Lunes, Septiembre 30

Se está conmemorando los veinte años del inicio de operaciones del proyecto Camisea. No solo es la obra de ingeniería más compleja que se ha realizado en el Perú – una obra de talla mundial – sino que es el proyecto que mayor impacto económico y sobre la vida de los peruanos “de a pie” ha tenido en la historia reciente del país.

Este gas ha servido para que millones de usuarios del servicio eléctrico, amas de casa, taxistas, comercios e industrias se beneficien bajando sus costos combustibles gracias a este maravilloso proyecto que extrae el gas natural de las entrañas de la selva cuzqueña y lo transporta atravesando los Andes hasta los centros de consumo en Lima e Ica.

Tuve la fortuna de ser parte de ese gran equipo mixto público-privado que impulsó e hizo realidad ese transcendental proyecto. Allí concluyeron voluntades, inteligencias y – sobre todo – decisión política para llevar adelante un proyecto de extraordinaria complejidad. Se hizo posible gracias a un Estado comprometido e instituciones públicas muy bien alineadas con el objetivo. En suma, las autoridades marcaron la cancha y los agentes privados pusieron el capital, la mano de obra y el ingenio para llevarlo adelante.

Hoy veinte años después, el futuro de Camisea sigue siendo promisorio porque tenemos, de un lado, los recursos gasíferos (30 tcf de recurso in situ estimados) y, por otro lado, una gran demanda aún insatisfecha. ¿Qué falta? Infraestructura. Estamos hablando de nuevos ductos, nuevas plantas de separación y fraccionamiento, así como de miles de km. en redes de distribución en el país. Ello permitirá lograr la ansiada “masificación del gas” que tanto se ha anunciado y que es – aún – una promesa incumplida.

Para lograr que esta nueva infraestructura se desarrolle urge, como mínimo, adoptar las siguientes medidas:

a) implementar la tarifa nivelada de distribución para promover la real masificación del gas a nivel residencial/comercial e industrial por medio de ductos (y no por camiones que no es una solución de largo plazo)

b) promover la petroquímica que permita por fin industrializar el gas natural y no solo utilizarlo como combustible

c) llevar el gas otras regiones en el centro y sur del país (en este sentido la deuda con el Cusco es histórica)

d) llevar el gas al nodo energético para convertir las unidades de diésel a gas natural con lo cual se podría incorporar 1,500 MW de capacidad eficiente al sistema eléctrico (esto es casi un 20% del total de capacidad eficiente).

Todo esto requiere – como lo fue en su momento – de una gran dosis de decisión política por parte del Estado. El libreto de qué hacer es conocido. Escribamos la historia de los próximos 20 años de Camisea. Nuestros hijos y nietos nos lo agradecerán.

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