño, los famosos “cuadros” de la época incaica, virreinal y republicana. Tres cuadros que nos contaban nuestra historia en vivo.

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La escenificación de época de los tres cuadros fue minuciosamente trabajada y, por ello mismo, no se presentó ningún contratiempo ni desorden. Todo funcionó como un reloj suizo. Y lo curioso: El Comercio trasmitió el mensaje al público de las “señoras organizadoras” de que la verbena teatral por Navidadtomaría tiempo y es por esto que el director de orquesta está prevenido de no olvidar número alguno, en ningún caso”. (EC, 26/12/1924, pág. 6)

La Navidad de hace 100 años, la de 1924, combinaba muy bien la esfera familiar celebratoria con la reunión social, concentrada especialmente en el desarrollo de las verbenas españolas y peruanas, con la intervención de músicos, actores y damas de sociedad organizándolo todo con minuciosidad, cariño y elegancia.

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