
Desde el inicio del milenio, descontando algunos episodios aislados, hemos vivido en un mundo caracterizado por contar con una geopolítica sin mayores sobresaltos, además de una sorprendente macro estabilidad, intereses bajos y mercados crediticios en expansión. Durante este periodo, afloraron cinco tendencias en los negocios: abundancia de capital, globalización, reducción de costos del transporte, y amplio acceso a capital humano.
En este entorno, las empresas entendieron la importancia de moverse rápido y adaptarse con lo que lograron generar valor y destacarse, según lo explican Dunigan O`Keeffe, Karen Harris y Austin Kimson de la prestigiosa consultora Bain & Co. Sin embargo, hemos ingresado a una nueva era que obliga a un cambio de enfoque. Estamos en la era de la post globalización, que requiere dispersión geográfica en las operaciones, racionalización financiera y un acceso cada vez más complicado al capital humano capacitado. Aunado a esto, una geopolítica de alta confrontación y realineamiento estratégico. Para seguir generando valor, los líderes empresariales deben enfocarse en dos competencias claves: “prospectiva” y “resiliencia”.
La disrupción en múltiples frentes hace difícil el formular estrategias basadas en experiencias pasadas. Se requiere hacer una introspección sincera en cuanto a nuestra situación actual, cuáles son nuestras principales vulnerabilidades y determinar a qué riesgos estamos expuestos. Sobre esta base, definir en qué tipo de proyectos invertiremos. Para ello, será necesario potenciar en primer lugar nuestra capacidad de predicción. Esto pasa por manejar técnicas de “prospectiva”, generando escenarios y midiendo riesgos y beneficios en cada caso.
La segunda competencia es la “resiliencia”, entendida como la capacidad proactiva y reactiva para enfrentar ‘shocks’, disrupciones severas y poder retomar el curso de nuestras operaciones en el menor tiempo posible, al menor costo, y salir fortalecidos. Con la “resiliencia” lograremos potenciar nuestras competencias de adaptabilidad que nos permitirán reaccionar más rápido que nuestros competidores. Esta necesidad se vuelve más crítica mientras más volátil es el entorno. La disrupción en múltiples frentes ha llegado para quedarse y quienes no se preparen en actualizar la forma de gerenciar sus empresas, quedarán rezagados.