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El republicano ha insistido en sus planes de hacerse del control de la isla, un territorio autónomo que depende de Dinamarca, país miembro de la Unión Europea, que es codiciado por su ubicación estratégica y sus abundantes recursos naturales. Esta semana, Trump fue un poco más allá y no descartó usar la fuerza para tomar este territorio. Las reacciones fueron inmediatas.
“La idea expresada sobre Groenlandia obviamente no es buena, pero quizás lo más importante es que obviamente eso no va a suceder”, dijo el canciller danés, Lars Løkke Rasmussen. Su postura va en la línea de lo expresado en las últimas semanas por el jefe de gobierno del territorio, Múte Bourup Egede, quien recalcó que Groenlandia “no está en venta y nunca lo estará”.
Trump ya había expresado su anhelo de comprar Groenlandia durante su primer mandato y, al igual que ahora, la propuesta también fue rechazada en ese momento. El republicano incluso canceló una visita en el 2019 a Dinamarca después de que Copenhague descartara su oferta en torno a la isla.
A la postura de Dinamarca y Groenlandia se sumó el miércoles 8 la airada reacción de otros países de la Unión Europea. Francia es una de las naciones que más ha elevado el tono. El ministro de Exteriores galo, Jean-Noël Barrot, afirmó que la Unión Europea debe despertar y ser consciente de que entramos en una época de “la ley del más fuerte”.
Subrayó que Groenlandia es un territorio de la Unión Europea y recalcó que la “naturaleza profunda” de Estados Unidos es “contraria” a la idea del imperialismo. “Está descartado -añadió- que la UE deje a otras naciones del mundo, sean las que sean y empezando por Rusia, que ataquen sus fronteras soberanas. Somos un continente fuerte, tenemos que reforzarnos más, tenemos que despertar”.
La agencia AFP recuerda que Dinamarca forma parte de la UE, pero Groenlandia está considerado como un “territorio de ultramar” del bloque europeo después que los ciudadanos de la isla decidieran durante un referéndum en 1982 su salida de la entonces Comunidad Económica Europea.
Por su parte, el canciller alemán, Olaf Scholz, recordó a Trump que la inviolabilidad de fronteras y el derecho internacional son vinculantes para todos. “El principio de la inviolabilidad de fronteras está vigente para todos los países, da igual si están al este o al oeste. Todos deben cumplirlo, sean un país pequeño o una potencia muy grande”, dijo Scholz tras conversar con otros líderes europeos sobre las últimas palabras del mandatario electo de Estados Unidos.
La Comisión Europea (CE) también pidió respeto a la soberanía de los Estados miembros y recalcó que Groenlandia está cubierta por la defensa colectiva de la Unión Europea.
Una situación difícil
Es evidente que las afirmaciones de Trump han generado sobresaltos en Europa, que ha tenido las reacciones esperadas, dice a El Comercio Enrique Banús, internacionalista y director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura. Sin embargo, la coyuntura en el Viejo Continente no es la ideal para un escenario de tensiones con Washington.
“Habitualmente le corresponde a Francia ser portavoz de Europa en temas internacionales y en ese sentido Emmanuel Macron ha hecho lo que se espera de él, pero hacia adentro tiene muchísimos problemas con una extrema izquierda y extrema derecha euroescépticas y que tienen ambas unos porcentajes de votos muy altos. Se vienen años muy difíciles, muy complicados y vamos a ver cómo reacciona Europa”, señala.
¿Tiene Europa motivos para estar preocupada? Para el experto la UE tendría que temer en caso de que todo eso vaya totalmente en serio. Pero por ahora no se sabe en qué medida las palabras de Trump son advertencias o gestos retóricos para mantener la atención.
“Lo que es evidente es que Donald Trump se va a ocupar ante todo de los intereses de Estados Unidos. Y a Europa ya le está diciendo cosas muy claras, entre ellas que la defensa de la UE va a ser cosa de la UE, o sea, que amplíen el gasto militar. Está diciendo que su interés en política exterior, que es básicamente política comercial, va a ser la confrontación con China y que no piensa entretenerse los demás. Es un mensaje claro y muy complicado para Europa”, apunta Banús.
El Gobierno francés ha redoblado los llamados a los otros socios de la Unión Europea para asumir directamente su defensa, reduciendo su dependencia de Estados Unidos en la OTAN, bloque que Trump ha amenazado con abandonar en más de una ocasión.
Por eso, Banús considera que el mayor problema de la Unión Europea respecto a Trump no es Groenlandia, sino las posibles consecuencias de un alejamiento real de Washington de Europa y de la OTAN.
“Europa tiene que reaccionar rápidamente, con claridad, rotundamente. Si la presencia militar de Estados Unidos se reduce, si su interés por la OTAN se reduce, si su apoyo a Ucrania se reduce y los europeos, que han descuidado durante años toda esa política de defensa activa porque pensaban que la guerra fría ya estaba superada, pues se encontrarán ante una situación que no se revierte en unos meses porque mejorar una política de defensa exterior es un trabajo que lleva años”, señala.
Ante eso la mejor opción para Europa es la negociación y en esas ligas una aliada podría ser la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien ha mostrado mayor afinidad con Trump y cuyo peso podría aumentar en la Unión Europea a partir del 20 de enero.