Jueves, Diciembre 26

Para entender la dinámica que alcanzó la selección peruana de Gareca basta con entrar a Youtube y darle play al gol de Jefferson Farfán ante Nueva Zelanda el 15 de noviembre del 2017. O buscar el short del gol de Paolo Guerrero en el 3-0 sobre Chile por las semifinales de Copa América 2019. Si alguna duda queda, ahí está el segundo tanto, el de ‘Orejas’ Flores a Croacia en abril de 2018. ¿Cuál es el hilo conductor? El buen trato de pelota, las transiciones rápidas, los volantes de buen pie y un eje fundamental con argumentos creativos. Hay que ser realistas, a a estos mismos intérpretes no vamos a volver, por poner a Christian Cueva como claro ejemplo, pero -y aquí nace la controversia- ¿por qué fue necesario desafiliar un estilo tan bien asimilado por el futbolista peruano para intentar evolucionar en la forma de juego? Y como consecuencia de este viraje con Reynoso primero y luego con Fossati, ¿por qué nos cuesta tanto meterla?

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El peor frente al arco

Perú ostenta el peor promedio goleador de las Eliminatorias sudamericanas con apenas tres goles en 12 partidos disputados. Un gol cada 360 minutos desde que llegó el 3-5-2 para instalarse, primero, con el olvidable año de Juan Reynoso, y luego en el cuestionado ciclo de Jorge Fossati. Peor aún, de los tres goles que tiene Perú en estas Eliminatorias, ninguno lo marcó un delantero.

A Perú, salvo en unos amistosos ridículos entre los que se cuentan un engañoso 4-1 sobre República Dominicana, le cuesta mucho el gol desde el último año de Gareca. Esos últimos meses previos al repechaje, la Bicolor terminó clasificando a la revalidación con triunfos fundamentales como los logrados en Caracas y Barranquilla, sin embargo ya algo parecía descomponerse detrás de un éxito maquillado por el esfuerzo, la memoria táctica y la suerte.

A la resaca post-fracaso del repechaje y una evidente y natural caída de rendimiento luego de siete años en los que -en su mayoría- se logró competir al más alto nivel, se le sumó otro factor para la crisis que bien pudo evitarse: la elección de un entrenador con una idea de juego completamente ajena a la que nos había devuelto a una Copa del Mundo tras 36 años de ausencia.

  • La tabla de las Eliminatorias

El cambio con Reynoso

La mayor evidencia de lo mucho que le costó a la selección el reseteo táctico fue el olvidable partido ante Alemania, donde Reynoso aplicó un 3-5-2 disfrazado de un 5-4-1 que terminó haciendo colapsar a Perú a riesgo del ridículo en el primer tiempo. Miguel Araujo, Renato Tapia y Luis Abram fueron los centrales. Por fuera jugaron Marcos López y Luis Advíncula.

Un año después, en los que utilizó hasta cuatro sistemas y apenas sumó dos puntos y marcó un gol en seis fechas de Eliminatorias, dejándonos en el último lugar de la tabla; llegó Jorge Fossati para afianzar la idea y monopolizar el juego creativo con el bendito 3-5-2. ¿Qué tiene que ver esto con la falta de gol?

Por historia, la esencia del fútbol peruano ha sido el toque corto y el juego colectivo. Gareca logró que un puñado de jugadores con relativa experiencia y con presentes no tan exitosos a nivel de clubes, funcionen y se amalgamen perfectamente en una idea de juego que privilegiaba precisamente eso: el toque. Tras el repechaje fallido a Qatar 2022, este libreto fue cambiando por dos razones fundamentales: el estilo del técnico de turno y la crisis deportiva a la que fueron arrastrados la mayoría de los intérpretes de la mejor versión de Perú.

El libreto y la decadencia

Una pérdida fundamental fue Christian Cueva, a quien Fossati -seguramente advertido de las pocas variantes que tenía para ese rol- intentó recuperar a riesgo del ridículo en la Copa América. Otra figura fundamental fue la desaparición en las convocatorias de André Carrillo. A esto se sumó la larga lesión de Yoshimar Yotún y un presente venido a menos de Miguel Trauco. Para completar el declive de la columna vertebral del mejor juego peruano, colapsamos en ataque con los peores -y últimos- años de un Paolo Guerrero de 40 años que sigue forzando su presencia en el más alto nivel.

Esa es la mochila que la que tuvo que lidiar Reynoso y asumió Fossati. El agravante de la crisis del recurso humano es que, como pasó con Gareca, las figuras emergentes son pocas y, peor aún, muchas de ellas no están a la altura de a quien buscan reemplazar. Así, fue necesario, por ejemplo, reciclar a un Carlos Zambrano que, con 35 años, puede ser tan bueno como tan malo. Ahí está también Aldo Corzo, con 35 años, de titular ante Chile, en el partido más trascendental de la era Gareca. Y no es que el lateral de la ‘U’ juegue mal, pero forzar su nivel ante la ausencia de mejores alternativas es también un riesgo.

A eso se suma que Gianluca Lapadula ya tiene 34 y a traviesa quizá una de sus peores temporadas en Europa. También está la mala racha de Renato Tapia, ausente por lesiones y por diferencias con la FPF. La única buena noticia fue la vuelta de Pedro Aquino, quien luego de superar una larga lesión, ha vuelto a jugar en el Santos de la Liga MX. La mala noticia es que Fossati no lo consideró y prefirió a Jorge Murrugarra, un buen jugador que es suplente en Universitario. Lo peor de todo: no hemos logrado encontrar un sustituto ideal para Cueva.

  • Delanteros en Eliminatorias
Delanteros Último gol en Eliminatorias
Paolo Guerrero 28-03-2017
Gianluca Lapadula 29-03-2022
Alex Valera
José Rivera

El gol y el 3-5-2

A toda esta carencia se suma las limitaciones de un 3-5-2 que le resta protagonismo a los extremos, quizá la posición en que más variantes tenemos como Bryan Reyna, Joao Grimaldo. A eso se suma el paso a segundo plano de jugadores con potencial para seguir creciendo como Piero Quispe o Catriel Cabellos.

En ese contexto, Fossati apela a Wilder Cartagena, un jugador suplente en la era Gareca, como eje en la recuperación, al que se suma otro suplente del ‘Tigre’ como Sergio Peña, quien aunque ha mostrado una evolución positiva y mucho ímpetu, carece de la dinámica y la amplitud que tenía un jugador como Cueva. La aparición de Oliver Sonne como volante interior por derecha es, quizá, la única buena noticia.

Sin incomodarse por perder el control de la pelota, con juego largo y prisionero de buscar primero el cero antes que intentar en el juego ofensivo, el Perú de Fossati carece de ideas para hilvanar juego. No tiene intérpretes adecuados para buscar el toque corto y el juego colectivo. Peor aún, ha perdido al referente en ataque, ese Paolo Guerrero que tantas veces sirvió para el pase largo de Trauco, de Yotún o de Tapia.

La dinámica tan lineal orientada a lo defensivo ha impedido que incluso los carrileros busquen mayor inventaba en posición de ataque. Por eso es que Gianluca Lapadula ha sufrido tanto, aislado de la medular y obligado a naufragar solo en ataque. Y aquí otro punto: las piezas de ataque.

Las pocas opciones en ataque

Perú pasa por una crisis de delanteros. Paolo Guerrero, con 40 años, y una seguidilla de malas temporadas a nivel de clubes, no es ya el jugador ideal para liderar el ataque bicolor. El problema, y quizá lo que más preocupa, es que en su estado resulta más importante en el juego que otras alternativas como Alex Valera o el mismo Tunche Rivera.

Paolo Guerrero, luego del partido con Argentina, llegará a la siguiente fecha doble frente a Bolivia y Venezuela con 41 años. Ya en esta fecha doble es el delantero titular más veterano de las Eliminatorias, con cinco año por encima de jugadores como, por ejemplo, Enner Valencia de Ecuador, que tiene 35 años.

El otro gran problema es Gianluca Lapadula, acostumbrado a pelear cada pelota, con mucho desgaste físico y buscar el espacio. En primer lugar, quizá el poco entendimiento o tal vez producto del sistema, ha perdido esa complicidad que tenía para buscar el vacío y ganar la pelota. A esto se suma una discreta campaña goleadora en el Cagliari. Con 34 años, el delantero ya no puede darse el lujo de mantener la misma fórmula de entrega y fricción para el ataque.

Luego están las opciones menores. Alex Valera es un monumento al esfuerzo, pero el nivel no le ha alcanzado hasta ahora para hacernos pensar que puede ser el ariete titular y guía del gol que necesitamos. Santiago Ormeño ya un desencanto y luego no hay más. El resto son extremos o volantes adaptados a la función de segundo hombre de ataque, como Bryan Reyna o Edison Flores, pero no son goleadores.

La escases de delanteros, la falta de recurso humano y la poca expectativa en la aparición de nuevas figuras es un problema cuya discusión termina en el modelo de negocio de los clubes del fútbol peruano. Pero en la selección, a Fossati no le queda más que adecuarse a lo poco que tiene y le queda. El detalle está en que, como lo hizo Gareca, necesita convertirse en un buen administrador de la pobreza.

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