Al finalizar la secuencia de movimientos, cuya primera parte suena a “¡cross, jab, cross, gancho, gacho, patada!”, los asistentes a la clase estamos concentrados en recuperar el aliento y rehidratarnos. “¡Vamos por la colchoneta, hacemos abdominales!”, anuncia Llosa que nos anima a sostener la energía: ya solo queda un corto trecho del entrenamiento matutino.
Para cerrar la sesión, y después de estirar, Ale nos invita a descansar sobre la colchoneta con los ojos cerrados, apaga la luz y sus notorias habilidades para el coaching salen a flote. Nos recuerda que lo más importante no es haber hecho “bonitos”movimientos, sino terminar lo que empezamos, y a partir de allí, adoptar una mentalidad positiva, que nos permita avanzar el día con gratitud y claridad. Todos los problemas y preocupaciones se quedaron en la puerta. Tenemos una nueva oportunidad para vivir un buen día.
15 años de compartir bienestar
“Yo era muy crítica y quejona de la vida, tenía todo y siempre estaba quejándome. Profesionalmente me iba súper, pero no me sentía bien conmigo misma. Era súper juerguera, fumaba mil cigarros al día. Pasaba un fiestón y al día siguiente me daba la depresión post-party. Ahí llegué a un breaking point y empecé a cuestionar cómo estaba viviendo mi vida”, me cuenta Ale después de dictar su segunda clase de la mañana, Hot Yoga.
Sentadas en el piso de la sala, que tan solo hacía unos minutos tenía una temperatura de 40ºC, Ale comparte la travesía que atravesó desde esa versión pasada, hasta convertirse en la mujer imparable que es hoy. Esa que dio un cambio total a su vida y fundó KO, un sistema único de entrenamiento de cuerpo, mente y emociones, que esta semana cumplió 15 años. Son 150 trainers a nivel mundial (Perú, Chile, Colombia, España, Ecuador, Panamá y próximamente México) los que comparten esta fórmula que fusiona cuatro pilares clave: deporte intenso, conexión interior, alimentación consciente y actitud positiva.
Todos esos elementos son los que permiten que la filosofía de KO sea tan clara: entrenar para ser felices. “En mi adolescencia fui gordita, crecí sintiéndome muy incómoda con mi cuerpo. A los 16 años desarrollé desórdenes alimenticios y empecé a ir al gimnasio solo para ser flaca. No iba porque me hacía bien o me parecía divertido. Me parecía una pesadilla hacer deporte. Cuando me volví muy delgada, con días en los que no comía, o solo comía lechuga, concluí que era igual de infeliz que cuando estaba con sobrepeso. Ahí entendí que el problema venía de adentro”, cuenta Ale.
Tras vivir cuatro años en España y atravesar el proceso de empezar a redescubrirse de adulta y comprender la relación con su cuerpo, Llosa conoce a su ahora esposo. “Yo veía que él era deportista, y decía ‘hay gente que goza de hacer deporte, ¿yo porque voy al gimnasio histérica?’”, recuerda la creadora de KO. Es en ese momento en el que decide llevar una maestría en Fitness y Nutrición Deportiva.
“Mi meta personal fue encontrarle el ángulo, porque el deportista es más feliz, se siente mejor, es fuerte. Tomo la decisión de entender mi compromiso conmigo de empezar esta nueva vida, porque no puedo seguir viviendo hacia afuera. Quería encontrar cómo sentirme feliz y bien, así decido estudiar el deporte para ver qué hay detrás”, añade.
Las disciplinas que componen a KO
Sin saber que un día crearía este deporte único, Ale Llosa se propuso probar todas las disciplinas posibles y se enamoró de cuatro: boxeo, artes marciales, entrenamiento militar y yoga. Estas son las disciplinas que componen a KO.
“Empecé a boxear y me fascinaba la idea de ser ágil, quiero estar siempre lista para lo que la vida ponga. En las martes marciales, el artista es un ninja, me dio la capacidad de parar el volcán que yo era y estar enfocada. Para el entrenamiento militar, aprendí con una ex comandante del ejército que me sacó la mugre y me hizo aprender qué importante es creerse capaz de lograr las cosas. La filosofía del yoga es hacer el bien, calmar, conectar con otros seres humanos”, explica Llosa.
“Entendí que un cuerpo necesita estar en su mejor postura física para estar en su mejor postura mental. Yo soy más equilibrada si mi cuerpo está equilibrado. Por eso en KO trabajamos el cuerpo equitativamente. La intención es una: llegar a este momento final que yo le llamo el efecto KO, que no es hacer por el placer del momento, sino por el after feel que te da la satisfacción de haberlo hecho. Yo puedo venir aquí con la crisis del día, pero me entrego y no me acuerdo. Solo digo gracias, porque me quité el estrés que enferma. Hay que aprender a meternos en esos círculos virtuosos, encontrar de quién rodearnos, con qué energía te mueves. Train for happiness’ significa aprender a entrenar todos los días para que tu cabeza y tu corazón sean capaces de ver lo bueno en tu vida”, finaliza.