Volvió a la música y recuerda el éxito de fines de los 80, también la discriminación y la explotación laboral que sufrió. “Hicieron negociados con mi música. Me encerraron, pasé hambre”.
Pablo Ruiz prefiere que no lo llamen ‘Pablito’, diminutivo con el cual reconoce que lo identifica una generación. Acaba de incursionar en el cine en una comedia en la que se dice que murió en Perú. “No es fácil hacer comedia, pero creo que es lo que hoy hace falta en el mundo, reírse de uno mismo y reír a carcajadas”, señala sobre el estreno de ‘Soy inocente’. Para él significa cerrar un ciclo. “Más allá de que puedan decir ‘ay, cómo aceptó esa propuesta donde lo matan’, tiene ahí un mensaje subliminal como decir ‘a partir de ahí, viene otro Pablo’, porque así lo siento”.
El argentino nos contesta por Zoom y recuerda lo que pasaba cuando salía de los escenarios a fines de los 80. Cuenta que, desde adolescente, sufrió bullying y homofobia. “Uno siempre va escondiendo cosas debajo de la alfombra. Salió todo en la pandemia y empecé ese capítulo espiritual más fuerte. Me estoy sanando”.
Ruiz rememora el éxito de “La malagueña” y la razón por la que dejó su país. “Creo mucho en la ley de causa y efecto; entonces, no por nada tuve esa tarea como de romper con los prejuicios ¿no? Vestía diferente, bailaba muchísimo, tenía ademanes y eso venía con mi espíritu de ser artista. Nunca me frené por la opinión pública, pero fui muy criticado, muy perseguido por la prensa. Estaban pendientes de mi vida sexual, aunque era un niño. Tenía 11 o 12 años cuando empecé y todos querían saber si ya tenía novias o si me gustaban los hombres. Lo que se decía me dolía porque era un nene y le dolía a mi madre también. Yo ni siquiera sabía en ese momento si era gay. Me fui a vivir a México por el asedio”.
Ya en el país azteca, firmó un contrato y estaba condicionado a lucir “más masculino”. Luego dejó su carrera. “Me quedé sin discográfica y vinieron unos años en que me tuvieron encajonado, sin poder trabajar. Hacían negociados con mi música y yo no recibía nada, se quedaban ellos con todo y me tenían encerrado en un cuartito. Me daban, no sé, 100 dólares por semana. Doy gracias a Dios de que estoy vivo para contarlo. Pasé hambre… A lo mejor no estuve metido en las drogas en sí, pero sí hubo drogas de por medio”.
Convencido, Pablo Ruiz afirma que su vida podría convertirse en un documental. Manifiesta que su familia lo salvó. “Mi mamá fue la primera que supo a través de una carta que era gay. Y ella siempre me amó”. Cuando ve historias como el filme sobre Menudo, “siente lo mismo” que le pasó a él. “Es mucho lo que podría contar”. Hace más de una década que hizo pública su orientación sexual. Ahora ha retomado la música con el disco ‘Nueva era’ y hace teatro en Buenos Aires. “Puedes salir adelante por más que lloremos, por más que nos peguen, nos abusen, pero la luz sale adelante. Ese mensaje es también para las mujeres que sufren por el machismo. Hay que decir ‘no, hasta acá, no me puedes hacer daño’. La vida da vueltas, la vida te da revanchas”.