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Estoy seguro de que hace unos años, aún con los bolsillos agujereados, desde la dirigencia le hubieran ofrecido pagar lo que pidiera. No los casi tres millones de dólares anuales que recibía en el Sounders, pero sí una cifra semejante a la que en su momento desembolsó Alianza por Farfán o Cueva.
“El año del centenario, que yo pedí mi renuncia a Seattle que no se dio, esa negociación fue formal. No hubo contrato, ese era el miedo, era todo palabra y en estos momentos hay que tener el contrato porque las palabras se las lleva el viento. Se llegó a dar un acuerdo, pero el club (Seattle Sounders) no me dejó, hablé hasta con Fabián, el club no me dejó salir, quería que acabara mi contrato y salir bien”, señaló el delantero.
“A quincena hubo una negociación, si hace tres meses hubo un número y pasaron tres meses, te vas abajo, números arriba y números abajo, es parte de una negociación ir al punto medio o buscar lo que conviene a los dos. Siento que el equipo que te quiere siempre va a buscar la manera, el equipo que te quiere siempre va a buscar la forma, después de esa quincena fue una negociación terminada, fue lo que me expresaron, entonces desde ahí no se levanto el teléfono, ya está, ahora tengo que ver mis opciones”, añadió.
Esas locuras que llevan al clímax al hincha -y al colapso a los tesoreros- las ha cometido la U en innumerables ocasiones. Aún recuerdo cuando querían pagarle un sueldo europeo a Fano, compraron el pase de Vitti y contrataron a un jugador fantasma llamado Walter Fretes. Ni siquiera cuando el club pasó a manos de administradores concursales se tuvo algo de sensatez y se acumuló tanta deuda corriente que ponía los pelos de punta.
En los últimos días la relación entre Ruidíaz y el club se ha convertido en una telenovela. Y una de las peores, por cierto. Pareciera que el interés de cada parte es tratar de no quedar como el malo de la película, es decir, no enemistarse con la hinchada. Desde la dirigencia se afirma que no hubo acuerdo en los números, mientras que la ‘Pulga’ señala que tras rechazar la propuesta que le hicieron llegar, inmediatamente cambió de opinión y recibió por respuesta una sonora negativa.
El factor emocional es inherente al deporte. Pero sin llegar a ser un témpano de hielo, el manejo institucional debe estar lo más alejado posible de las decisiones influenciadas por el corazón. Y este es uno de esos casos. La U no puede volver a cometer locuras. Pedirle a Raúl que juegue gratis o que resigne dinero como Edison Flores -tal como exigen muchos hinchas- es absurdo. Cada quien vela por sus intereses a su manera. Es más, esos que desde la impunidad que da el anonimato critican al delantero, seguramente pelearían hasta por el último sol de encontrarse en una situación similar. Las redes sociales son una cuna de cobardes e hipócritas.
Si Universitario considera que no tiene el dinero suficiente para satisfacer las expectativas de Ruidíaz, no hay más que discutir. Y Raúl tiene todo el derecho de elegir dónde continuará su carrera.
No deja de extrañar, de todos modos, que la crema haya pasado de querer a un delantero movedizo y hábil, de 1,67m de estatura, a contratar un ‘Tanque’ menos habilidoso, y de 1,87m, como Diego Churín. Cosas del fútbol.