Viernes, Noviembre 1

“We Live in Time” es de esas películas por las que algún incauto se detiene frente a su anuncio para decir: ‘oh, se ve buena’. En principio, marca la diferencia debido a las sonrisas en color sepia de sus estrellas Florence Pugh y Andrew Garfield, singulares joyas de Marvel. Cimentan su camino en el cine independiente con el nuevo drama del director irlandés John Crowley, traducido al español, “El tiempo que nos queda”. Tiene el plan de robar un par de lágrimas a sus espectadores con el carisma de los actores, que interpretan a dos amantes soportando las desavenencias de la vida, como el divorcio, la familia o el cáncer.

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Bastante aplaudida en el Festival de San Sebastián y Toronto (TIFF), la película se introduce en la vida de la chef Almut (Florence Pugh) y el joven divorciado Tobias (Andrew Garfield), una pareja que se encuentra de manera fortuita y que, con el paso del tiempo, descubre el verdadero peso del amor. Por decisión de Crowley, el montaje no es lineal, pero el tiempo juega un papel importante en las vidas de los enamorados. En una década, ellos lidian con sus primeros días de amantes en el pasado y el cáncer de Almut en el presente.

“We Live in Time” está en cartelera desde el 31 de octubre.

Trailer de “We Live in Time” o “El tiempo que nos queda”

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Una película melosa

Desde el primer momento, el tono marca una sucesión de escenas románticas y momentos que rozan la melancolía. Si bien los personajes de Almut y Tobias no están casados, se llevan como una pareja consolidada. Incluso, podría inferirse que una escena referencial del director sale de la discusión principal a puertas cerradas entre Scarlett Johansson y Adam Driver en “Historia de un matrimonio”, pero transformada en una versión menos intensa con Pugh y Garfield.

La fotografía, llena de tonos cálidos y planos cuidadosos, nos invita a ver la belleza del amor entre Almut y Tobias, aunque la enfermedad siempre esté presente como una sombra. Sin embargo, es inevitable alejarse de una estética melosa en la cinematografía de Stuart Bentley, con muchos silencios y algunos momentos en cámara lenta, en su intento de conmover. Las imágenes bellas, pero previsibles, podrían cansar a quienes buscan una experiencia emocional menos conducida por el dramatismo.

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“We Live in Time” rompe el esquema

En general, los filmes de parejas enfrentando el cáncer inician desde que se conocen, luego se enamoran y finalmente llega la temible muerte. Hablando de historias de amor interpeladas por la enfermedad, “Un verano para recordar” con una espléndida Mandy Moore, sin duda, marca la pauta en el género de amor incondicional y reflexión sobre la vida. “Otoño en Nueva York” junta a un hombre mayor y una joven soportando la fase terminal, Winona Ryder y Richard Gere, pero con un escenario frío y sobrio. Igual que la anterior, el protagonista cambia sus viejas costumbres masculinas por más tiempo de calidad con la mujer que ama.

A pesar de compartir una narrativa romántica, “We Live in Time” rompe el esquema tradicional de las películas sobre el amor y el obstáculo del cáncer, villano en la ficción y la realidad. Por tanto, no solo es romántica, sino que tiene una protagonista exitosa e independiente, que está preocupada por su legado. Además, se atreve a introducir un embarazo en la relación de pareja, con una mujer sopesando su mal incurable y la bendición de la vida en una escena arriesgada, pero muy conmovedora.

Lágrimas garantizadas

Con saltos entre el enamoramiento, el sexo y momentos de vulnerabilidad, Crowley mezcla escenas de construcción de un hogar y la progresiva devastación de la enfermedad. Por un lado, hay mucha melancolía en una relación inicialmente llena de esperanza. Por el otro, no llega a la chispa de pasión como en “Entre amor y otras drogas”. Solo por hacer referencia a otra carismática y sexual conexión en el caso de Anne Hathaway siendo una enferma de Parkinson y adicta al sexo con el personaje de Jake Gyllenhaal en esa película. Pero, retomando la complicidad de Almut y Tobias, tienen una vida sexual activa que nutre su relación. Por eso, también transitan en la idea de la pareja perfecta: deseosa, amable y de buen humor.

El director busca al milímetro una película simple. Sigue el trasfondo de sus previas “Brooklyn: un nuevo hogar” con Saoirse Ronan o “El jilguero” con Ansel Elgort, al sumergir al espectador en la vida de personajes que pierden algo esencial y deben encontrar una nueva perspectiva para seguir adelante. Apelando a la sensibilidad del público, “We Live in Time” sigue la misma fórmula. ¿Qué hacer mejor si hay la oportunidad de vivir? ¿Y si hubiera poco tiempo de vida, cómo se marcan las prioridades? Los más sensibles requerirán de mucho papel tisú para secarse las lágrimas en el cine, más o menos, a partir de la mitad de la película.

Veredicto: una película cursi y trágica

“We Live in Time” es un drama que explora la fragilidad del amor frente al peor villano de todos los tiempos, el cáncer. Florence Pugh y Andrew Garfield tienen ángel en su personalidad y ofrecen actuaciones cautivadoras. Aunque el director no teme estar cerca de los romances melosos y trágicos que intentan forzar el llanto, sus personajes son más arriesgados que los de otras películas en el mismo género. Las decisiones que los conducen llevan a un espacio de reflexión personal. Los más sensibles llorarán, y luego otros solo se harán algunas interrogantes. ¿Un clásico de los favoritos? Que tampoco espere tanto.

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