Miércoles, Diciembre 4

En el Perú, los billetes de baja denominación (S/10 y S/20) han pasado de representar el 51% del efectivo circulante en 2004 a solo el 26% en 2024. Además, luego del pico de enero de 2021, el número total de billetes circulando bajo estas denominaciones se ha reducido en 20%. Esta transformación no es un accidente, sino el reflejo de un cambio profundo en la manera en que los peruanos gestionan su dinero. A medida que la digitalización de los pagos crece, el efectivo pierde protagonismo, y con ello surgen retos y oportunidades.

Los datos son elocuentes: con más de 17 millones de usuarios de billeteras digitales (el 72% de la población adulta), las transacciones digitales escalan exponencialmente. A partir de las cifras del BCRP, estimo conservadoramente que al cierre de 2024 se procesarán 340 transacciones por segundo a través de billeteras digitales, más del doble de las realizadas en 2023 y cinco veces las de 2022.

Además, no solo los pagos persona a persona vienen acelerándose, sino también los persona a comercio. Los pagos a través de códigos QR se triplicaron en un año y alcanzaron un volumen de casi 8 transacciones por segundo en agosto de 2024 y un ticket promedio de S/37, favoreciendo a pequeños comerciantes y negocios minoristas. En ese sentido, la demanda por billetes de S/50 también muestra una tendencia negativa desde finales de 2021.

Si bien los avances son claros, es importante notar que estos podrían ser incluso más altos. Según Worldpay, el porcentaje del valor de las transacciones en puntos de venta a través de billeteras digitales ubicaban a Perú y Brasil alrededor de 8% en 2020. Sin embargo, para 2023, en Brasil creció a 18% y en Perú solo a 14%. Para 2027, se proyecta que llegará a 41% en Brasil y solo 28% en el Perú.

En ese sentido, una verdadera inclusión financiera sigue siendo un reto. Según el Índice de Inclusión Financiera (IIF) que elabora Credicorp, el Perú alcanzó apenas 46,1 puntos en 2024, muy por debajo de otros países de la región como Chile (58,3 puntos). La desconfianza en el sistema financiero y las brechas de acceso a Internet limitan una mayor inclusión.

La digitalización no es solo una tendencia, sino una oportunidad única para promover la inclusión financiera, fortalecer la confianza en el sistema y ofrecer alternativas a la informalidad. ¿En qué estamos trabajando para capitalizar el ocaso del billete chico?

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