Viernes, Mayo 3

— ¿Cómo Neuma pasó de tener una oficina donde solo trabajaba usted a ser una empresa grande del sector?

Eran fines de los 80, yo tenía 35 años y todas las ganas. Decía que tenía que ser empresario para generar un negocio. Empecé solo, luego tuve un asistente, luego contraté a mi hermana para que me ayudara con los almacenes, luego a la contadora. Éramos y todavía somos el representante de las llantas Michelin en el Perú, crecimos y pasamos de la oficina de Miraflores a una en San Isidro. Ya no solo importábamos llantas, sino que también brindábamos servicios mecánicos en campo. Éramos 20 trabajadores.

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— ¿Cómo explica su éxito, siendo que el negocio comenzó prácticamente desde cero?

No me quedé solo invirtiendo en llantas de camión, sino también en servicios mineros. Nosotros vendemos servicios de montaje, de desmontaje a las empresas mineras. Yo llevo el mantenimiento de las marcas gigantes de la marca que represento, Michelin, y de las otras marcas que compran las mineras. Para el servicio no tengo exclusividad, me interesa todo.

— ¿Las mineras no podían reparar las llantas por su cuenta?

Las minas perdían llantas gigantes porque no podían repararlas y no había logística para traerlas a Lima. Entonces yo iba a las minas y les construía un taller. Ellos me daban el espacio y yo llevaba las herramientas. Eso inició hace 25 años.

— ¿Cuántos talleres tienen?

Tengo talleres en ocho minas. De las 10 importantes que hay, 8 minas eran conmigo. Tengo casi el 80% de la gran minería. Antamina, Southern Perú, Cuajone, Bambas, Pucamarca, Marcobre, Quellaveco, todas esas minas trabajan con Neuma Perú, para reparación de llantas o con servicios. Con cada nueva mina aumenta la cantidad de trabajadores y la cantidad de trabajadores a la que hay que capacitar.

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— ¿Dónde los capacita?

En Arequipa tenemos un local grande donde se capacita a la gente joven. Quienes tienen más actitud se van quedando y ascendiendo. Luego pueden seguir creciendo cuando los contrata la propia mina porque son buenos.

—¿Al año cuántos son capacitados en Arequipa?

Entre 15 y 20 personas entran a capacitaciones. De ellos se quedan seis o siete y los vamos repartiendo entre las minas porque el trabajo sigue. Eso nos permite crear una cultura de educación y una cultura del negocio que queremos.

— ¿Cuál es su estrategia de reciclaje de llantas?

Tenemos éxito en Bambas y Antamina, a quienes le reencauchamos las llantas gigantes. La planta está en Lurín donde tenemos a 40 personas trabajando con máquinas especiales.

Ahora también tenemos el proyecto y el financiamiento aprobados para que Michelin haga el apoyo técnico, no financiero, para reciclar las llantas gigantes.

“Las llantas gigantes se van a reciclar y a convertir en pelotitas que se van a exportar a países que las van usar para hacer carreteras o para usarse en canchas de fútbol. Esa tecnología nosotros la vamos a hacer en Lurín”

— ¿En qué consiste?

En el año 2021 el Gobierno aprobó la ley del reciclaje. Es obligatorio que las empresas digan cómo terminaron sus llantas. Eso significa que en lugar de ser enterradas y quemadas, las llantas gigantes se van a reciclar y a convertir en pelotitas que se van a exportar a países que las van usar para hacer carreteras o para usarse en canchas de fútbol. Esa tecnología nosotros la vamos a hacer en Lurín. Tenemos un terreno de 12 mil metros, la maquinaria de Italia y Dinamarca ya fue importada, hay un área dedicada a eso.

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— ¿Cuánto cuesta esa inversión?

Invertiremos aproximadamente US$12 millones en el reciclaje [de llantas]. Empezó este mes. Si no pasa nada, a inicios del 2025 ya deberíamos estar listos para poder “romper” la primera llanta. Eso es lo que esperamos. Es que en este país es muy difícil obtener la licencia para funcionar. Se ponen trabas.

— ¿Qué trabas le han puesto al proyecto?

En Lurín el terreno está en trámite desde hace tres o cuatro años y todavía no tengo licencia de construcción. Todo se demora. Yo no conozco a ningún político ni soy un hombre de relaciones políticas. Se tiene que esperar mi tiempo, mi turno. No es fácil.

— ¿Y qué otras trabas le pusieron a usted en toda su trayectoria?

Las trabas más difíciles están con municipalidades, las licencias que no te dan para construir. Compré un terreno hace 10 años en Primavera, Surco, para hacer un servi-centro de lujo. El local me costó US$600 mil. Dos años me demoré haciendo el trámite de licencia y no me lo dieron. ¿Por qué? No sé. Lo tuve que vender.

— ¿Qué satisfacciones le deja su trabajo?

Pienso que todas las personas tenemos oportunidades en la vida. Unos nacen para ser empleados, otros nacen para ser empresarios. Desde que dejé la casa de mis padres en Chiclayo para venir a estudiar al Leoncio Prado en Lima, hasta que ingresé a estudiar a la UNI. Aproveché mis oportunidades, no hay que desecharlas.

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