Miércoles, Octubre 30

El 15 de noviembre del 2017, una aplicación diseñada para detectar sismos emitió una alerta en Lima. No era un temblor, sino una vibración desatada por los saltos de unas 50 mil personas que celebraban, eufóricamente, el gol de Jefferson Farfán a Nueva Zelanda, en un partido que significó el retorno del Perú a la Copa del Mundo luego de 36 años.

Aquella época reflejó uno de los niveles de afición al fútbol más altos de los últimos 13 años. Según una encuesta de Ipsos Perú, tras la clasificatoria a Rusia 2018, la cantidad de peruanos que se declararon aficionados al deporte rey bordeó el 70% y superó considerablemente el promedio de 55% del pasado lustro. Otros picos del afán por el fútbol se corresponden con momentos de buen desempeño de la Blanquirroja en la Copa América (ver gráfica). De hecho, el máximo porcentaje de afición se alcanzó en setiembre del 2012, tras el empate con Argentina por las eliminatorias para Brasil 2014.

“Claramente hay algunos picos porque el fútbol es pasional. Cuando a la selección le va bien, se prende un poco más la afición”, explica Guillermo Loli, director de Estudios de Opinión de Ipsos Perú. Según señala, el aumento en el interés por el fútbol en el Perú se refleja en el incremento de asistencia a los partidos en el país. “Se están llenando los estadios en cualquier partido. Eso no se veía antes”, señala.

En la misma línea, el sociólogo Aldo Panfichi apunta que la concurrencia a los estadios ha crecido no solo en los partidos de la selección, sino también en los de equipos nacionales y, especialmente, en los de fútbol femenino.

Creo que hay un núcleo duro (de aficionados al fútbol) que se ha ampliado. Ahora, en los estadios ves a familias enteras. Esto ocurre después de Rusia 2018 pero, también, después del COVID-19: hemos estado encerrados y la gente quiere salir y sentir las emociones colectivas, ser parte de”, afirma.

A pesar de los máximos alcanzados en determinados momentos, Loli sostiene que la afición no es tan alta como en otros países de la región. “En el Perú, la mitad del país es aficionado al fútbol. Pero estoy seguro de que si esa pregunta la hacemos en Argentina, la cifra sería más alta”, indica. En el 2021, un estudio de Kantar IBOPE Media reveló que el 85% de argentinos se considera hincha de algún equipo de fútbol.

Aunque la media de afición al fútbol en el Perú se ha mantenido a lo largo de los años, se ha visto un aumento en los mayores de 40 años y, por el contrario, una reducción entre los menores de 40. De hecho, el grupo de edad que más disminuyó en cuanto a afición es el de 18 a 24 años, que pasó de 55% a 43% en la última década.

En cuanto a niveles socioeconómicos, el NSE ‘E’ es el único que tuvo una variación significativa entre el 2013 y el 2023: pasó de 43% a 51%.

Por otro lado, la mayoría de aficionados al deporte rey continúa siendo de género masculino: 75% versus 28% en mujeres. Estas cifras no difieren significativamente de las reportadas hace diez años (ver gráfica).

Motivación ancestral

La gente cambia hasta de nacionalidad, pero difícilmente de equipo de fútbol”, dice el psicólogo social Jorge Yamamoto. Según explica, la afición al fútbol refleja una costumbre ancestral de los humanos de agruparnos en tribus para defendernos de las amenazas de otras. “Ahora ya no tenemos que enfrentarnos a una invasión de otra tribu cada cierto tiempo, pero se ha encontrado en el fútbol esa motivación ancestral”, señala.

De acuerdo con el especialista, el fútbol “tiene el poder de generar explosiones emocionales muy intensas” que trascienden, temporalmente, las divisiones que caracterizan a una sociedad polarizada como la peruana. “Todos somos la bandera peruana, pero en vez de capitalizar esa ‘magia’ a mediano y largo plazo, después de tres semanas volvemos a serrucharnos el piso los unos a los otros”, sostiene.

Panfichi, por su parte, agrega que el fútbol cumple “una función sociológica” que se acentúa en contextos de alta tensión.

Estamos en un momento de la historia después del COVID-19, con crisis económica, tensiones laborales, ansiedad, crisis política. En este contexto, hay una función sociológica de descarga y liberación de emociones, y esa es la magia del fútbol”, asegura.

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