Martes, Enero 14

El teatro peruano ha perdido a uno de sus mayores exponentes. Jorge Guerra Castro (La Punta, 1952), director de teatro que reinterpretó a los clásicos, dándoles nuevo brillo, falleció. El también docente había sido diagnosticado hace varios años con una enfermedad. Entre sus deudos están los también dramaturgos Alejandra y Martín Guerra, sus hijos, con los cuales compartió labores de dirección teatral. Con la primera, en 2018, trabajó “La cocina” de Arnold Wesker. Con el segundo, a mediados del 2024, hicieron “El jardín de los cerezos” de Antón Chéjov; para ese entonces Guerra requería cuidado permanente, movilizándose en silla de ruedas para presenciar el trabajo de sus intérpretes.

“No le tengo miedo [a la muerte], pero tampoco te digo que no me afecte. Yo sé que voy a morir relativamente pronto, pero ya veré cuando llegue el momento qué hago con la cáscara. Uno se va como una mariposa dejando la cáscara. Es un momento de transición hacia algo, que no sabemos qué es, pero creemos y esto nos ayuda a seguir adelante. Lo que queda es desechable. Ni Ramsés pudo hacerlo”, contó Guerra a El Comercio en 2018.

Fue amigo de Alberto Ísola, también destacado en el teatro peruano. “A Jorge yo lo conocí en el TUC, el Teatro de la Universidad Católica”, contó Ísola a El Comercio. Eran las épocas en las que este centro tenía aún sede en jirón Camaná del Cercado de Lima, al cual Guerra ingresó en 1969. “Lo vi haciendo una obra que se llamaba ‘Peligro a 50 metros’ dirigida por Luis Peirano y de ahí tanto él como Lucho, como Edgar Saba, se volvieron grandes amigos míos”, añadió.

Con Ísola trabajaron en varias oportunidades; allí está la obra “Fausto” (2001) o “La cura en Troya” (2011), último montaje donde coincidieron; en 1983 fundaron el grupo teatral Ensayo junto a Luis Peirano, Alicia Morales, entre otros. “Como ser humano era un hombre de una riqueza interior, una visión del mundo maravillosa, creo que era un creador, tenía una sensibilidad muy particular para el teatro, para el espacio, para la luz, para la música. Era un visionario. Yo creo que la palabra que describiría mejor a Jorge es esa”, contó el actor a este Diario.

Guerra estudió un máster en Dirección en la Universidad Carnegie Mellon (Pennsylvania), decano del conservatorio The New World School of the Arts en (Miami), director del TUC y docente PUCP. Entre las obras que dirigió están “Los fusiles de la madre Carral” (1975), “Enemigo de clase” (1985), “Los bacantes” (1986), “Tartufo” (2006), etc.

El actor Jorge Armas trabajó con Guerra en “La cura en Troya” (2011), obra de la que recuerda el ambiente de comodidad que propiciaba el director, pero también la alta exigencia que venía del deseo de llevar a escena lo que tenía en la cabeza, que siempre era una imagen muy específica. “‘Coco’ tenía un proceso muy particular. Él combinaba mucho la teatralidad con otros elementos artísticos, sobre todo con la plástica. Él era profundamente visual y sensorial, era súper generoso; se quedaba a hablar horas y horas contigo, no solamente sobre el proceso de la obra, sino también sobre cosas personales”, dijo.

¿Qué pierde el Perú con la muerte de este actor? Ísola: “Pierde a un gran hombre de teatro, a una gran persona y a un gran maestro. Para mí es muy difícil aceptar que no va a estar por todo, por la amistad que nos unía y también por su visión tan particular. Creo que sus espectáculos no se parecían a los de nadie. Él creaba mundos muy particulares y creo que como maestro ha sido fundamental y un amigo inolvidable”.

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