Jueves, Noviembre 14

El cáncer de pulmón se encuentra entre los tipos de cáncer más frecuentes. A nivel mundial, la OMS reportó 2.21 millones de casos en 2020, colocándolo en el segundo lugar entre los cánceres más comunes. En Perú, el informe más reciente de Globocan reveló 2,919 nuevos casos en 2022, convirtiéndose en el séptimo cáncer más común en el país.

Las organizaciones de salud resaltan la importancia de la detección temprana del cáncer de pulmón en personas de alto riesgo, como aquellas mayores de 50 años que han fumado, tienen antecedentes familiares de cáncer de pulmón o han estado expuestas a materiales como asbesto, radón, sílice, berilio o cromo. Sin embargo, recientemente un grupo de investigadores descubrió que la apnea del sueño grave también podría estar asociada con un riesgo mayor de desarrollar cáncer de pulmón. Este riesgo podría aumentar hasta un 9%, lo cual convierte a estas personas en posibles candidatos para la detección temprana de esta enfermedad.

La apnea del sueño es una afección en la que se produce el colapso de la vía respiratoria superior, es decir, de las estructuras que rodean la garganta, laringe y faringe, lo que bloquea el paso de aire hacia los pulmones durante el sueño. “Cuando esto ocurre repetidamente, más de cinco episodios por hora, es anormal; entre cinco y quince, se considera un problema leve; entre quince y treinta se considera un problema moderado y mayor de treinta se considera un problema grave”, explica el investigador y neumólogo Luis Fernando Giraldo.

Sin embargo, el problema no radica únicamente en la frecuencia de estos episodios. El mismo experto señala que, como consecuencia, la apnea del sueño provoca hipoxemia, es decir, bajos niveles de oxígeno en la sangre, lo cual, según la literatura, ha demostrado influir en la progresión de ciertos tipos de cáncer, incrementando su agresividad.

No obstante, aunque en los primeros estudios que exploraron esta asociación no quedaba claro si la apnea del sueño podía estar relacionada con el cáncer de pulmón, el uso de métodos modernos de inferencia causal en esta nueva investigación permitió controlar posibles variables de confusión, logrando así una estimación más precisa del riesgo vinculado a la apnea del sueño grave.

Estas variables de confusión pueden distorsionar la relación entre un factor de riesgo y una enfermedad clínica; en este caso, el factor de riesgo es la apnea del sueño y la enfermedad clínica es el cáncer. “Cuando hay variables de confusión se distorsiona esa asociación y puede aparecer que no hay asociación cuando sí la hay. Entonces, como no era posible tomar como muestra a un grupo de personas e inducirles apnea del sueño y compararlas con un grupo que no tenía apnea del sueño porque es antiético, era necesario aplicar métodos, también conocidos como estudios observacionales. Lo anterior consiste en comparar pacientes que sufren de apnea del sueño grave con otros que no la tienen para ver si tienen mayor frecuencia de cáncer de pulmón”, explica el doctor Giraldo.

Así, en colaboración con el grupo de Neumología Oncológica de la Fundación Jiménez Díaz y el Departamento de Epidemiología de la Universidad de La Sabana, los investigadores recurrieron a un grupo con alta frecuencia de cáncer de pulmón debido al hábito de fumar. También incluyeron pacientes con cáncer de pulmón recién diagnosticado y personas sin cáncer, quienes fueron sometidos a una polisomnografía. A esta cohorte se aplicaron los métodos epidemiológicos descritos, logrando dos grupos comparables, con las variables de confusión equilibradas, donde la única diferencia era la presencia o ausencia de apnea del sueño grave (un grupo con la condición y otro sin ella).

“Lo novedoso fue que aplicamos unas técnicas estadísticas que permiten que un estudio observacional se acerque lo más que se puede a un experimento clínico, sin tener que violar los lineamientos de ética de coger un grupo de personas y exponerlas a apnea del sueño para ver si desarrollan o no cáncer de pulmón”, explica el doctor.

“Cuando lo publicamos, fue el primer estudio donde se detectó esa asociación y después de eso vinieron estudios que fueron hechos con un número mucho más grande de pacientes y que confirmaron lo que nosotros habíamos encontrado”, añade Giraldo.

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