Este último viernes, el tipo de cambio cerró su cotización en S/3,365, fluctuando desde los S/3,374 en que inició la semana y registrando un máximo de S/3,372 y un mínimo de S/3,363 durante la sesión. La trayectoria confirma la pendiente descendente que el dólar mantiene desde inicios del año, sostenida por una mayor oferta de divisas, intervenciones puntuales del Banco Central de Reserva (BCR), un debilitamiento global del dólar y una percepción más sólida del sol frente a otras monedas de la región.
Qué se esperaba y qué ocurrió este año
En un breve recuento, a fines de diciembre del año pasado, el tipo de cambio había cerrado en S/3,76. En ese contexto, los analistas coincidían en que el 2025 sería un año de estabilidad cambiaria, con un sol respaldado por fundamentos sólidos y una menor presión externa.
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Jesús Flores Ríos, gerente comercial de Divisas en Renta4 SAB, explicaba entonces que la reducción de tasas en Estados Unidos disminuye la rentabilidad en dólares y motiva el ingreso de capitales hacia mercados emergentes como Perú, donde “los capitales buscan otros mercados, como los emergentes o Latinoamérica, donde pueden tener un mayor rendimiento por su inversión”.
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Añadía que muchos flujos ‘offshore‘ llegan al país porque “se hace la conversión a soles y se rentabiliza mejor ese capital”. Para el 2025, Renta4 esperaba que el tipo de cambio se moviera entre S/3,75 y S/3,99, aunque la propia firma apuntaba a un rango más acotado de S/3,70 a S/3,75, con una ligera tendencia a la baja.
En esa misma línea, Matías Maciel, CFO de Rextie, proyectaba que el tipo de cambio “podría moverse entre S/3,75 y S/3,70”, siempre que el contexto internacional se mantuviera favorable y los fundamentos locales continuaran sólidos.
En paralelo, Credicorp Capital evaluaba el cierre del 2024 a través de su economista jefe, Daniel Velandia, quien sostenía que el dólar debía cerrar el año pasado alrededor de S/3,75, dentro del rango que habían trabajado para ese año (S/3,70 – S/3,80). Si bien no ofreció cifras puntuales para el 2025, anticipaba presiones bajistas moderadas si se mantenía el buen desempeño de las cuentas externas y los altos precios de los metales.
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Con estos elementos, los análisis de Renta4, Rextie y Credicorp Capital apuntaban a un 2025 sin presiones alcistas significativas sobre el tipo de cambio, sostenido por precios elevados del cobre, una inflación internacional más contenida y un entorno macroeconómico local sólido.
¿Qué ocurrió este año?
El año avanzó confirmando en buena medida esas expectativas iniciales. Hacia junio, Sura Investments reportaba que el sol se había apreciado alrededor de 2,2% en el 2025, mientras que el índice global del dólar (Bloomberg Dollar Spot Index) acumulaba una caída superior al 7%. Ese debilitamiento internacional reforzaba la apreciación de monedas emergentes como el sol.
En septiembre, el tipo de cambio tocó mínimos de S/3,406, su nivel más bajo en más de cinco años. Más adelante, en octubre, incluso luego de la vacancia presidencial y cambios en el gabinete, la trayectoria no se alteró. Alberto Arispe, gerente general de Kallpa SAB, explicaba entonces que “la incertidumbre política en este momento no se traslada necesariamente al tipo de cambio”. JP Morgan coincidía en ese diagnóstico y consideraba que el impacto político sobre los mercados había sido limitado.
Hacia noviembre, Jorge Carrillo, profesor de la Pacífico Business School, destacaba que “el punto de partida está en el fuerte desempeño de las exportaciones”, que superan ampliamente a las importaciones y aumentan la oferta de dólares. Ese efecto coincidía con la debilidad global del dólar generada por tensiones fiscales en Estados Unidos y expectativas de reducciones de tasas. Erick Valdez, de Sura Investments, añadía que estos factores habían “fortalecido a monedas emergentes y europeas”.
El Instituto Peruano de Economía (IPE) resaltaba en ese mismo periodo que los ingresos por exportaciones se encontraban en niveles no vistos en más de una década, mientras que el BCR intervenía puntualmente para moderar fluctuaciones, comprando dólares con el fin de evitar que la caída fuera demasiado acelerada.
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Proyecciones
Las proyecciones más recientes de los bancos y consultoras coinciden en un panorama de relativa estabilidad, con un sol que mantendría su fortaleza en el corto plazo.
Scotiabank señaló que el tipo de cambio “se mantendría con tendencia descendente en los próximos meses”, proyectando un cierre cercano a S/3,45 para fines del 2025 y 2026, sustentado en fundamentos económicos sólidos y menor presión política interna.
BBVA Research estimó que el dólar “podría alcanzar los S/3,35 al cierre del 2025”, al considerar que las condiciones internacionales continúan beneficiando a monedas de mercados emergentes con fundamentos sólidos, entre ellas el sol peruano.
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En tanto, Macroconsult coincidió en que la moneda local seguiría fuerte, aunque advirtió que la evolución del dólar global y el contexto fiscal de Estados Unidos podrían introducir episodios de volatilidad.
Credicorp Capital, por su parte, proyectó hacia finales del 2025 un rango entre S/3,65 y S/3,75, pero Renzo Vettori, jefe de Estrategias de Inversión en Credicorp Capital, señaló en octubre que, bajo condiciones de calma en los mercados, el tipo de cambio podría ubicarse entre S/3,52 y S/3,48. Intéligo prevé que el dólar se moverá entre S/3,50 y S/3,60 hacia el cierre del 2025, con episodios de depreciación transitoria hacia S/3,60 a S/3,70 durante el 2026, en función del avance del ciclo electoral.
Impacto en los bolsillos
Un tipo de cambio más bajo tiene efectos mixtos en la economía familiar. Para los consumidores, la apreciación del sol ha significado un alivio en precios de productos importados —desde tecnología hasta vehículos y bienes durables— y una reducción en los costos de viajes al exterior.
Jorge Carrillo enfatizaba que “nosotros consumimos muchos productos importados, por eso, si baja el dólar, bajan los precios”. Por su parte, Cristian Villavicencio, de Renta4 SAB, señalaba que la menor presión cambiaria también ha contribuido a estabilizar precios tras meses de volatilidad.
En términos financieros, cuando el dólar cae, los deudores que mantienen créditos en esa moneda —como hipotecas o préstamos vehiculares— pagan menos en soles al momento de realizar sus cuotas. Lo mismo ocurre con empresas y entidades públicas que mantienen deuda denominada en dólares: la apreciación del sol reduce sus obligaciones financieras.
En el otro extremo, los exportadores han enfrentado una reducción en sus márgenes al convertir ingresos a soles. Sectores como el turismo receptivo, las agroexportadoras y algunas empresas mineras también han sentido el impacto del sol fuerte en su competitividad. Las remesas enviadas desde el exterior pierden valor al convertirse a moneda local, afectando a hogares que dependen de esas transferencias. Aun así, para la minería, los elevados precios del cobre y el oro han compensado parcialmente el efecto del tipo de cambio sobre los ingresos.
Dónde estamos y qué esperar
Con el dólar cerrando la semana en S/3,365, la tendencia bajista sigue dominando. De acuerdo con las proyecciones recientes de Scotiabank, BBVA Research, Macroconsult, Credicorp Capital e Intéligo, el tipo de cambio debería moverse dentro de un rango relativamente estable en los próximos meses, salvo que se materialicen shocks externos más severos o un deterioro mayor de la situación fiscal y geopolítica internacional.
Hacia el primer trimestre del 2026, Scotiabank y BBVA prevén un sol firme, apoyado en fundamentos económicos, términos de intercambio altos y un BCR que mantiene la volatilidad bajo control. Macroconsult, por su parte, señala que los riesgos están más vinculados a la política interna y a la trayectoria del dólar global que a factores estructurales de la economía peruana.




