El Perú es de los pocos países de la región que aún no logran recuperar su turismo a niveles prepandemia. Si bien la clave está en mejorar la infraestructura en los principales atractivos, persiste el interés de hacer permanentes medidas antitécnicas como la renovada reducción de IGV a hoteles y restaurantes. El inicio de un nuevo año ofrece la oportunidad de mejorar la asignación de los recursos públicos hacia estrategias efectivas.
Retos del turismo
Entre enero y noviembre del 2024, el Perú recibió a casi tres millones de turistas extranjeros, 32% más que en el 2023. Así, se estima que habrá superado los tres millones de arribos al cierre del año. No obstante, ese número se encuentra alrededor de un millón de turistas por debajo (26% menor) de su nivel prepandemia. En contraste, Brasil, Colombia, Argentina y Chile ya superaron sus valores del 2019. Ello refleja una importante pérdida de atractivo como destino turístico en la región. En los últimos cinco años, el porcentaje de turistas chilenos que visitan el Perú se redujo de 30,4% a 19%, mientras que se incrementó su preferencia por conocer Argentina y Brasil.
Esta situación responde en parte a una deficiente infraestructura turística. Según el Índice Global de Desarrollo de Viajes y Turismo, el Perú ocupó el puesto 74 (de 119 países) en calidad de los servicios turísticos, detrás de Uruguay (29), Chile (33), Argentina (50), Colombia (71) y Brasil (72).
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Para el 2025, la inauguración del nuevo terminal del aeropuerto Jorge Chávez representaría una gran oportunidad para impulsar el turismo. No obstante, para Juan Stoessel, gerente general de Casa Andina y vicepresidente de la Cámara de Turismo del Cusco, ello sería insuficiente. Según el especialista, es probable que la pista actual tenga que cerrarse por mantenimiento, por lo que no habría un incremento de vuelos hasta el 2026. Asimismo, queda pendiente mejorar el nivel de servicio de los aeropuertos regionales. Chincheros lleva seis años de retraso y a la fecha solo se ha ejecutado alrededor del 13% de las obras principales. Se requieren importantes inversiones en sitios turísticos, como mejorar el acceso físico a Machu Picchu y reformular su sistema de venta de entradas. Así, entre enero y octubre del 2024, el santuario recibió 70 mil menos visitantes que en similar período del 2019.
Cambio de estrategias
Pese al déficit de infraestructura turística y de transportes y la alta informalidad de la producción en este sector –según el INEI, es el segundo más informal (50,3%)–, el gobierno persiste en estrategias poco efectivas para su recuperación. El mes pasado, el Ejecutivo y el Congreso prorrogaron hasta el 2027 la reducción del IGV para hoteles y restaurantes, a pesar de la opinión desfavorable del MEF y de que esta medida beneficia a las empresas de mayor tamaño. De acuerdo con la Sunat, el 76,4% del costo de estos beneficios tributarios en el 2023 (S/565,8 millones) provino del 20% de hoteles y restaurantes con el mayor nivel de ventas.
Según proyecciones del MEF, esta medida reducirá los ingresos fiscales en S/615 millones en el 2025. Luego de incumplir la regla fiscal por segundo año consecutivo, es irresponsable aprobar costosos beneficios tributarios que no resolverán las deficiencias del sector.
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Un desarrollo positivo para el 2025 son los mayores recursos destinados a la promoción de los destinos turísticos: con S/229,4 millones asignados, superó recién su nivel del 2019 (S/173 millones) y casi se ha duplicado el presupuesto del 2024 en términos reales. Este apoyo se da a costa de una menor inversión en infraestructura turística, cuyo presupuesto se redujo en 28,7% este año y se encuentra en su valor más bajo de la última década.
Para que se pueda fortalecer la competitividad turística del Perú, se debe redoblar esfuerzos en su promoción como destino y en la mejora de la infraestructura y calidad de los servicios. Ninguno de estos desafíos se superará mediante la dación de incentivos tributarios. El empleo de más de un millón de peruanos depende de mejores decisiones de sus autoridades.
