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Conocidos desde que ambos eran vicepresidentes de sus naciones, Biden y Xi se reencontraron en San Francisco, al margen de la cumbre anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), por primera vez desde el G20 celebrado en Bali en noviembre del 2022.
En ese entonces, la cita estuvo marcada por la guerra entre Rusia y Ucrania, la polémica visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán y la tensión militar que se generó en consecuencia en el estrecho de Formosa, el cual divide al territorio continental chino de la isla que Beijing considera rebelde.
Sin embargo, de poco sirvió aquel encuentro, pues pocos meses después, en febrero del 2023, ambos países escribieron un nuevo capítulo de tensiones luego de que fuerzas estadounidenses derribaran supuestos globos espías chinos que sobrevolaban su territorio.
Ahora, el escenario tampoco es óptimo para Biden y Xi pues ambas potencias se encuentran en uno de sus puntos más distantes de los últimos años y en muchos casos sin ponerse de acuerdo en el apoyo a beligerantes en pugna, como el aún vigente conflicto entre Rusia y Ucrania o el que sostienen Israel y el grupo terrorista Hamás en la franja de Gaza.
En la antesala, el líder estadounidense explicó que la reunión se pactó para evitar “separarse de China” y “cambiar la relación para mejor”.
Biden dijo que quiere “volver a un ritmo normal de correspondencia, pudiendo atender el teléfono y hablar si hay una crisis”.
Desde Beijing, por su parte, aseguraron en la previa que los mandatarios iban a discutir temas referentes a la “paz mundial y desarrollo”.
“Las relaciones entre Estados Unidos y China están en un punto bastante bajo hoy en día. En casi todos los temas existen posturas totalmente opuestas o, en el mejor de los casos, con diferencias significativas. En el único tema que se podría decir que están bajo una línea similar es el del medio ambiente, que de cara a la COP es muy importante”, comenta a El Comercio Marco Carrasco, docente de Estudios de Asia Oriental de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de San Marcos.
La reunión entre ambos líderes se produjo al margen de la cumbre anual APEC que se celebra en San Francisco.
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Economía, el verdadero interés
Carrasco explica, sin embargo, que existe un factor que se encuentra por encima de cualquier desavenencia política entre ambos gobiernos: la economía.
“En realidad depende mucho del interés que tiene China en determinados aspectos, por lo que ahora le resulta bastante estratégico tanto participar presencialmente de estos encuentros como mostrarse al mundo de forma abierta para atraer inversiones. En esta temporada pospandémica su economía ha estado aún ligeramente por debajo de lo que el gobierno esperaba, por eso veo un mayor interés de la parte china por mostrarse que de la parte estadounidense”, señala el analista.
Si bien a inicios de mes el Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó su previsión de crecimiento del PBI chino, pasando de una estimación previa del 5% a la actual del 5,4%, Beijing busca impulsar aún más su recuperación para dejar atrás uno de los años más difíciles para su economía.
“No es casualidad que el presidente Xi se reuniera con Bill Gates a mitad de año o los otros encuentros que ha tenido con empresarios y demás. A lo que ellos apuntan es a poder mostrarse de forma abierta y darle la garantía al mundo de que no son una nación aislada como se ha pensado recientemente. Es un punto clave bastante importante para el lado chino”, resalta Carrasco.
Desde el lado estadounidense, estima el analista, los intereses están puestos, sobre todo, en la crisis de salud pública que sufre el país a causa del fentanilo y en recuperar el flujo de comunicación militar con el gigante asiático.
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Actualmente, el fentanilo es la principal causa de muerte por sobredosis en las grandes ciudades de Estados Unidos.
El fentanilo, Taiwán y las guerras
Estados Unidos enfrenta actualmente la epidemia de drogas más mortífera de su historia. Y el triste protagonista detrás de este escenario es el fentanilo, un opioide sintético 50 veces más letal que la heroína y cuyos ingredientes principales salen desde China.
Esto ha llevado a que este año Xi y el secretario de Estado, Antony Blinken, discutan el tema en persona durante una reunión que tuvo lugar en junio; pero, además, a que el Departamento de Justicia de EE.UU. presente cargos contra una docena de empresas chinas que fabrican los insumos necesarios para elaborar la mencionada droga.
Para Carrasco, Washington podría intentar presionar a que Beijing tome acción frente a estos productores a cambio de un tema que también es bastante sensible: los sueños independentistas de Taiwán.
“Desde la visita de Nancy Pelosi a Taiwán, el año pasado, que fue uno de los momentos más críticos en este asunto, hemos visto mejoras. Por ejemplo, en julio la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, estuvo en Beijing por unos días y eso aligeró un poco las tensiones. Entonces, veo plausible que se hagan algunos acuerdos. Del lado chino buscarán obtener una garantía de que EE.UU. respetará la independencia de la China continental y de que no se meterá más en el tema. Mientras que por el lado estadounidense podría ser utilizado como medida de negociación para tocar materias como la crisis del fentanilo. Entonces, podríamos ver que Washington acceda a respetar la soberanía china a cambio de que Beijing se comprometa en atacar a estos productores de fentanilo”, comenta.
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La visita de Nancy Pelosi a Taiwán en el 2022 elevó las tensiones entre Estados Unidos y China.
Por otro lado, en una situación más propia de la Guerra Fría que de estos tiempos, Estados Unidos y China se han visto indirectamente enfrentados en los dos principales conflictos bélicos que actualmente se desarrollan en el mundo.
Tanto en la guerra entre Rusia y Ucrania como en la que sostienen Israel y Hamás, las dos potencias parecen estar alineados cada uno con bandos distintos.
En ese sentido, Carrasco estima que el impacto de la reunión de este miércoles tendría un impacto menor, sobre todo por los beneficios que estaría obteniendo China de un poderoso socio que ha quedado tan aislado como Rusia.
“Hace unas semanas el presidente Xi se reunió con Vladimir Putin. Su relación es bastante cercana. Yo creo que los detalles de lo que se hable al respecto difícilmente saldrán a la luz, pero Washington podría pedirle a China que ejerza cierto nivel de influencia para que Rusia restrinja su actividad en Ucrania. Pero, en realidad, lo veo como algo bastante complementario, no creo que se consiga algo significativo, sobre todo porque la relación entre Xi y Putin va más allá de lo estratégico, han mostrado cierta afinidad y que es beneficiosa sobre todo para China. A Beijing le da muchas ventajas tener como aliado a una Rusia debilitada porque le permite tener un mejor acceso al gas, petróleo y otros materiales”, señala el experto.