Sábado, Mayo 18
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La obra está hecha para el impacto, más allá de la propuesta musical. Apenas se alzó el telón, lo que destaca en el escenario es una casa partida por la mitad; un corte transversal que permite ver a sus ocupantes, tres intelectuales muertos de frío, pero llenos de pasión por la vida.

Así empezó “La Bohème”, ópera de Giacomo Puccini escrita en el siglo XIX pero que en la versión que el Festival Granda presentó este 2024 tiene una ambientación de inicios del siglo XX. Una época difícil para Europa, sumada a las dificultades propias de los personajes donde destaca Rodolfo (Ayón Rivas), un poeta pobre que recibe una invitación de ir a cenar con sus amigos.

El talento de Ayón se percibe desde el minuto uno. Su voz se proyecta sin problemas por todo el escenario con potencia. Lo mismo ocurre cuando aparece en escena el personaje de Mimì (Carolina López Moreno), una costurera que se equivoca de departamento y acaba en la casa del poeta. Ambos se enamoran a la brevedad, afectos que tanto Ayón como López transmiten con credibilidad.

El momento cumbre de “La Bohème” está en el segundo acto. Ya lejos de la buhardilla y su minimalismo, el escenario queda limpio de elementos y se transforma en la calle, con decenas de personas, entre adultos y niños, quienes forman parte del Coro del Festival Granda y el Coro Nacional de Niños del Perú. La música, vale destacar, fue de la Orquesta Juvenil Sinfonía por el Perú.

Si algo demuestran puestas en escena como “La Bohème” del Festival Granda ―extensas, completas y llenas de performances notables ― es que el Perú puede convertirse en un lugar para desarrollar la ópera en su vertiente más profesional.

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