En el vasto espectro de la humanidad, se ha demostrado que la diversidad va más allá de ser un tema exclusivamente racial o cultural, ya que también se extiende a las diferencias neurológicas que se pueden presentar y que, a su vez, nos recuerdan la riqueza y la complejidad de la experiencia humana. Sin duda, este concepto de neurodiversidad nos permite reconocer y celebrar la variabilidad natural en la estructura y el procesamiento del cerebro, lo que contribuye a fomentar una mayor aceptación y apoyo a todas las personas, independientemente de su neurotipo.
“La neurodiversidad es esencialmente una categoría social para referirse a la singularidad del psiquismo y a su ilimitada variación entre los seres humanos. Este concepto propuesto por la socióloga australiana, Judy Singer (1998), impulsó el nacimiento de un movimiento social para luchar contra la imperante percepción del autismo, como un trastorno caracterizado por una serie de déficits en el desarrollo y el funcionamiento personal, así como también romper los estigmas y la discriminación, con el fin de promover la aceptación e inclusión de las personas autistas para poder lograr una sociedad más justa y próspera”, explicó Yolanda Robles Arana, psicóloga y presidenta del Comité Asesor de la especialidad de Neuropsicología del Colegio de Psicólogos del Perú a Hogar y Familia.
¿Qué es la neurodiversidad?
La neurodiversidad es un concepto que reconoce las variaciones en el funcionamiento cerebral, valorando así las diferentes formas en cómo las personas piensan, aprenden y experimentan el mundo. Como señaló Alberto Alegre Bravo, psicólogo especialista en neurociencias y coordinador académico de la maestría en innovación educativa de Continental University of Florida, la neurodiversidad abarca una serie de condiciones, tales como el trastorno del espectro autista (TEA), el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la dislexia, el síndrome de Tourette, entre otros.
“Es esencial tener en cuenta que estas condiciones pueden afectar a las personas de diversas maneras, ya sea en la comunicación, las interacciones sociales, el rendimiento académico y la autoestima, razón por la cual, es importante reconocer que también pueden presentar habilidades y perspectivas únicas. Por consiguiente, en lugar de ver estas diferencias como trastornos que necesitan ser corregidos, es necesario promover la aceptación y celebrar la diversidad neurológica en nuestra sociedad”.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan las personas neurodiversas en la sociedad?
Principalmente, como precisó la psicóloga, las personas neurodiversas experimentan la exigencia de adecuarse a un medio en que los otros individuos son diferentes a ellas en algunos aspectos. Por ejemplo, presentan una mayor sensibilidad al ruido, texturas, olores o sabores, al igual que, tienen cierta dificultad para filtrar estímulos. Asimismo, puede suponer un verdadero desafío, especialmente, en los entornos sociales y laborales, su demora en decodificar el estado emocional de los otros, la procrastinación, la impulsividad, la dificultad para posponer una gratificación inmediata, entre muchas otros.
“Sin embargo, la neurodiversidad también puede representar una exigencia para los demás, la cual se origina por el desconocimiento o la falta de comprensión sobre este importante concepto, lo que puede traer consigo la necesidad de apartarse de estas personas neurodiversas o incluso, estigmatizarlas o discriminarlas, llegando a ser categorizadas como raras, difíciles y enfermas”.
Igualmente, como refirió el profesional de Continental University of Florida, los mitos que surgen en torno a estas personas pueden dificultar su inclusión y adaptación en la sociedad. Por ejemplo, se suele pensar que, todos individuos neurodiversos son iguales, cuando en realidad abarca una amplia gama de condiciones y habilidades, por lo que cada ser es único y con sus propias fortalezas, desafíos y experiencias. De igual modo, se suele concibir como una enfermedad que requiere de cura o son consideradas como personas menos inteligentes; no obstante, simplemente es una variación en la forma en la que funciona el cerebro, motivo por el cual, presentan diferentes habilidades y pueden destacarse en otras áreas específicas. Además, contraria a la idea de que son individuos poco autónomos, ciertamente, son completamente capaces de laborar y vivir de forma independiente con el apoyo adecuado y los ajustes razonables en los centros de trabajo y la comunidad.
¿Cómo pueden las empresas y las instituciones educativas adaptarse para ser más inclusivas?
Tanto las empresas como las instituciones educativas pueden adoptar varias medidas que les permitan ser más equitativos, entre ellas se encuentran: la sensibilización y la capacitación, el implemento de políticas inclusivas, entornos físicos y digitales accesibles, procesos de selección y entrevistas inclusivas, programas de mentoría y apoyo, flexibilidad en las asignaciones y tareas, así como la promoción de la autoexpresión y la autonomía, detalló Alegre Bravo.
“Es sustancial que, en estos ámbitos puedan reconocer las diferencias individuales, no solo en términos de dificultades o peculiaridades en ciertas formas de procesar los estímulos y de actuar, sino también respecto a los talentos y potenciales de cada uno de los individuos. Adicionalmente, es crucial sensibilizar a todos los estudiantes o colaboradores laborales sobre el respeto y la tolerancia a las diferencias en general”, destacó la experta.
¿Cómo se puede contribuir a mejorar la compresión y el apoyo a las personas neurodiversas en la sociedad?
De acuerdo con el especialista en neurociencias, para comprender y apoyar a las personas neurodiversas en diferentes situaciones y ambientes se pueden emplear diversas estrategias y enfoques, que incluyen:
- Educación y sensibilización.
- Promoción de la aceptación y la inclusión.
- Apoyo individualizado.
- Promoción de la autonomía y la autoestima.
- Colaboración y trabajo en equipo.
- Defensa y activismo.
“Desde luego, la educación es una herramienta poderosa que ayuda a prevenir conflictos, promover la inclusión mediante el respeto y la aceptación, además de que facilita una comunicación efectiva, la cual permite identificar y abordar las necesidades individuales. De igual manera, es fundamental considerar el importante papel que desempeña la empatía en la interacción con estas personas, pues favorece a la creación de entornos más compresivos, lo que ayuda a minimizar el estigma y la discriminación. En definitiva, es primordial impulsar una cultura de respeto y aceptación hacia la neurodiversidad, puesto que de esta manera lograremos una sociedad más inclusiva, justa y compasiva, donde todas las personas tengan la oportunidad de prosperar y contribuir plenamente”, finaliza Bravo.