
“Seguiré en la política, pero como antes de haber iniciado la campaña: como un escritor, como un intelectual que aspira a que su país salga adelante”, afirmó en una entrevista con el diario español “El País”. El autor de “Conversación en la Catedral” también remarcó que no intentó llegar a ser jefe de Estado “por el puro apetito del poder”, sino para realizar una reforma liberal en un país sumido en la hiperinflación, corrupción y en el terrorismo.
Vargas Llosa refirió que él sabía que “la política es una actividad sucia”, pero que en el Perú “esa suciedad virtual de la política adquirió dimensiones de horror o de comedia”, al recordar que recibió amenazas de muerte, a través de “mensajes manchados de sangre”, que lo acusaron de evadir impuestos y hasta de drogadicto.
“La más pintoresca [de las injurias] me resulta aún increíble: yo había dicho en un reportaje de televisión que una de las experiencias que más asco me habían dado en la vida la tuve a los 14 años, cuando me dieron a probar droga, que jamás volví a usar. Pues salió la ministra de Educación del Gobierno a prevenir a las madres de familia: ‘Piensen en sus hijos, cómo van a ponerlos en manos de un drogadicto’”, contó.
A pesar de la derrota y de los malos momentos que vivió como candidato presidencial, el escritor subrayó que no se arrepiente de esta etapa.
“Pude haber hecho las cosas mejor, pero nunca me arrepentí. Fue una experiencia muy rica; he conocido el país al revés y al derecho, y me he visto con toda clase de peruano […] Creo que pocas veces se ha expuesto la verdad de una forma tan contundente durante una campaña electoral. Jamás dije algo que no pensara hacer, y acaso eso es de mal político, porque probablemente esa sinceridad no me ha dado la victoria”, acotó.
Vargas Llosa ha muerto. La noche del domingo sus hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa, dieron la triste noticia de la partida del escritor, que estuvo cerca de llegar a la Presidencia del Perú y cuyo principal legado político fue, a palabras de ex primeros ministros formados bajo su tutela y de expertos, el cambio de chip en el país, que le abrió las puertas al libre mercado.
El primer paso: la oposición a la estatización de la banca
La actividad literaria de Vargas Llosa siempre estuvo ligada a la política. Antes de ser candidato presidencial, el Nobel de Literatura rompió con la revolución cubana y pasó a ser uno de los mayores críticos de la dictadura castrista (tras haberla respaldado inicialmente), también cuestionó la confiscación de los medios de comunicación durante el régimen militar en el Perú y fue firme opositor al primer gobierno de Alan García (1985-1990).
Es precisamente el anuncio de García Pérez en 1987 de estatización de la banca lo que provoca el ingreso del escritor a la arena política activa.
“Ciudadanos, instituciones y partidos democráticos debemos tratar de evitar que nuestro país-que ya padece de tantas desgracias- se convierta en una pseudodemocracia manejada por burócratas incompetentes donde solo prosperará la corrupción”, advirtió Vargas Llosa en el artículo “Hacia el Perú totalitario”, publicado en El Comercio en contra del anuncio del líder aprista.
Y aunque el Congreso bicameral aprobó la medida y el gobierno ingresó a los bancos a la fuerza (el BCP fue intervenido con una tanqueta), García Pérez luego dio marcha atrás. Esto a raíz de las protestas en Lima, Arequipa y Piura y otras ciudades. Estas fueron lideradas por el escritor.
En “El Pez en el Agua” (1993), su autobiografía, Vargas Llosa sostuvo que cuando subió al escenario, en la plaza San Martín sintió “exultación y terror”, al ver las decenas de miles de personas reunidas, unas 130 mil, de acuerdo con la revista “Sí”.
“Algo debía haber cambiado en el Perú cuando una muchedumbre así me escuchaba decir, aplaudiendo que la libertad económica era inseparable de la libertad política, que la propiedad privada y la economía de mercado eran la única garantía del desarrollo y que los peruanos no admitiríamos que nuestro sistema democrático ‘se mexicanizara’ ni que el Apra se convirtiera en el caballo de Troya del comunismo en el Perú”, rememoró.
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El Fredemo y la derrota en las urnas
En la biografía política “Vargas Llosa, su otra gran pasión” (2025), el ex primer ministro Pedro Cateriano, su autor, contó que, en 1997, tras las protestas en contra de la estatización de la banca, empezó la formación del Movimiento Libertad. Esto a pesar “del riesgo que se corría de desgastar su imagen pública” cuando aún faltaban tres años para las elecciones generales de 1990.
En 1988, el Nobel de Literatura tuvo los primeros acercamientos con el expresidente Fernando Belaunde Terry y con el exalcalde de Lima Luis Bedoya Reyes para la formación de una alianza entre el Movimiento Libertad, Acción Popular y el Partido Popular Cristiano (PPC). Esta coalición, con idas y vueltas, se concretó en el Frente Democrático (Fredemo).
“El Fredemo le quitó a la figura de Vargas Llosa novedad y no solo afectó su imagen de independencia, porque cierto sector de la opinión pública pensó que había sido mediatizado por los partidos políticos, sino que también tuvo que asumir el pasivo de una gestión que nunca hizo lo que él promovía, es decir, impulsar una revolución liberal”, remarcó Cateriano en su último libro, en referencia al segundo gobierno de Belaunde Terry (1980-1985), que tuvo como aliado al PPC.

La coalición no estuvo exenta de diferencias y momentos de tensión. Por ejemplo, Acción Popular no estaba en la misma línea liberal de Vargas Llosa, lo que dificultó aterrizar un plan de gobierno. Y también hubo una renuncia del escritor a su postulación, luego de que desde el partido de la lampa inicialmente se negaran a ir juntos a las elecciones municipales de 1989.
El Fredemo no logró hacerse con la alcaldía de Lima ese año, sino el conductor de TV Ricardo Belmont, quien fue el primer “outsider” de la política peruana.
“Este [ir juntos a las municipales] fue el primer gran error. El expresidente Belaunde les dijo al PPC y al Movimiento Libertad, ‘señores lo que interesa es el plato de fondo y no los entremeses’, fue un yerro, tan es así que se perdió. Ese fue el inicio de la derrota del Fredemo [en las presidenciales]”, manifestó el excongresista Víctor Andrés García Belaunde a El Comercio.
García Belaunde reconoció, en diálogo con este Diario, que hubo discrepancias entre Acción Popular y los demás integrantes de la alianza promovida por Vargas Llosa. “Cuando Belaunde murió, Vargas Llosa dijo que no era un liberal en temas económicos, sino políticos y eso es verdad. Él y el Fredemo eran liberales en la economía y en la política, y esa era la gran diferencia con el acciopopulismo. Sí, tuvimos discusiones, sobre todo en el tema de educación”, manifestó.
El Nobel de Literatura logró ganar la primera vuelta, pero quedó muy lejos del 51% para ser elegido presidente. Alberto Fujimori, quien hasta inicios de marzo no estaba en el radar, logró pasar con Vargas Llosa al balotaje con un 29,2%. El autor de “La Fiesta del Chivo” le ofreció a su adversario su plan de gobierno, su equipo técnico y retirarse. Pero al notar la cercanía de este con el entonces mandatario Alan García declinó.
Los resultados de la segunda vuelta se dieron, como había previsto el escritor: Fujimori fue elegido presidente con el endose de los votos del Apra y de la Izquierda Unida.
Vargas Llosa, en “El Pez en el Agua” (1993), consideró que su derrota electoral “se debió a varios factores”, entre ellos el haber centrado “toda la campaña en la defensa de un programa de gobierno, descuidar los aspectos exclusivamente políticos, denotar intransigencia y mantener, de principio, a fin, una transparencia de propósitos que me volvió vulnerable a los ataques y a las operaciones de descrédito”.
Al respecto, la lideresa del PPC, Lourdes Flores Nano, señaló que la caída electoral del escritor se debía a la “fortísima contra campaña” desplegada hacia él desde el Apra, la izquierda, un sector del empresariado y el movimiento evangélico. Agregó que se creó “temor” en los sectores más pobres, en el sentido, de que los cambios indispensables propuestos por MVLL serían “nefastos para ellos”.
“Ese temor generó un vacío y este fue llenado por una persona desconocida. También es cierto que la campaña parlamentaria que acompañó la presidencial fue agobiante y excesiva, eso generó un hastio y sensación de distancia”, manifestó a El Comercio.
Flores Nano subrayó que, si bien Vargas Llosa perdió la elección, su gran aporte “fue poner al centro las políticas públicas” que requería el país para iniciar “una contrarreforma” sobre la base estatista del gobierno militar de los setenta y que no fue corregida ni por Belaunde ni García en los ochenta. “Su impronta y presencia introdujo la necesidad de ese cambio, fueron tan fuertes sus ideas que en los tres años siguientes a 1987, tras las protestas contra la estatización de la banca, prácticamente las únicas ideas que se discutían eran las de Vargas Llosa”.

El escritor, como se mencionó líneas arriba, solo se retiró de la política activa, pero continúo ligada a ella. Al gobierno de Fujimori, que aplicó en parte el shock económico del Fredemo, no lo cuestionó hasta después del 5 de abril de 1992, cuando el entonces presidente rompió el orden constitucional al dictar el cierre del Congreso bicameral, la intervención del sistema de justicia e imponer un estado de excepción.
“Al cinismo y a la banalidad se añade en este caso el sarcasmo. Pues quien ahora se proclama dictador para moralizar el país protagonizó, en las últimas semanas, un escándalo mayúsculo en el que su esposa, su hermano y su cuñada se acusaban recíprocamente de hacer negocios sucios con los donativos de ropa hechos por el Japón a Ios pobres de Perú. La familia Fujimori y allegados podrán en adelante administrar el patrimonio familiar sin riesgo de escándalo”, escribió en el artículo “Regreso a la barbarie”.
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El garante
Tras la caída del régimen fujimorista y el retorno de la democracia en el país, Vargas Llosa respaldó las candidaturas de Alejandro Toledo (2001), Alan García (2006), Ollanta Humala (2011), Pedro Pablo Kuczynski (2016) y Keiko Fujimori (2021). Todos, con excepción de la última, lograron ganar la Presidencia de la República.
El apoyo a Toledo llevó al Nobel de Literatura a discrepar públicamente con su hijo Álvaro Vargas Llosa, quien junto al escritor Jaime Bayly hizo un llamado al voto en blanco en la segunda vuelta de 2001, en rechazo a que el líder de Perú Posible se había negado a reconocer a Zaraí Toledo como su hija.
“Yo lamento que por primera vez no pueda apoyar una opinión política de Álvaro. Creo que ha actuado de forma precipitada […]. Nada de lo ocurrido me lleva a revisar mi apoyo a Toledo, a quien sigo considerando como la mejor opción para el Perú”, refirió en El País.
En 2006, dio su respaldó a García Pérez para un segundo mandato, en razón a la cercanía de Humala, el de polo rojo, con el dictador venezolano Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI.

Cinco años después, Vargas Llosa apoyó a Humala Taso, quien esta vez se enfrentaba a Keiko Fujimori, hija del entonces encarcelado expresidente Fujimori.
En el libro “Vargas Llosa, su otra gran pasión” (2025), Cateriano detalló que fue el escritor el que propuso concretrar una estrategia “para encauzar a Humala y que se comprometa públicamente a respetar el orden democrático y constitucional”. La llamada hoja de ruta- firmada por el nacionalista, ahora con polo blanco- habría sido la consolidación de esa iniciativa.
En el 2016, el Nobel de Literatura le brindó su apoyo a PPK, de quien se distanció luego de que este, una vez elegido, otorgara un indulto humanitario a Fujimori, sentenciado en el 2009 por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta a 25 años de prisión.
Su último respaldo político en el Perú fue a Keiko Fujimori en el 2021, quien enfrentó en la segunda vuelta a Pedro Castillo, quien hoy cumple prisión preventiva y afronta un juicio oral por haber dado un golpe de Estado el 7 de diciembre de 2022.
“Vargas Llosa fue muy consecuente, su antifujimorismo fue muy reiterado, pero cuando vio la amenaza de Castillo, no dudó en respaldar a Keiko Fujimori, fue un gran gesto. También fue generoso con Alan García, quien en su primer gobierno hizo todo lo necesario para crear sombras sobre él. Cuando Mario vio que García había evolucionado, no dudó en respaldarlo”, refirió Flores Nano a este Diario.
Cateriano, en diálogo con El Comercio, dijo que los respaldos de Vargas Llosa “fueron principistas”. “Lamentablemente, en la mayor parte de los casos, los que traicionaron el compromiso con el pueblo fueron los presidentes y eso es algo de su exclusiva responsabilidad”, complementó.
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Un cambio ideológico como legado
La ex primera ministra Beatriz Merino, quien fue parte del Movimiento Libertad, afirmó que más allá del hecho coyuntural de la candidatura presidencial de MVLL, el legado del escritor tiene que ver “con la defensa absoluta de la democracia, de la libertad, de los derechos humanos y de la creación de un país con igualdad de oportunidades”.
“Mario cambio mi vida y la de muchos políticos, cuando instaló en el Perú sus ideas sobre la democracia, la economía y el desarrollo. Estas se impusieron en el país décadas después [de su postulación]. Es el peruano más ilustre y su legado no solo es en la literatura. Hoy más que nunca a los jóvenes les toca defender esta bandera”, expresó a El Comercio.

Merino, además, señaló que Vargas Llosa, en lo político, solo cabe interpretarlo de una sola manera: “fue transparente y no tuvo agendas ocultas”.
El expresidente de la Confiep Miguel Vega Alvear, quien también fue parte del Movimiento Libertad, señaló que los intentos de introducir en el Perú la política liberal en el siglo XX “nunca fueron tan nítidos y claros” que con la aparición del Vargas Llosa candidato. Agregó que el escritor siempre estuvo ligado a la realidad peruana y recordó que, a fines de la década de los setenta, coordinó con él y el economista Hernando de Soto la realización de foros para viabilizar el retorno a la democracia.
“Él, naturalmente, tuvo siempre mucha identificación con la situación de nuestro país, eso llevó a Mario, siendo de origen arequipeño, a tener un arraigo grande y ser consciente de que el Perú debía integrarse [al mundo]. Por eso fue un gran partidario de conectar el Pacífico con el Atlántico”, sostuvo Vega Alvear en diálogo con este Diario.
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A su turno, Cateriano remarcó que la participación de Vargas Llosa en la campaña electoral de 1990 “significó un cambio ideológico y político para el país”. “No ganó, pero su mensaje de cambio permitió que en el Perú se desmontara el modelo estatista que estableció Velasco y que trajo consecuencias nefastas para la economía”, manifestó el ex jefe de Gabinete Ministerial.
En comunicación con El Comercio, el también exministro de Defensa subrayó que el Nobel de Literatura fue “valiente” en condenar a las dictaduras militares, civiles, de izquierda y de derecha como forma de gobierno en el Perú y en América Latina, “donde la cultura democracia no se ha fortalecido”.
“Él fue valiente al enfrentarse a la dictadura cubana, también a la venezolana y nicaraguense. Además, condenó a Videla, en Argentina; a Pinochet, en Chile y a Fujimori, en el Perú. Eso va a quedar como legado y es digno”, acotó.
Las tres etapas
El analista político Enrique Castillo consideró que Vargas Llosa “es el máximo exponente del liberalismo en el Perú” y que tuvo tres etapas en la política peruana.
“La primera desde una perspectiva de escritor y de intelectual, la segunda es la del actor político cuando decide ser candidato a la Presidencia por el Fredemo y la última es aquella donde él alejado de la actuación política directa decide convertirse en un impulsor del pensamiento liberal, pero sobre todo en un enemigo declarado de las dictaduras y de los gobiernos con tinte totalitario”, explicó a este Diario.

Castillo detalló que, dentro de esta última etapa, Vargas Llosa se convierte “en promotor de candidaturas” que están en contra de tendencias antidemocráticas y a favor del libre mercado no solo en el Perú, sino en América Latina.
“Él defendió tendencias democráticas, lo que vino después, en el caso de los expresidentes peruanos tiene que ver con el comportamiento humano más que una tendencia ideológica”, sostuvo. El también periodista afirmó que Vargas Llosa en la elección general de 2021 “no se adhirió al fujimorismo ni lo defendió, sino que se opuso a una tendencia que ocasionaría un daño mayor al Perú de lo que pensó causaría Fuerza Popular”. “A pesar de que él era un antifujimorista acérrimo, prefirió votar por el mal menor, entonces”, agregó.
Castillo, en otro momento, dijo que, tras el Movimiento Libertad, el Perú no ha tenido otra agrupación política que pudiera continuar, mejorar o seguir la tendencia liberal del escritor.

El politólogo Gonzalo Banda refirió que Vargas Llosa es el mayor de los cultores del liberalismo en América Latina en una época donde en la región “había un enamoramiento prístino y patético” sobra las políticas de estatización, por la revolución cubana y los rezagos del comunismo soviético.
“Él fue de los primeros que les plantó cara a todas estas ideas, desde totas las tribunas […] Fue defensor del libre mercado, de la libertad personal, de las libertades de las minorías, en tiempos donde era poco atractivo y seductor ser un abanderado del liberalismo político”, manifestó en diálogo con El Comercio,
Banda, además, afirmó que en la campaña de 1990 se vio al Vargas Llosa “más imbuido a la realidad peruana”.
“Él decide tirar por la ventana cualquier vestigio de tranquilidad y enfrentar una campaña. ¿Para qué rayos una persona que tiene su prestigio se metería a la política, sobre todo en una época convulsa, con terrorismo e hiperinflación? En El Pez en el agua queda claro el sufrimiento que le reportó esa campaña. Él fue un intelectual orgánico, no solo un hombre que escribió novelas y poesías fue un artista completo”, subrayó.
El legado de MVLL- según Banda- fue convencer de manera racional a la clase política y a un sector de la ciudadanía que el país debía pasar por “una vía purgativa para enfrentar un camino de libertad”.
“Vargas Llosa tenía un programa político donde estas medidas de ajuste económico tenían racionalidad, lo que se implementó en el Perú en el fujimorato fue un liberalismo a trompicones, donde no había filtros, hubo reformas incompletas. Se liberalizó la economía, pero se precarizó el transporte, el comercio, y otros. Y escaló la informalidad. Fujimori no tuvo medidas de contención. La implementación del shock distaba mucho de lo que Vargas Llosa hubiera querido en la realidad”, explicó.
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Banda también calificó al escritor como “un canonizador de candidatos”, al recordar que de los cinco respaldos que dio en el Perú en el siglo XXI, cuatro postulantes fueron elegidos presidentes.
“Vargas Llosa ha perdido muchas elecciones, pero la gente se olvida que ha ganado muchas más que las que perdió. Él podía endosar un apoyo, proteger a un candidato. Y no solo lo hizo en Perú, sino también en otros países de América Latina […] Quizás las grandes polémicas sobrevinieron al final, en su última etapa, cuando dio endoses políticos que no eran propios del Vargas Llosa más lucido, como a José Antonio Kast en Chile”, remarcó.
El analista político destacó al Vargas Llosa que siempre condenó a las dictaduras, que no le importó viajar a México para criticar al PRI en televisión nacional y que fue capaz de distanciarse de los principales escritores del boom latinoamericano, “porque no compartía sus ideas sobre Cuba”. “Fue auténtico”, finalizó.