El expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, falleció este domingo a los 100 años de edad, dejando tras de sí una profunda huella en la historia global por su trayectoria política, diplomática y en defensa de la democracia.
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Quizás el mejor reflejo de aquella trayectoria fue su condecoración como Premio Nobel de la Paz en el 2002 en reconocimiento a sus incansables esfuerzos por resolver conflictos internacionales y garantizar los derechos humanos.
Carter, quien ocupó la Casa Blanca durante apenas un periodo presidencial, entre 1977 y 1981, demostró un compromiso singular con los principios de la paz y la cooperación internacional.
Su papel fue fundamental en la negociación de los Acuerdos de Camp David en 1979, un hito histórico que resultó en la firma de un tratado de paz entre Egipto e Israel, dos países que llevaban décadas enfrentados. Dicho acuerdo se firmo luego de 13 días de intensas negociaciones realizadas en la residencia presidencial de Camp David, donde Carter medió directamente entre el presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin.
El tratado no solo puso fin a 31 años de guerra y estableció la devolución de la península del Sinaí a Egipto, sino que también sentó un precedente para las futuras conversaciones de paz en Medio Oriente.
Pero este no fue el único logro histórico durante la administración del demócrata.
Ese mismo año, Carter y Leonid Brezhnev estamparon sus firmas en el SALT II (Conversaciones sobre la Limitación de Armas Estratégicas, por sus siglas en inglés), un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Soviética que buscó limitar la producción y despliegue de armas nucleares estratégicas.
Aunque nunca fue ratificado por el Senado estadounidense debido a tensiones internacionales y una histórica falta de apoyo de su propio partido, el tratado marcó un avance significativo en las negociaciones entre las dos potencias durante la Guerra Fría.
En la región, además, Carter fue un férreo defensor de los derechos humanos, poniendo fin al apoyo estadounidense al régimen de la familia Somoza en Nicaragua y criticando a dictadores como el paraguayo Alfredo Stroessner o el chileno Augusto Pinochet.
– Trascendencia postpresidencial –
Tras dejar la presidencia, Jimmy Carter consolidó su legado como un “presidente global” a través de la creación del Centro Carter en 1982 junto a su esposa Rosalynn. Este instituto, con sede en Atlanta, se enfocó en promover los derechos humanos, proporcionar asistencia sanitaria y supervisar el respeto a la democracia durante procesos electorales alrededor del mundo.
A la fecha, el Centro Carter ha observado un total de 113 elecciones en 39 países, según un artículo de CNN en Español. Además, contribuyó en la casi erradicación de la enfermedad del gusano de Guinea.
En otras ocasiones, incluso, Carter lideró campañas de paz que contravinieron a la política que impulsaba el gobierno de turno en su país.
Se esperaba que Carter recibiera el Nobel de la Paz en 1979 luego de lo conseguido en Medio Oriente, pero su figura se vio empañada entonces por episodios como la crisis de los rehenes en la embajada en Teherán y un repunte de la Guerra Fría luego de que la Unión Soviética invadiera Afganistán.
Fue anecdótico, además, que Carter fuese condecorado en el 2002, el mismo año en el que el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, recibía la autorización del Congreso para utilizar la fuerza militar en Iraq.
Tras conocerse su elección por delante de otros 156 candidatos, el director del comité del Nobel, Gunnar Berge, fue consultado si se trataba de un mensaje hacia el nuevo camino que había tomado la política exterior estadounidense.
“Con la postura que Carter ha adoptado al respecto, puede y debe verse también como una crítica a la línea que la actual administración estadounidense ha adoptado respecto a Iraq”, respondió el directivo, una postura de la cual tomaron distancia otros miembros del comité.
Según la página oficial del Premio Nobel, Carter fue premiado “por sus décadas de esfuerzo incansable para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, promover la democracia y los derechos humanos y promover el desarrollo económico y social”.