Ante ello, El Comercio conversó con arqueólogos expertos para determinar cómo preservar estas figuras y evitar que factores como la erosión o el turismo las afecten.
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A través de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica, el Mincul supervisa los trabajos que comenzaron en 2010. Gracias al uso de drones y la aplicación de Inteligencia Artificial (IA), se han identificado nuevas figuras en la Pampa de Nasca, permitiendo una definición más precisa de sus contornos. Este avance tecnológico ha sido crucial para duplicar el número de geoglifos conocidos hasta ahora.
Los recientes descubrimientos incluyen principalmente figuras antropomórficas y, en menor medida, animales. Estas figuras están ubicadas cerca de senderos y caminos y se presentan en alto y bajo relieve. A diferencia de las célebres Líneas de Nasca, que son grandes y visibles desde el aire, estas nuevas figuras son más pequeñas y se encuentran en laderas y lomas, diseñadas para ser vistas desde el suelo.
Los estudios indican que las figuras recientemente descubiertas están relacionadas con actividades cotidianas, como la señalización de caminos y la representación de grupos familiares. En contraste, las Líneas de Nasca tenían un propósito religioso más amplio, vinculado a rituales sobre el agua y la fertilidad.
El equipo de arqueólogos de la Universidad de Yamagata, liderado por el Dr. Masato Sakai, ha estado trabajando en la zona de Nasca desde 2010. Inicialmente, su enfoque se centró en las Líneas de Nasca, pero desde 2015 han seguido programas de investigación bajo el marco del Reglamento de Intervenciones Arqueológicas (RIA). Este trabajo se desarrolla por un Convenio Específico de Cooperación Interinstitucional entre el Ministerio de Cultura y la Universidad de Yamagata.
Gracias a los avances tecnológicos, se ha logrado identificar 303 nuevos geoglifos figurativos y 42 geométricos en solo seis meses de trabajo de campo. Este exhaustivo censo, asistido por IA, requirió 1.440 horas de trabajo para validar los hallazgos. Se ha observado que los geoglifos que representan figuras humanas y objetos modificados están ubicados a una distancia promedio de 43 metros de antiguos senderos. En contraste, los geoglifos de línea representan principalmente fauna salvaje y se encuentran a 34 metros de una red de geoglifos lineales y trapezoidales. Este estudio no solo representa un avance significativo, sino que también demuestra el potencial de la IA para transformar el descubrimiento arqueológico.
Mientras que los geoglifos de línea parecen estar conectados a un sistema de caminos utilizados para rituales comunitarios, los de relieve son más accesibles y pueden haber servido para transmitir información sobre actividades humanas, facilitando la comunicación dentro de grupos pequeños. La investigación también subraya las amenazas que enfrentan estos geoglifos, como el cambio climático y la urbanización, destacando la necesidad de estrategias más efectivas para su protección y gestión.
El enfoque del estudio combinó tecnologías de IA con métodos de trabajo de campo tradicionales. Se utilizó un modelo de red neuronal entrenado en fotografías naturales, ajustado específicamente para identificar geoglifos de relieve. Esta metodología permitió la identificación de nuevas figuras a partir de un conjunto limitado de ejemplos, lo que representa un desafío en este tipo de investigaciones.
Las imágenes fueron adquiridas mediante un sistema geoespacial, lo que facilitó un acceso rápido y eficiente a los datos. El proceso de entrenamiento del modelo incluyó técnicas de aumento de datos, generando múltiples ejemplos a partir de los pocos geoglifos conocidos, lo que fortaleció el modelo. Después de la identificación inicial por IA, se llevó a cabo una revisión manual por arqueólogos para confirmar la autenticidad de los geoglifos sugeridos.
¿Cómo preservar los geoglifos?
En una entrevista reciente con El Comercio, Gina Marrou, arqueóloga, gestora cultural y fundadora de Sedasar Arqueología, destacó que los geoglifos están expuestos a dos tipos de riesgos: los de origen humano y los naturales. Sin embargo, subrayó que los riesgos provocados por actividades humanas son los más frecuentes y destructivos. “Debido a que ocupan espacios extensos, los geoglifos suelen verse afectados por obras civiles inconsultas, como la instalación de torres de alta tensión o la construcción de trochas y carreteras. La Panamericana Sur, por ejemplo, divide en dos una sección de las pampas con geoglifos”, explicó. Además, mencionó que otras actividades, como la minería informal y la expansión urbana a través de invasiones, representan amenazas constantes.
En cuanto a los riesgos naturales, la erosión, los vientos fuertes y los drásticos cambios de temperatura también contribuyen a la degradación de estas figuras. “Estos factores pueden provocar la fracturación y desmembramiento de sus componentes”, advirtió la experta.
Marrou propuso un enfoque de gestión que combine la participación comunitaria y el uso de tecnologías. “La forma más sostenible de proteger los geoglifos es involucrar a las poblaciones cercanas, para que puedan alertar sobre cualquier evento que los amenace”, señaló, añadiendo que la vigilancia debe ser complementada con el trabajo de los organismos estatales encargados de la conservación. En este sentido, también destacó la importancia de continuar con el proceso de identificación y registro de los geoglifos, pues muchos aún no han sido catalogados. La arqueóloga subrayó la necesidad de intensificar los esfuerzos en sensibilización y educación, especialmente en las escuelas de la zona. “La señalización en lugares específicos y los monitoreos permanentes mediante tecnologías como drones y fotos satelitales son fundamentales”, agregó.
Respecto al turismo, Marrou reconoció que este sector juega un papel crucial en la conservación de los geoglifos, pero destacó la necesidad de una regulación estricta. “El papel de las agencias de turismo es esencial, ya que pueden garantizar que las visitas tengan un impacto mínimo y hagan sostenible esta actividad”, comentó. No obstante, advirtió sobre los riesgos del turismo irresponsable, que podría alterar el paisaje o generar contaminación. Según Marrou, la regulación de las agencias de turismo por parte de los organismos estatales es clave para mitigar estos impactos negativos.
En cuanto a la restauración y conservación, Marrou mencionó que el Ministerio de Cultura ha implementado medidas en los últimos años. En 2015, se aprobó el Plan de Gestión para el Patrimonio Cultural del Territorio de Nasca y Palpa, cuyo objetivo es proteger y conservar el patrimonio arqueológico, histórico y paleontológico de la región Ica. “Este plan ha sido aprobado por la entidad competente, y es fundamental que la Dirección Desconcentrada de Ica cumpla con su implementación”, concluyó.
En una entrevista con El Comercio, el arqueólogo Edgardo Melendrez dijo que uno de los principales riesgos es la falta de una delimitación precisa de las áreas protegidas. “La delimitación de la zona no está clara, no es exacta”, comentó. Esta situación aumenta el riesgo de que personas accedan a los geoglifos sin tener conocimiento de su valor y sin las precauciones necesarias. “Es importante seguir monitoreando la situación, porque todavía hay muchos campos con geoglifos que necesitan ser ubicados y protegidos”, destacó.
Para abordar estos desafíos, Melendrez hizo un llamado a las autoridades peruanas, especialmente al Ministerio de Cultura, para que intensifiquen las acciones de supervisión y control. “Es necesario un seguimiento constante del estado de conservación de los geoglifos, con mayor supervisión y el uso de herramientas tecnológicas”, sostuvo.
Explicó que, en ocasiones, los turistas instalan estructuras en medio de los geoglifos o realizan rituales que pueden dañarlos. “Es importante que tanto los turistas como la población en general estén más conscientes de los daños que pueden ocasionar”, indicó.