Viernes, Octubre 25

En abril del 2019 un devastador incendio arrasó con el tejado y la emblemática aguja de la catedral de Notre Dame de París, una de las joyas arquitectónicas más importantes de Francia. Su reapertura está prevista para comienzos de diciembre, y las autoridades francesas están evaluando la posibilidad de cobrar una entrada a los turistas.

La ministra de Cultura, Rachida Dati, propuso esta semana que los visitantes de la catedral paguen por acceder al monumento y que los fondos recaudados se destinen a la conservación de otras iglesias del país galo.

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“Con solo 5 euros por visitante, podríamos recaudar 75 millones de euros al año. Notre Dame de París salvaría todas las iglesias de París y de Francia. Sería un símbolo magnífico”, declaró la ministra al diario ‘Le Figaro’.

Actualmente, la administración de la catedral está a cargo del arzobispado de París, que hasta el momento no ha considerado cobrar por el acceso al templo, uno de los más reconocidos a nivel mundial. En Francia, la entrada a las iglesias es generalmente gratuita para los visitantes.

Sin embargo, el país alberga aproximadamente 42.000 templos católicos, varios de los cuales se encuentran en mal estado. Según expertos, cada dos semanas se pierde al menos un edificio religioso debido al deterioro, a incendios o por actos vandálicos.

Notre Dame, con su imponente arquitectura de varios niveles, su majestuoso techo, intrincados vitrales y un órgano de fama mundial, reabrirá al público el 7 de diciembre tras un primer oficio religioso, seguido de una misa multitudinaria al día siguiente.

Impacto en el turismo

Tito Alegría, director de Proturismo, señala a El Comercio que el cobro de una entrada difícilmente afectará el turismo en Francia o en París. “El cobro a una atracción turística como Notre Dame, que ha pasado por un evento devastador, es necesario para su sostenibilidad. Este pago permitirá asegurar la conservación del patrimonio y cubrir los costos de mantenimiento y restauración continua del edificio, respetando su integridad histórica”, afirma.

Alegría añade que todos los recursos turísticos, ya sean naturales o culturales, necesitan un plan de sostenibilidad que garantice su preservación en el tiempo. “En el caso de una atracción religiosa, como Notre Dame, los espacios para los fieles deben estar abiertos para los rituales sin costo, pero las áreas turísticas, como museos o catacumbas, generalmente cobran entrada”, indicó.

El experto también subraya la importancia de gestionar el flujo de visitantes, ya que en los últimos años Europa ha experimentado cifras récord de turistas, lo que ha generado malestar entre los residentes. “El reto principal no es disminuir el número de visitantes, sino implementar estrategias para gestionar los flujos turísticos. Esto incluye establecer límites de capacidad, tarifas diferenciadas y creación de nuevos circuitos, medidas que ayudan a mitigar los impactos ambientales y la presión sobre la infraestructura turística, concluye.

Desafío ante la llegada de masas

La ministra francesa también sugirió que los turistas extranjeros podrían pagar más que los locales para acceder a grandes museos o monumentos como el Louvre, Versalles o Mont-Saint-Michel, destinando los ingresos a la renovación del patrimonio nacional. “¿Es justo que un visitante francés pague el mismo precio para entrar al Louvre que un turista brasileño o chino?”, se preguntó Rachida Dati.

No sería la primera vez que un país europeo adopta medidas de este tipo. El ‘boom’ turístico en naciones como España, Francia o Italia ha generado problemas de ruido, congestión, gestión de residuos y falta de vivienda, afectando tanto a residentes como a foráneos.

En ciudades como Lisboa o Barcelona, muchos vecinos se han visto obligados a mudarse por la escasez de viviendas asequibles, debido a que los propietarios prefieren alquilar sus inmuebles para estancias cortas, más rentables.

En España, que recibe más de 80 millones de visitantes extranjeros al año, el alquiler de viviendas se ha encarecido en el último lustro en una media de 25%.

Por otro lado, en Venecia, desde este año los turistas que visitan la ciudad (el centro histórico) sin pernoctar deben pagar una tasa de 5 euros. Quienes incumplan podrían enfrentarse a multas que van desde los 50 hasta los 300 euros.

Iglesias en Perú

En Perú, varias iglesias emblemáticas han implementado el cobro de entradas a los turistas con el objetivo de financiar su conservación y mantenimiento. Un ejemplo destacado es la Catedral de Lima, ubicada en la Plaza Mayor, que cobra una tarifa de ingreso. Los fondos recaudados se destinan a la restauración del templo y al cuidado de sus valiosas colecciones de arte sacro.

En Cusco este modelo también se aplica en varias iglesias y templos coloniales, como la Catedral del Cusco y la Iglesia de la Compañía de Jesús, ambas joyas del arte virreinal. Las tarifas contribuyen el mantenimiento de sus estructuras históricas y la preservación de retablos, pinturas y esculturas de gran valor cultural. Y aunque las misas son aptas para todo el público, se prohíbe el turismo en horario de culto.

Otro ejemplo es el Convento de San Francisco en Lima, famoso por sus catacumbas y su arquitectura colonial. El pago de la entrada incluye acceso al museo y visitas guiadas, brindando una experiencia más completa sobre la historia religiosa y cultural del Perú.

El Dato

Alegría señala que, hasta ahora, en el Perú ningún gobierno ha considerado al turismo como una verdadera política de Estado. Según estudios del Banco Mundial, la OMT y el WTTC, si el turismo fuera una prioridad nacional, para el año 2035 podría generar más de 5 millones de empleos directos y otros 3 millones de forma indirecta en el país, convirtiéndose en el segundo sector con mayor aporte al PIB.

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