El año que terminó vio una recuperación en el crecimiento de la economía. A fines del tercer trimestre llegaba a 3% y el BCR proyectaba que cerraría el año en 3,2%, ciertamente superior a la caída que sufrimos el año previo (-0,5%). En el mercado laboral, sin embargo, la mejoría es aún limitada, y para los jóvenes el deterioro ha continuado.
En efecto, a fines del tercer trimestre del año el empleo a escala nacional acumulaba un descenso de -0,7% en los últimos 12 meses, ligeramente mayor entre mujeres (-0,8%) que entre hombres (-0,5%). En el lado positivo, la tasa de empleo formal mejoró en 0,7 puntos porcentuales, impulsada por los sectores Manufactura (1,9 p.p.) y Construcción (3,4 p.p.). El empleo adecuado creció en 0,8 p.p. Asimismo, en el trimestre más reciente se observaba ya un crecimiento positivo en el empleo agregado, 0,7%. No deja de sorprender, sin embargo, la baja elasticidad implícita del empleo en relación al crecimiento del producto.
Sin embargo, para los jóvenes no ha habido mejoría. Más bien, el empleo se deterioró entre ellos bastante más que en el resto de la fuerza laboral ocupada, -1,6% versus -0,5% para los últimos 12 meses hasta fines del tercer trimestre. La tímida recuperación de la tasa de empleo formal no alcanzó a los jóvenes, entre los que se deterioró (-0,3 p.p.). El empleo adecuado también marchó en dirección opuesta al resto de la fuerza laboral, -1,4 p.p. Finalmente, tampoco tuvieron alivio en el tercer trimestre, en el que, por el contrario, la ocupación entre ellos se deterioró fuertemente, en -4,4%.
Más preocupante aún es el hecho de que no es el caso que el 2024 haya sido un año inusualmente malo para los jóvenes. Si comparamos su situación con relación al período prepandemia, queda claro que hay un fuerte deterioro de la situación de los jóvenes en el mercado laboral a lo largo del último quinquenio. Así, observando el mercado laboral más grande del país, Lima Metropolitana, la PEA juvenil ha caído un alucinante -18% entre el 2019 y 2024. A pesar de esta inusual retracción en la oferta laboral, la caída en la ocupación entre aquellos que han permanecido en el mercado laboral ha sido de -16% y la del empleo adecuado ha sido de un tercio. Más aún, el subempleo por ingresos creció 30% en el mismo período.
Estas cifras deberían causar particular preocupación dado el poder predictivo de los primeros empleos con relación al empleo futuro de los jóvenes, bien documentado en la literatura especializada. Parece increíble la poca atención que recibe la problemática de los jóvenes, cuando sus posibles consecuencias ya se pueden atisbar: los que pueden se van del país; los que no, se inclinan al dinero ‘fácil’ de la delincuencia.