Eso de que “el mundo mira hoy al Perú” es una exageración retórica, pero en boca de gobernantes cuyo horizonte estratégico es la semana siguiente solo busca una tregua hasta que llegue el lunes.
La presencia de líderes de Estados Unidos, China, Japón, Canadá, Rusia, Corea del Sur, Australia y otros conlleva un comprensible interés de la prensa internacional. Y sí, lo discutido en las reuniones entre ellos realmente importa al mundo. Pero no nos engañemos: en lo demográfico, económico y geopolítico solo somos un puntito lejano en los grandes asuntos internacionales. Por cierto, algo que, bien pensado, tiene sus ventajas.
¿Con cuánto detalle nos mirarán? Con muy poco. Tendrán por supuesto un memo de sus embajadas, lo suficientemente breve para que tengan tiempo de ojearlo. En ellos tratarán de explicar por qué la presidenta y el Congreso tienen una desaprobación mayor del 90% o por qué Lima se ha vuelto una ciudad muy peligrosa. Algunos quizás incluyan que a millones de escolares y universitarios les suspendieron sus clases por una semana dizque para no perturbar a los visitantes; eso sí, asegurando que más de “50 mil almas” puedan asistir al partido de fútbol de esta noche.
Dicho esto, el APEC sí es importantísimo para nosotros, pero no por lo que dice el Gobierno, sino porque es una confirmación del acierto estratégico de que en las últimas décadas se hayan promovido y conseguido acuerdos comerciales con muchísimas economías que, agregadas, representan el 80% del PBI mundial.
Súmese a los que tenemos con los países mencionados arriba, los tratados con la Unión Europea y con los europeos que no lo integran; a saber, el Reino Unido, Islandia, Noruega y Suiza. Asimismo, con Tailandia, Indonesia, Singapur y Emiratos Árabes Unidos. También, con casi todos los países de América del Sur y Central, así como con México.
Esta apertura del Perú al mundo para comprar y, en mucho más volumen, vender es un gran logro que contribuye decisivamente a la resiliencia de nuestra economía, aun en medio de la podredumbre política en la que vivimos.
No fue fácil al inicio. Los que tenemos edad para recordarlo sabemos que la izquierda se opuso radicalmente a los acuerdos de libre comercio con el argumento de que arrasarían la producción nacional y traerían más pobreza.
Peor aún, el partido que teóricamente nos gobierna, encabezado por la plancha Castillo/Boluarte, llegó al poder con un programa que textualmente decía: “Los tratados de libre comercio, Alianza del Pacífico, Acuerdo de Asociación Transpacífico, entre otros, nos han convertido en una colonia comercial y serán anulados”.
Ahora el primero está merecidamente en la cárcel por golpista y su sucesora reparte medallas en Palacio a cuanto “imperialista” se preste para la foto.
El APEC no era el único hito previsto para estas fechas. Estaban también la inauguración del puerto de Chancay y del nuevo aeropuerto, ambos desarrollados por gestión de privados.
Es una vergüenza que tanto el gobierno de Castillo como el de Boluarte hayan sido tan incompetentes y no hayan hecho las obras públicas necesarias para complementarlos. A nuestro nuevo aeropuerto se llegará por puentes notoriamente provisionales hasta el 2027 y el nuevo plan urbano para Chancay está previsto para el 2034; en ambos casos, si por una vez se cumplen los plazos.
El APEC ha tenido como anfitrión al Perú en el 2008, el 2016 y el 2024. Si la rotación continúa, esperemos que en el 2032, para el próximo APEC en Lima, tengamos una política y unas instituciones que no den vergüenza, que en un país ojalá con mucha mayor inversión privada sean más bien aliadas y garantía para que tengamos un progreso con y para la gente. ¡Que no haya que mostrar la “mejor imagen” y que las realidades sean las que hablen!