En Cusco, en la Capilla de San Bernardo se presentó “Machupicchu: el camino a su sostenibilidad”, un libro que reúne propuestas para reordenar el destino turístico más emblemático del país. Expertos del sector público y privado discutieron los riesgos actuales y las soluciones estructurales necesarias. El Comercio estuvo presente en el lanzamiento y conversó con los coautores del libro.
El documento fue elaborado por el Instituto Peruano de Economía (IPE) junto con el Instituto Cusqueño de Economía (Incuse), tras un trabajo de análisis técnico que recoge estudios, datos de campo y propuestas de especialistas en patrimonio, turismo, territorio y gestión pública. Su objetivo es ofrecer una hoja de ruta que permita superar la fragmentación institucional y ordenar el crecimiento del sitio.
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Durante el evento, una mesa de diálogo reunió a Carlos Gonzales, presidente de la Cámara Regional de Turismo del Cusco (Cartuc); Ricardo Ruiz Caro, coautor del libro y exdirector de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco; Rogers Valencia, presidente del Instituto Cusqueño de Economía (Incuse) y exministro de Comercio Exterior y Turismo; Percy Castro, coordinador del Proyecto Especial Plan Copesco; y Eliana Baltazar Sota, subgerente de Articulación Comercial de Gercetur Cusco. Todos coincidieron en que Machu Picchu enfrenta un problema de gestión que ya no permite sostener la demanda ni asegurar una experiencia adecuada para el visitante.
Gonzales advirtió que la planificación turística quedó rezagada durante años. “Los planes desarrollados hasta el más reciente de 2019 ven al turismo como un problema; no consideran la gestión turística como eje central”, afirmó. Para él, el Plan Maestro 2026–2030 debe incorporar por primera vez una mirada integral del visitante y del territorio. También señaló que la experiencia del turista no fue considerada en los planes previos.
En tanto, Castro alertó que la presión sobre Machu Picchu aumentará con la puesta en marcha del aeropuerto de Chinchero. “Si con cuatro millones tenemos problemas de capacidad de carga, con siete millones la situación será más grave si no hacemos algo”. Agregó que, sin una planificación previa, la nueva demanda podría agravar la saturación del sitio.

Desde Gercetur, Baltazar agregó que la crisis no responde a un exceso de turistas, sino a una gestión desarticulada. “La experiencia turística se ve afectada porque la cadena de gobernanza falla, y los ingresos que genera el sitio no se reinvierten luego en su gestión”, afirmó. Baltazar recordó que la Política Nacional de Turismo identifica estas fallas de articulación como retos estructurales.
Mirada conjunta
En diálogo con El Comercio, Rogers Valenica y Ricardo Ruiz Caro coincidieron en que el problema central de Machu Picchu es la falta de una gestión articulada y una lectura equivocada del territorio. Ambos señalaron que la discusión pública se ha concentrado por años en variables aisladas —aforos, buses o frecuencia de trenes— sin atender la raíz del problema. Valencia añadió que la crisis reciente dejó un mensaje negativo a nivel internacional sobre la capacidad del país para manejar su principal destino turístico.
Sobre ese punto, Valencia señaló que el debate público ha puesto el foco en indicadores que no resuelven el problema estructural del destino. “El diagnóstico ha sido equivocado”, afirmó. Explicó que, durante años, se ha discutido sobre capacidad de carga o número de buses sin atender los cuellos de botella reales: infraestructura, inversión pública y ampliación territorial. Para él, una medida urgente es aumentar el espacio disponible para la visita. “La ampliación por el kilómetro 113 y el kilómetro 119 permitiría expandir el espacio de visita”, indicó.
Durante la conversación, se planteó el problema de que la gestión del Santuario Histórico se encuentra repartida entre distintas entidades sin un mando claro. Ruiz Caro coincidió en ese diagnóstico y señaló que la falta de articulación institucional es uno de los principales obstáculos para ordenar el sitio. Añadió que la Unidad de Gestión del Santuario Histórico “es inoperante porque no tiene capacidad real de mando sobre las instituciones que participan”. Para él, esta fragmentación ha generado vulnerabilidad en la administración del sitio e impedido consolidar medidas sostenidas.
Asimismo, agregó que muchas de las soluciones planteadas ya estaban presentes en documentos técnicos de hace más de 30 años, pero no fueron ejecutadas. Señaló que el libro recupera esa evidencia y la ordena como base para una propuesta integral.
Ruiz Caro explicó que esta falta de articulación también se refleja en prácticas operativas que deterioran la experiencia del visitante. Mencionó como ejemplo la venta presencial de boletos en Machu Picchu Pueblo, a la que calificó como una de las situaciones más críticas del destino. “Uno de los temas más penosos y más complicados es la venta presencial de mil boletos. En términos reales, termina siendo casi un secuestro de visitantes en el lugar”, afirmó. Añadió que esta permanencia forzada afecta la experiencia turística y proyecta una muy mala imagen del destino.
Los dos especialistas también expresaron preocupación por los accesos. Valencia recordó que la falta de infraestructura alternativa hace que cualquier conflicto paralice el destino. En tanto, Ruiz Caro precisó que “los trenes operan en un oligopolio y el acceso por buses es un monopolio. Mientras no haya infraestructura alternativa del lado amazónico, no es una verdadera alternativa”.
En su análisis, Ruiz Caro advirtió que el modelo de visita tradicional está agotado y que la presión sobre la zona urbana debe replantearse. “La visita que se impuso hace casi 50 años genera mucha fricción con el espacio arqueológico; eso ya no es sostenible”, señaló. Valencia añadió que el uso de los recursos también debe corregirse. Recordó que la paralización del centro de visitantes refleja la pérdida de capacidad de ejecución del Estado. “Machu Picchu genera más de S/ 200 millones al año y solo se gastan S/ 7 millones en el sitio; debería invertirse mucho más”.
Ambos coincidieron en que Machu Picchu debe gestionarse como un territorio más amplio que el área urbana de la ciudadela. Ruiz Caro recordó que “el Machu Picchu verdadero empieza en la base de la montaña; es todo un territorio organizado”, mientras que Valencia advirtió que el país debe recuperar capacidad de ejecución. “El mensaje al mundo fue que no podemos manejar nuestro destino”, añadió.

El enfoque territorial como eje de la propuesta
El libro propone recuperar la mirada integral que tuvo Machu Picchu en época inca, articulando montaña, valles y acceso amazónico. Los autores sostienen que este enfoque permitiría diversificar flujos, ampliar rutas y reducir la presión sobre la zona urbana, pero también fortalecer la experiencia de visita y evitar paralizaciones por bloqueos o conflictos.
La discusión en Cusco dejó en claro que la sostenibilidad del destino exige decisiones coordinadas, inversión sostenida y un modelo de gestión que integre patrimonio, territorio y operación turística. Sin ello, advirtieron, Machu Picchu seguirá expuesto a episodios de saturación, tensiones y pérdida de competitividad internacional.













