Viernes, Junio 28

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Hace tan solo una semana, en este espacio dedicamos algunas líneas al Congreso con el ánimo de llevar una buena noticia al fuero parlamentario: ya no estamos en recesión.

Que la economía peruana muestre desde el primer trimestre signos de recuperación es sin duda una alegría compartida, por lo que instamos a nuestros representantes a dejar de utilizar como argumento de defensa para algunas de sus iniciativas la recesión del 2023.

El último viernes, el Banco Central de Reserva (BCR) dio a conocer la actualización de sus proyecciones, y en su mayoría, todas fueron buenas noticias. Ello, por tanto, refuerza aún más que las vacas ya no están tan flacas. Que estemos mejor no quiere decir que los más vulnerables no sigan siendo los más perjudicados.

La primera es que la proyección de inversión privada se mantuvo. No sería descabellado pensar que este indicador pueda mantenerse relativamente estable, y hasta se enflaquezca, a medida que se acerque el 2026. La cautela que ya se vive en el sector privado es palpable. Y es que no solamente en el Perú, sino en todo el mundo, las inversiones tienden a limitarse en épocas pre-electorales. Esto se acentúa más este año, cuando poco más de la mitad del globo enfrentará un proceso electoral.

Y, por otro lado, no pasa desapercibido que el BCR tome como meta del déficit este año el 2,8% que busca el MEF. Esta cifra consta en el pedido de facultades solicitado por el Ejecutivo, cuya segunda votación se realizaría el 1 de julio.

Más allá de la cifra, resulta cada vez más neurálgico cuidar la sostenibilidad fiscal. El año pasado no cumplimos la meta, y para este año el gobierno ha solicitado ampliarla, lo que cambia también su trayectoria. El déficit fiscal es un indicador importante para los inversionistas extranjeros y las calificadoras de riesgo, que, en sencillo, están atentos a la capacidad de pago que tiene un país.

La semana pasada, el BCP advirtió que es posible que otra agencia rebaje la calificación crediticia del Perú en el segundo semestre, lo que nos colocaría en una posición más vulnerable. Nuestras autoridades tienen la tarea de gestionar con poco, y ser responsables con el gasto, como todos nosotros, ciudadanos de a pie.

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