viernes, diciembre 12

La psicología es una ciencia tan bella como sorprendente, con casos que parecieran sencillos de resolver, pero cuando empiezas a escuchar a los pacientes en la terapia te das cuenta de muchas carencias en habilidades sociales que, si no se desarrollan en la infancia, pasarán luego factura.

Y una que me atrevo a decir es una epidemia de soledad que se da en los niños (actualmente consultan y conversan sus problemas con la IA), y que tiene explicación algunas veces por el trabajo de los padres y, aunado al tránsito de nuestras calles, hace que el niño muchas veces esté solo en casa, algunas veces con la abuela, otros con familiares que están pendientes más del celular que de estimular en el menor ciertas habilidades.

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Menores que usan el espacio educativo como espacio social y luego ya no hay más, salvo algún domingo que salen con los padres a algún mall de nuestra ciudad. Lejanos los tiempos de jugar en el barrio, conversar en una esquina, visitar familiares, salir al cine con los primos, y muchas veces esto se limita por cuestiones económicas, pero más por seguridad propia de estos tiempos.

Entonces, la alternativa del menor que está solo en casa es refugiarse en videojuegos, conversar por WhatsApp con sus amigos que también están solos en otras casas, ver reels que luego le producen más angustias que respuestas: “qué hay más allá de la vida”, “no tengas hijos para que no sufran en la vida”, “estudiar es perder nuestra juventud”, y todo ese contenido, al no controlarse, hace que muchos tengan trastornos mentales como baja autoestima, ansiedad y depresión.

Pero volvamos al tema de la soledad. Esta puede ser emocional, causada por la falta de escucha o cariño de los padres, o por circunstancias externas como mudanzas, cambios escolares o problemas en el hogar.

Cambios familiares, poco tiempo de calidad, acoso escolar y exceso de pantallas pueden aumentar el aislamiento emocional en la infancia.

Factores de relación y sociales

Acoso y rechazo escolar: Ser víctima de burlas o ser rechazado por los compañeros aumenta significativamente la soledad y el malestar, rebajando su autopercepción.

Falta de habilidades sociales: Dificultades para hacer amigos o para mantener relaciones debido a una falta de habilidades sociales o una percepción negativa de las mismas.

Cambios en el entorno: Mudarse a un nuevo vecindario o escuela crea una falta de familiaridad y oportunidades de conexión. Muchas veces se sufre trastorno de adaptación.

Relaciones familiares: Falta de tiempo compartido con los padres, conflictos en el hogar, ver constantes peleas o escuchar hablar mal de un padre hacia el otro, o la experiencia del divorcio de los padres (no se les prepara para el divorcio).

Factores emocionales y psicológicos

Necesidad de conexión social no cumplida: Sentir que no se tienen relaciones significativas o de calidad con otros.

Timidez y ansiedad: Estas características personales pueden generar dificultades para iniciar o mantener interacciones sociales.

Pérdidas y duelos: La muerte de un ser querido o de una mascota, o la pérdida de una relación significativa, puede generar un sentimiento de vacío.

Desconfianza: La falta de apoyo y la sensación de abandono pueden llevar a desconfiar de otros adultos y compañeros.

Consecuencias emocionales de la soledad en el niño

La soledad crónica se asocia con sentimientos persistentes de infelicidad y malestar emocional ocurridos desde la infancia. El sentirse inadecuado o incapaz de conectar puede llevar a una sensación de inutilidad.

La soledad puede generar una visión negativa de uno mismo y de sus propias capacidades. A largo plazo, la soledad infantil puede ser un factor de riesgo para desarrollar ansiedad y depresión en la adultez.

¿Qué podemos hacer para que él, ella o ellos no se sientan solos?

Para revertir la soledad en niños, se debe fomentar la conexión social y la autoestima a través de interacciones positivas y tiempo de calidad. Es fundamental pasar tiempo con el niño, ayudarlo a desarrollar habilidades sociales para hacer amigos (como la amabilidad y la lealtad), y animarlo a explorar intereses y unirse a grupos o clubes, aprovechar las vacaciones útiles y ponerlos en actividades grupales que integren a los niños, al mismo tiempo que se está atento a señales de depresión o aislamiento.

Hacer una política que involucre a los municipios, colegios y al Estado, promoviendo la integración y conectividad social en los niños usando espacios públicos donde conozcan a otros niños y puedan vencer este nuevo flagelo que nos amenaza: la soledad.

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