
A las 8 en punto de la mañana, desde la Base Naval del Callao, se divisó por primera vez la silueta del buque escuela Juan Sebastián Elcano, navío histórico de la Armada de España. Media hora después, el bergantín-goleta, que data de 1927, atracó en el puerto militar como parte de un viaje de instrucción en el que se forman 76 guardiamarinas, entre ellos, la princesa de Asturias, Leonor de Borbón (19).
Formados en cubierta y gorro en mano, la heredera de la corona española y sus compañeros de la escuela naval saludaron a los presentes. La embarcación fue escoltada por el BAP Unión, buque escuela de la Marina de Guerra del Perú.

Tras culminar las maniobras de atraque, los tripulantes se deleitaron con una representación de nuestro baile tradicional, la marinera, ejecutado por dos parejas de alegres jóvenes.

Entre la prensa y el público asistente se encontraban familiares de algunos integrantes del navío español, quienes descendieron para saludar y recibir abrazos afectuosos de sus seres queridos.
Lazos históricos
Luis Carreras-Presas do Campo, capitán de navío y comandante del buque-escuela Juan Sebastián Elcano, bajó a tierra para saludar a autoridades de la Marina del Perú y atender a la prensa.

El comandante explicó que la embarcación desarrolla dos misiones principales durante su travesía por el mundo: la formación integral de los 76 guardiamarinas —como parte de sus años de estudios en la Escuela Naval Militar de España— y apoyar la acción exterior del Estado español en aquellos puertos que visita.
“El viaje tiene como objetivo contribuir a la formación naval, académica y ética de los guardiamarinas. Durante seis meses, llevan a cabo frases teóricas y prácticas, como las guardias y servicios que requiere la navegación en mar. Trabajamos veinticuatro horas, de día y de noche”, declaró. “Las visitas a puertos son importantes, porque contribuyen a formarlos desde el punto de vista social y cultural. Además, las estancias en puertos permiten llevar a cabo labores logísticas, pequeñas reparaciones del barco y el descanso de los guardiamarinas”, agregó.

Carreras-Presas destacó que las relaciones entre la Armada española y la peruana son extraordinarias. En ese sentido, celebró que el buque escuela Juan Sebastián Elcano haya sido recibido en las costas de Paracas por embarcaciones históricas de la Marina de Guerra del Perú: BAP Unión, BAP Quiñones, BAP Pisco y BAP. “En este momento, tenemos a nuestro costado al BAP Unión. Desde el punto de vista de la tradición naval, que dos buques escuela estén juntos atracados es de gran simbolismo naval”, resaltó.

El comandante expresó que el Mar de Grau tiene connotaciones históricas para los marinos españoles y de todo el mundo. “Cuando hacemos la vuelta a Sudamérica es prácticamente obligatorio parar aquí, en la histórica y preciosa ciudad de Lima y el puerto del Callao”, manifestó. Por otro lado, indicó que el buque Juan Sebastián Elcano no ha tenido sobresaltos en su trayecto. “Hemos podido efectuar adecuadas previsiones meteorológicas y además tener suerte, que en la mar siempre hay que tener, y hemos podido navegar bien y en buenas condiciones por todos los lugares que hemos navegado. Va muy bien el crucero”, indicó.
El navío español permanecerá en la Base Naval del Callao hasta el 22 de abril. Podrá ser visitado por el público el sábado 19 entre las 2 y 6 p.m., y el domingo 30 de 9:30 a. m. a 1 p.m. y de 2 p.m. a 7 p.m.
¿Qué tareas hace la princesa Leonor en el buque de la Armada española?
Una de las nueve alumnas mujeres del buque Juan Sebastián Elcano es Leonor de Borbón, heredera de la Casa Real de España. Su visita tiene objetivos de formación militar y no de carácter diplomático. Durante el viaje en altamar, realiza labores de limpieza, ejercicio y estudio con los otros 75 guardiamarinas. Por ello, al ser consultado por la princesa de Asturias, Carreras-Presas declaró que “no existe distinción entre los guardiamarinas” y que el grupo está mostrando un buen progreso.

Perú es el cuarto país en el que la embarcación ha hecho escala. Tras su escala en el Callao, continuará su trayecto con destino a Ciudad de Panamá (Panamá), Cartagena de Indias y Santa Marta (Colombia), Santo Domingo (República Dominicana) y Nueva York (EEUU), desde donde volverá a cruzar el Atlántico para volver a España en julio.
Juan Sebastián Elcano: el primer marino en dar la vuelta al mundo
La vida de Elcano es novelesca, narra el historiador Héctor López Martínez.
Nació en Guetaria, tierra guipuzcoana, hacia 1487. Poco se sabe de sus primeros años en que junto a las tareas del mar investiga sobre las nuevas tierras por descubrir. Hombre ya, participó en las campañas contra los turcos en los ataques a Orán, Trípoli y otros puertos más. Como fruto de su precoz pericia tuvo bajo su mando un navío de doscientas toneladas que formaba parte de la flota con la que Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, marchó a Italia. En esa campaña la fortuna no se mostró pródiga con Elcano. Múltiples deudas y problemas de variada clase lo obligaron a tomar dinero prestado dando como garantía su nave a unos mercaderes saboyanos. Vencido el plazo de pago y no contando con el dinero, Elcano no tuvo más remedio que entregar el barco equipado y artillado a sus acreedores. La entrega de un buque armado a extranjeros, se consideraba en Castilla delito de alta traición.
Temeroso del real castigo, sin dinero, Elcano se refugió en Sevilla. Allí no pasaron desapercibidos sus conocimientos náuticos y pudo sentar plaza en la expedición que organizaba Fernando de Magallanes, quien lo nombró maestre de la nave Concepción, o sea, el segundo de a bordo. Durante la penosa travesía surgió un grave antagonismo entre Magallanes y Elcano. En la rebelión de San Julián, uno de los amotinados fue Elcano y cuando Magallanes pudo controlar la situación le perdonó la vida, pues necesitaba de sus conocimientos. Al ocurrir la muerte de Magallanes en la isla Mactán, en Filipinas, la figura de Juan Sebastián irá destacando aún más. Declarado el desastre, asume el mando de la nave Victoria, en Mindanao, que debía compartir con otros dos marinos, pero de hecho, con la aquiesencia de toda la tripulación, se convirtió en el conductor absoluto de los destinos de la expedición.
El 21 de diciembre de 1521, la nave Victoria, al mando de Elcano, emprendió el retorno a España. La consigna era no tocar en ningún puerto y llegar a la patria sin escalas. La falta de víveres los obligó a recalar en Cabo Verde en julio de 1522 y al continuar el viaje tuvieron que sufrir increíbles desdichas: frío, hambre, escorbuto y otras enfermedades que poco a poco fueron cobrando muchas víctimas. Finalmente llegaron a San Lúcar de Barrameda el 6 de setiembre de 1522 y, poco después, el 8, desembarcaban en Sevilla. Con Magallanes partieron 265 hombres y regresaban tan solo 18 que parecían espectros. Con las pocas fuerzas que les quedaban fueron a postrarse ante la imagen de Santa María la Antigua en la Catedral.