
La participación laboral de los jóvenes viene cayendo en los últimos años ante el deterioro de su empleabilidad y una menor demanda de las empresas. Ello compromete su futuro laboral y sus ingresos, y afecta en mayor medida a los más vulnerables. Urge que el Ejecutivo y el Congreso trabajen en políticas adecuadas para atender las causas del menor empleo juvenil: se debe impulsar más inversión que asegure empleos de calidad, e incorporar a los jóvenes al mercado laboral, en lugar de hacer más compleja y costosa su contratación.
Empleo juvenil en retroceso
En el 2024, el número de trabajadores jóvenes (de 15 a 29 años) acumuló tres años consecutivos de caída, según el INEI. Con ello, el IPE estima que el empleo juvenil retrocedió 4% entre el 2019 y 2024, equivalente a más de 160.000 jóvenes menos trabajando. En contraste, los trabajadores de 30 a más años crecieron 6% en el mismo período, cerca de 800.000 puestos adicionales. Cabe notar que 90.000 jóvenes no solo dejaron de trabajar, sino que también ya no buscan un empleo.
Sin participar en el mercado laboral, los jóvenes podrían dedicarse a estudiar para mejorar sus habilidades. No obstante, entre el 2019 y 2023, aumentó en 193.000 el número de jóvenes que no trabajan ni estudian (ninis). Además, el 85% de este aumento se dio en los niveles socioeconómicos D y E, los más vulnerables. Según zona geográfica, el porcentaje de ninis se elevó en mayor medida en la sierra norte y sur, sobre todo en regiones como Cajamarca, Arequipa y Puno, donde uno de cada cinco jóvenes son ninis.
Menos oportunidades
La menor participación laboral de los jóvenes responde en buena parte a una mayor dificultad para encontrar oportunidades. Entre el 2021 y 2023, en promedio cuatro de cada 10 jóvenes en la capital indicaron que no buscaban empleo por la falta de puestos disponibles o de experiencia. Las empresas ahora prefieren contratar trabajadores de mayor edad y han reducido su demanda por trabajadores jóvenes. Según la Encuesta de Demanda Ocupacional 2025, la demanda formal por trabajadores de 30 a más años es cuatro veces la de 18 a 29 años, contrastando con el 2019, cuando la demanda por jóvenes duplicaba la de adultos. Frente a este escenario, al 2024, los jóvenes limeños reportaron que su edad es uno de los mayores impedimentos para buscar empleo (20%).

Una de las consecuencias de esta situación ha sido el incremento en la preferencia por buscar oportunidades en el extranjero en los últimos años. Entre el 2017 y 2024, el número de peruanos que estudia en Estados Unidos creció en 72%, por encima del aumento registrado en Argentina (+40%), Brasil (+29%), Colombia (+27%) y Chile (+23%).
Problemas en la economía familiar
Tras la pandemia, el deterioro de muchas economías familiares ha impedido que varios jóvenes continúen sus estudios. En el 2023, el 29% de ninis indicó que no estudiaba debido a problemas económicos en su hogar, nueve puntos porcentuales más que el promedio 2014-2019 (20%), según cálculos del IPE a partir de la Enaho. Asimismo, el 30% de ninis residía en hogares cuya economía había empeorado en los últimos 12 meses, más del doble que el promedio prepandemia (14%).
Estos problemas económicos afectan el pase a estudios superiores, especialmente en familias pobres: en el quintil de hogares de menores recursos, el porcentaje de jóvenes de entre 18 y 29 años que terminó la secundaria y no está estudiando se incrementó de 47% a 58% entre el 2019 y 2023.
Los jóvenes que no estudian ni trabajan están perdiendo grandes oportunidades. Según estimaciones del IPE, cada año cursado de educación superior técnica o universitaria incrementa los ingresos de un trabajador en 13% y 17%, respectivamente. Asimismo, cada año laborando en una empresa aumenta el salario en casi 1%. Así, reintegrar a los jóvenes al mercado laboral y a una educación de calidad debe ser una prioridad de política, con un énfasis en los jóvenes más vulnerables.