Las actuaciones de esos tres atletas nacionales no solo llenaron de orgullo a la delegación peruana, sino marcaron un hito en nuestro deporte, con marcas personales y medallas que resonaron más allá de las gradas caleñas. Pero también el vóley peruano destacó.
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EL GRAN SALTO DE ARBULÚ
El primero en subir al podio fue Luis Arbulú, un talentoso saltador de altura que se convertiría en el precursor de una jornada memorable. Arbulú logró la primera medalla para el equipo de atletismo peruano al superar la varilla colocada a 2.05 metros.

En una competencia reñida, este atleta peruano se alzó con la presea de bronce. Su logro se convirtió en la primera alegría del atletismo nacional en los Juegos Panamericanos de Cali 71, un presagio de lo que vendría en las horas siguientes.
La medalla de oro en salto de altura fue para el estadounidense Pat Matzdorf, quien saltó 2.10 metros, y la de plata para el canadiense Wilf Wedmann, que también alcanzó los 2.10 metros. El salto de Arbulú fue suficiente para asegurarse un lugar en el podio y abrir el medallero para el Perú en esta disciplina.
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LA ESTRELLA VELOZ DE ACEVEDO
Aquel mismo día, 1 de agosto de 1971, la final de los 400 metros planos se convirtió en el escenario de una de las actuaciones más brillantes del atletismo peruano en la historia de los Juegos Panamericanos.

Fernando Acevedo, el velocista chinchano de quien la prensa nacional ya destacaba su impresionante rendimiento, se enfrentó a los gigantes de la velocidad continental, incluidos los temibles norteamericanos John Smith y Fred Newhouse.
El «Pascual Guerrero» estaba a reventar, con miles de aficionados que no querían perderse una de las pruebas reinas de la velocidad. Acevedo, con el cajón número 3 asignado, arrancó tomando la delantera con una explosividad asombrosa, pero pronto fue igualado por los corredores estadounidenses.
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Los tres velocistas corrieron en una misma línea durante gran parte del trayecto, en una lucha titánica que mantuvo al público en vilo. En la recta final, Smith tomó una ligera ventaja, mientras Acevedo luchaba codo a codo con Newhouse por el segundo lugar.

La batalla fue feroz en esos finales de los 400 m. Smith cruzó la meta en primer lugar con un tiempo extraordinario de 44.6 segundos, seguido por Newhouse con un tiempo oficial de 45.0 segundos. Con un esfuerzo sobrehumano, Acevedo llegó casi junto a ellos, registrando un tiempo de 45.3 segundos que no solo le valió la medalla de bronce, sino que significó un nuevo récord nacional y sudamericano.
La hazaña del atleta peruano fue recibida con una calurosa ovación del público caleño, que supo reconocer su formidable actuación en un escenario de talla mundial. La crónica deportiva de la época lo calificó como «una brillante performance» y destacó su logro como una muestra del prestigio del deporte peruano.
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La participación de Fernando Acevedo no se detuvo allí. El gran velocista se clasificó para las semifinales de los 200 metros planos, un esfuerzo que cumplió con tranquilidad, ganando su serie con un tiempo de 21.0 segundos, a solo una décima de diferencia del ganador de esa serie, Edwin Roberts, de Trinidad y Tobago.

En la final de los 200 metros, celebrada días después, Acevedo volvió a ser la figura destacada de la delegación nacional. En una carrera que tuvo dos salidas en falso, el peruano tuvo un arranque retrasado, pero se recuperó con una determinación admirable, peleando palmo a palmo con sus rivales.
El ganador de los 200 m., el jamaiquino Don Quarrie, hizo un registro de 19.8 segundos, igualando la marca mundial y olímpica. Acevedo, a pesar de las dificultades, llegó en cuarto lugar, batiendo una vez más el récord nacional con un tiempo de 20.6 segundos. Con este desempeño, se consolidó como el mejor velocista sudamericano.
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NOEDING, LA GACELA PERUANA
Pero la representación femenina también tuvo su momento de gloria en la pista de Cali 1971. Edith Noeding, la talentosa atleta peruana, cumplió una actuación más que meritoria en la exigente prueba de los 100 metros con vallas.

En las series de clasificación, logró un tiempo de 14.7 segundos, igualando su propio record nacional. Aunque no logró subir al podio, Noeding se clasificó para la final y demostró su calidad al medirse con las mejores del continente, quedando en una honrosa quinta posición.
La prueba fue ganada por la norteamericana Patty Johnson, quien además impuso un nuevo récord panamericano con 13.1 segundos. La actuación de Edith Noeding fue un claro indicio del buen nivel que estaba alcanzando el atletismo femenino en el Perú, a pesar de las grandes potencias a las que se enfrentaban.
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BOXEO, VÓLEY Y BÁSQUET
La delegación peruana también tuvo otras actuaciones notables. En boxeo, Marcelo Quiñónez se impuso por K.O.T. en el segundo asalto a William Peep de Islas Vírgenes, demostrando superioridad desde el inicio del combate.

Por su parte, la selección femenina de voleibol debutó con una aplastante victoria de 3-0 sobre Bahamas. Aunque el equipo no se empleó a fondo para no revelar su potencial, la victoria con parciales de 15-5, 15-3 y 15-1 fue una clara muestra de su enorme superioridad. Sin embargo, luego caerían 3-1 ante un México que hizo una magnífica planificación de ataque y una defensa organizada.
Sin embargo, el equipo bicolor de vóley se recuperaría en el transcurso de los días de los juegos panamericanos caleños hasta obtener la medalla de plata, tras llegar a la final con Cuba y ceder el oro en un emocionante partido de mate a mate.
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El equipo de básquetbol peruano también debutó con un triunfo contundente sobre Haití, con un marcador abultado de 117-29, no obstante debió enfrentar a duros rivales como Canadá y la misma Colombia ante lo que perdieron. Perú intervino en esos juegos también en esgrima, natación y lucha.

En retrospectiva, la participación de los atletas peruanos en los Juegos Panamericanos de Cali 1971 fue un capítulo destacable en la historia del deporte nacional. Un ejemplo de resiliencia deportiva, pues la delegación debió superar varios obstáculos internos para sobresalir en ese evento panamericano.
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La medalla de bronce de Luis Arbulú en salto de altura, el doble récord sudamericano y la medalla de bronce de Fernando Acevedo en 400 metros, sumado a su récord nacional en 200 metros, y la destacada actuación de Edith Noeding en 100 metros con vallas, no solo representaron triunfos individuales, sino simbolizaron el espíritu de lucha y la tenacidad de una delegación que, a pesar de las limitaciones, se atrevió a competir y a brillar en el escenario más grande de América.
Que aquella historia deportiva de hace 54 años, en Cali, sea un permanente recuerdo de lo que somos capaces de hacer los peruanos en la alta competencia deportiva continental y mundial.














