domingo, diciembre 28

Hay un factor que podría resultar determinante en las próximas elecciones: la confusión. Como ya sabemos, nos enfrentaremos a la cédula de sufragio más grande en la historia de nuestro país. Medirá 42 centímetros de ancho y, dependiendo de la cantidad de partidos que logren inscribirse, podría alcanzar hasta 44 centímetros de largo. Estará dividida en cinco columnas repletas de decenas de símbolos y espacios en blanco para marcar el voto preferencial. El simple acto de llenarla correctamente representará todo un desafío para el elector. Ni qué decir de la jaqueca que podría causar en algunos miembros de mesa durante el escrutinio.

Una ciudadanía desencantada con la política deberá escoger entre la oferta electoral más abrumadora de la historia. Casi 2.000 candidatos para distintos cargos, cerca de 40 partidos en contienda y cinco elecciones en un mismo proceso: presidente y vicepresidentes, senadores por distrito único, senadores por distrito múltiple, diputados y parlamentarios andinos. Un reto que puede marear hasta al más entendido.

Es en este escenario donde la confusión podría jugar un rol decisivo. Personas que han decidido votar por un candidato al Senado en el distrito múltiple podrían equivocarse y elegir a otro aspirante que lleva el mismo número en la lista de su partido, pero que postula en el distrito único. Y viceversa. O que la prisa por cumplir con su deber ciudadano los lleve a confundir símbolos o columnas. O peor aún, ante tanto enredo de logos y casilleros en blanco, podrían optar masivamente por votar en blanco o viciado.

Los organismos electorales deberán desplegar una intensa labor informativa para que el votante se familiarice y entienda lo que, hasta el momento, se perfila como un monstruo de cinco columnas con 42 centímetros de ancho. A una democracia tan golpeada como la nuestra no le haría nada bien tener representantes elegidos por aturdimiento.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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