Sábado, Mayo 18

El objetivo de la invitación a Finlandia: representar al Perú en el Climate Solutions from Finland, un recorrido junto con otros ocho periodistas de cinco continentes especializados en derechos humanos, medioambiente y transporte.

La felicidad puede ser subjetiva, pero la propia sociedad finlandesa ha desarrollado lo que ellos llaman una “infraestructura de la felicidad”, la cual contempla la calidad del sistema de salud, la educación, la economía, los derechos humanos, la gobernanza democrática y la cultura del voluntariado. Allá tienen una esperanza de vida saludable, apoyo social, libertad para tomar decisiones, un sistema político sin corrupción y otros factores que elevan el nivel de vida.

En el país más feliz del mundo tienen clara la importancia de inculcar desde la infancia el cuidado del planeta. / Jussi Hellsten

Teníamos claro que no íbamos a regresar al Perú más felices después del viaje, pero sí con algunas propuestas que podrían adaptarse en nuestros países en materia de movilidad, medioambiente y educación.

El segundo contacto con Finlandia fue el Aeropuerto de Vantaa, una especie de ciudad-aeropuerto con un sistema de trenes construido a 60 metros bajo tierra que te llevan directo al centro de Helsinki en 25 minutos. En el terminal aéreo casi no atienden humanos: un robot te recibe el equipaje, otro te entrega las bandejas para dejar los objetos electrónicos, otro escanea en tu cuerpo hasta lo que almorzaste ese día. El aeropuerto tiene un aplicativo móvil que cuando lo instalas te hace sentir como si caminaras junto a un agente de counter todo el tiempo.

Con el boleto de 2.95 euros ya estábamos en la Plaza del Ferrocarril. Allí, una vez alojados en el hotel, era inevitable comparar cómo sería al revés: cuando un finlandés aterriza en el Callao, pasa Migraciones, es acosado por una red de taxistas informales y hace un viaje de hora y media pagando diez veces más. Solo nuestro viaje en metro hasta el centro de Helsinki produjo cuatro veces menos emisiones que las que genera un viaje desde el Aeropuerto Jorge Chávez hasta Miraflores en taxi.

De hecho, después de una semana de estadía, el equipo de El Comercio, que consumió unas 18 botellas plásticas de agua, supo que todas ellas ya fueron convertidas en nuevas botellas de plástico, fibras textiles, envases de alimentos y hasta materiales de construcción. Encima te pagan 20 centavos de euro por cada una si las introduces en una máquina para depositar esos envases.

El 99% de las botellas plásticas en Finlandia se reciclan. Las máquinas pagan un promedio de 20 centavos de euro por cada una que se deposita.
El 99% de las botellas plásticas en Finlandia se reciclan. Las máquinas pagan un promedio de 20 centavos de euro por cada una que se deposita. / Heikki Saukkomaa

Se puede decir que el éxito en Finlandia proviene de su propia escasez. Es un país con limitada industria agrícola, pero a la vez, es líder en producción sostenible de alimentos con biotecnología. Entender esto implicaría recibir varias clases de química, así que el propio gobierno de Finlandia decidió embarcarnos -en un bus híbrido- hasta Solar Foods, una de las empresas líderes en el bioproceso que utiliza fermentación de microbios para cultivar cualquier alimento. Finlandia así está cambiando totalmente los procesos de producción de alimentos, que ahora dependen de la tierra, el agua en exceso y el clima.

El 99% de las botellas plásticas que se consumen en Finlandia terminan convertidas en nuevas botellas o fibras textiles-

Se nos puso una porción de torta de chocolate sobre la mesa. Después de probar el primer bocado, el gerente nos dijo: “No están comiendo nada”. Parecía una broma pero iba muy en serio. “El proceso toma un solo microbio, uno de los millones en la naturaleza, y lo cultivamos fermentándolo. Lo alimentamos como a una planta, pero con aire y electricidad. Esto es 20 veces más eficiente que la fotosíntesis y 200 veces menos contaminante que la producción de carne. Es natural, no se acabará y con eso puedes producir cualquier alimento”, nos dicen.

En otras palabras, estábamos en un laboratorio convertido en cocina que produce la más pura y sostenible proteína del mundo. Rica en nutrientes y capaz de adaptar el sabor y la apariencia de cualquier cosa: puede usarse en cualquier alimento, independientemente de la dieta. Y ahora está a punto de entrar en producción comercial. En Finlandia han entendido que la producción de proteínas es un despilfarro enormemente desproporcionado de los recursos de la Tierra.

En Finlandia proteger el medioambiente es parte de la economía. El trabajo de miles de personas está vinculado a la producción sostenible de alimentos, al reciclaje, al transporte limpio. Por eso las emisiones que en 1990 eran de 70 megatoneladas de gases de efecto invernadero anuales están a punto de reducirse a solo 42 y para el 2050 se han propuesto a que Finlandia sea un país de cero emisiones.

En Finlandia uno de los factores que los convierte por séptimo año consecutivo en el país más feliz del mundo es el contacto con la naturaleza.

En el Perú respiramos 31 microgramos por metro cúbico de partículas contaminantes: lideramos la lista de países sudamericanos con peor calidad del aire. En Helsinki estábamos recibiendo menos de la sexta parte.

Una parada de nombre impronunciable, Kuninkaantammi, era crucial para entender la convivencia y bienestar. Es una ciudad peatonal y sostenible cerca de Helsinki. Tiene un sistema natural de gestión de aguas pluviales, un lago artificial convertido en parque y que reutiliza el agua de lluvia para el riego. Cerca, una granja cooperativa, Palopuro Agroecological, produce alimentos orgánicos con bioenergía y nutrientes reciclados.

Qué difícil era, como peruanos, escuchar que buena parte de estas iniciativas en Finlandia son trabajo de un gobierno que trabaja de la mano con el parlamento en favor del ciudadano y el ecosistema. Más difícil era saber que sus niveles de corrupción son iguales a cero. Que el 90% de sus desechos son reciclados. Que cuando te deshaces de tu auto, sabes que el 70% de los materiales serán reutilizados. Que el cuidado del medioambiente es parte de la currícula escolar. Que existen mini-ciudades para niños en Helsinki donde ellos desde la primaria se familiarizan con un rol en la sociedad, el valor del dinero, la importancia de los impuestos y de la convivencia urbana. Que todo lo que hace el gobierno en materia ambiental se mide en tiempo real: en cada ministerio, fundación, empresa y hasta en las granjas de alimentos sostenibles tienen data en directo sobre sus emisiones.

Cuando ya los proyectos visitados en los primeros días parecían imposibles, el gobierno nos trasladaba a Vantaa Energy, una empresa que construye una megaobra única en el mundo: un almacén de energía térmica bajo tierra. En otras palabras: una terma gigante se llama Varanto. Cuando esté terminado en 2028, será el más grande del mundo según todos los estándares (1,1 millones de metros cúbicos y 90 GWh, 300 metros de largo y 40 metros de alto). El principio de funcionamiento del almacenamiento de energía térmica es almacenar calor en cavernas subterráneas para poder utilizarlo para calentar edificios a través de la red de calefacción urbana cuando sea necesario.

Cuando se complete en 2028, este será el almacén de energía térmica más grande del mundo: una terma subterránea de 300 metros de largo.

Esto cerraría cualquier brecha que impida su objetivo de llegar a ser carbono cero en el 2050, pues automáticamente la calefacción de los hogares dejaría de ser la fuente principal de contaminación en Finlandia una vez que la terma comience a operar.

El viaje a Finlandia nos había mostrado un horizonte de posibilidades para un Perú más sostenible y próspero. A veces es bueno confrontarse con la realidad de un país que ha sabido convertir la escasez en oportunidad, la adversidad en innovación y la preocupación por el medioambiente en un pilar fundamental de su desarrollo. Nunca sobra un recordatorio de que el cambio es posible.

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