El cometa 3I/ATLAS llegó desde más allá del sistema solar y, antes de proseguir su viaje por el espacio, el próximo día 19 alcanzará su punto más cercano a la Tierra, unos 270 millones de kilómetros, momento que los mayores telescopios aprovecharán para estudiar esta especie de “eslabón perdido”.
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Este objeto no supone ningún peligro, pues pasará al doble de la distancia que separa la Tierra del Sol, y para verlo hará falta un telescopio de mediano tamaño.
A pesar de algunas teorías que han circulado, sus características, color, velocidad y dirección “coinciden con lo que esperamos de un cometa”, indica la Nasa estadounidense en su web.
Este viajero interestelar podría ser “una especie de eslabón perdido, un objeto prístino que escapó de su sistema planetario hace miles de millones de años”, dice a EFE el investigador del Instituto de Ciencias del Espacio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España Josep Maria Trigo-Rodríguez
De hecho, podría ser el cometa más antiguo observado, incluso 3.000 millones de años más antiguo que el sistema solar, que tiene 4.600 millones, según consideran los astrónomos basándose en su trayectoria, señala en su web la Agencia Espacial Europea.
Descubierto el 1 de julio, cuando estaba ya en la órbita de Júpiter, 3I/ATLAS se formó en otro sistema solar y, de alguna manera, fue expulsado al espacio interesterlar. Tras un viaje de millones de años ha llegado a nuestro vecindario, pero solo de paso y se irá para no volver.
Este es el tercer objeto interestelar conocido que se ha observado: el primero fue ‘Oumuamua, descubierto en 2017 y después 2I/Borisov, en 2019. Todos ellos contienen pistas sobre la formación de otros mundos mucho más allá de nuestro sistema solar.
Desde que fue avistado por primera vez, por el telescopio del Sistema de Alerta Temprana de Impactos Terrestres de Asteroides (ATLAS) en Río Hurtado (Chile), el cometa ha sido estudiado por todos los medios al alcance.
Los telescopios espaciales Hubble y James Webb, el satélite Tess, la misión Mars Express, el observatorio solar y heliosférico (SOHO) o la sonda europea Juice, en su camino hacia Júpiter, han puesto sus ojos e instrumentos sobre él.
El objetivo es saber cómo viaja a través de nuestro vecindario y conocer su composición, lo que “abre una ventana a cómo se forman los planetas fuera del sistema solar”, explica en un vídeo el científico planetario del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la Nasa Gerónimo Villanueva.
Volcanes de hielo
Fruto de estas observaciones un grupo liderado por Trigo ya ha publicado un estudio en el repositorio arXiv, es decir, que aún no ha sido revisado por otros científicos independientes.
La novedad más importante sería que el cometa podría tener volcanes de hielo en erupción, un fenómeno llamado criovulcanismo, que explicaría su aumento de brillo a medida que se acercaba a la distancia más cercana al Sol, que se produjo en octubre.
“Lo que le hace diferente de otros cometas es que está experimentando procesos de alteración acuosa, lo que solemos llamar corrosión, al quedar empapado en agua y otros volátiles”, indica el astrofísico.
Estudiando su luminosidad en función de la distancia al Sol se pudo comprobar que el cometa “despertó de su letargo prácticamente a la distancia en que esperaríamos que el hielo de agua comience a sublimarse de manera eficiente”.
Trigo señala que siguen observando cada noche para aprender de su comportamiento y cómo, tras su paso por el perihelio, decae su actividad de emisión de gas y polvo.
¿Será fácil verlo?
270 millones de kilómetros son muchos para intentar ver el cometa a simple vista, aunque en los próximos días sí podrá observarse con telescopios de tamaño medio.
Sin embargo, Trigo advierte de que “no es fácil de ver, al no ser muy brillante”.
Para intentarlo habrá que estar en un lugar oscuro, conocer previamente su posición entre las estrellas o usar un telescopio que lleve a sus coordenadas exactas.
Durante su paso cercano a la Tierra y, posteriormente, podrá ser observado en el cielo antes del amanecer hasta la primavera boreal del año que viene.
Nada menos que un cometa
La aparición de este cometa visitante suscitó la idea de que podría tratarse de un objeto interestelar tecnológico, hipótesis no descartada, entre otros, por el astrofísico de la Universidad de Harvard Avi Loeb, al presentar algunas características inusuales.
Sobre esas teorías, Trigo manifiesta: “la comunidad de estudio de los cuerpos menores está enfadada y preocupada. Lo que hemos vivido es una desgracia para la ciencia y para los que nos dedicamos a divulgarla, porque se nos pone en duda y acusa de ‘ocultar’ cosas”
Para el astrófísico, es “una pena que ciertos colegas hayan promovido tales hipótesis sobre la naturaleza artificial del 3I/ATLAS sin ninguna razón, con toda la evidencia obtenida con grandes telescopios sobre la naturaleza cometaria del objeto”.
Desde la Nasa, su administrador asociado, Amit Kshatriya, señaló hace unas semanas, cuando se hicieron públicas varias imágenes y datos, que “el objeto es un cometa. Parece y se comporta como un cometa y todas las evidencias apuntan a que es un cometa”.













