Ni por las fiestas navideñas la presidenta Dina Boluarte bajó el tono que le viene imprimiendo a sus últimas intervenciones públicas. El lunes, durante la inauguración de la comisaría de Nuevo Progreso en Villa María del Triunfo (Lima), volvió a afirmar que sus críticos no la doblegarán con sus mentiras y campañas de odio.
“Junto a mis ministros valientes, como el ministro del Interior, y la Policía Nacional mantendremos al Perú en la senda de la recuperación económica y de la recuperación de la seguridad ciudadana”. De esta manera, la presidenta Dina Boluarte reiteraba su confianza al ministro del Interior, Juan José Santiváñez.
Los halagos para Santiváñez y la policía nacional no cesaron. Lo volvió a hacer el mismo día durante la ceremonia de entrega de patrulleros en el Ministerio del Interior.
“Felicito su valentía y su coraje de estar haciendo cosas innovadoras en este Ministerio del Interior. Señor ministro, sigamos trabajando juntos; comandante general [de la policía], sigamos adelante, tenemos un compromiso con el país y no podemos detenernos”, complementó.
Los elogios y palabras amables se dieron apenas dos días después de que se ordenara el traslado a otras unidades de 67 efectivos miembros de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac).
Las movidas policiales incluyeron a los seis oficiales que participaron en el allanamiento a la casa de la presidenta en marzo pasado, como parte de las investigaciones del Caso Rolex.
No es la primera vez que la presidenta escoge el camino de la confrontación en sus intervenciones; la semana pasada, y a propósito de la publicación de encuestas, Boluarte dijo: “Perdónalos, señor, porque no saben lo que hacen, no saben lo que encuestan” y, sin señalar a ninguna, acusó a las encuestadoras de haberle solicitado dinero a cambio de aumentarle algunos puntos, lo que generó el rechazo de estas empresas.
Pareciera que la presidenta Dina Boluarte es consciente de que, con solo el 3% de aprobación y sabiendo que el 56% de peruanos la considera el personaje más negativo del año, solo le queda la lealtad incondicional de varios de sus ministros y, sobre todo, la de Juan José Santiváñez, casi convertido en el refugio seguro de la mandataria.
Sin embargo, lo paradójico de todo es que, si se animara a hacer un cambio en el Ministerio del Interior y asumir el liderazgo de la crisis de la inseguridad ciudadana, su situación de cara a la percepción ciudadana podría ser mejor, pero Boluarte prefiere no tomar ese camino. Más vale morir matando.