
Imaginen un mundo donde los héroes no tienen capas ni superpoderes, ni siquiera las herramientas básicas para cumplir su misión. No es el guion de una película, sino la realidad que enfrentan los bomberos voluntarios en nuestro país. Hombres y mujeres que, con coraje y altruismo, combaten incendios, atienden emergencias y enfrentan desastres naturales, muchas veces con las manos vacías.
Hace unas semanas, mientras Lima ardía, los bomberos voluntarios fueron la primera y última línea de defensa. Sin maquinaria adecuada, sin equipos modernos y, en muchos casos, sin el apoyo necesario, los hombres de rojo lucharon contra las llamas con lo poco que tenían. Su labor es heroica, pero también es una tragedia que, en pleno siglo XXI, dependamos de su sacrificio sin brindarles las herramientas mínimas para hacer su trabajo.
Según el diagnóstico de brechas del Ministerio del Interior, el 78% de las 247 compañías de bomberos en el país operan en condiciones inadecuadas. Esto significa que casi 8 de cada 10 estaciones carecen de infraestructura, equipamiento y recursos básicos. Muchos de los equipos que utilizan son donaciones de segunda mano, obsoletos o inoperativos. ¿Cómo podemos pedirles que salven vidas si no les damos lo necesario para protegerse a sí mismos?
Un ejemplo concreto es la Compañía de Bomberos N° 100 de San Isidro, que participó en la contención del incendio de casi una semana en un almacén de Barrios Altos. Según datos de la app ReAcciona, en el 2018 se inició un proyecto de inversión pública valorizado en S/17,8 millones para mejorar su infraestructura y equipamiento. A la fecha, se han ejecutado S/9,6 millones, pero el proyecto no culminará hasta el 2030. Para este año, solo se ha asignado poco más de un millón de soles, lo que evidencia la falta de prioridad en su ejecución. Mientras tanto, los bomberos siguen trabajando con equipos obsoletos, exponiéndose a riesgos innecesarios.
La pregunta es: ¿qué estamos haciendo como sociedad para cambiar esta realidad? Plataformas como ReAcciona nos permiten monitorear el avance de estos proyectos y exigir transparencia y eficiencia en su ejecución. Sin embargo, no basta con observar; debemos actuar. El sector privado tiene un rol crucial. Las empresas pueden contribuir no solo con donaciones, sino con alianzas estratégicas que permitan modernizar el equipamiento y la infraestructura de los bomberos a través de obras por impuestos, favoreciendo la inversión en seguridad y bienestar colectivo.
La inversión pública en servicios esenciales es un pilar estratégico para el desarrollo y la reducción de brechas sociales. Su efectividad depende no solo de la asignación presupuestaria, sino de mecanismos rigurosos de transparencia y rendición de cuentas que aseguren su uso eficiente. Fortalecer estas instituciones mediante una gestión adecuada y una colaboración intersectorial es fundamental para garantizar su operatividad y, con ello, avanzar hacia una sociedad más equitativa y resiliente. La vigilancia constante de estos recursos no es opcional, sino una responsabilidad colectiva para maximizar su impacto en el bienestar común.