
A los dos minutos, Paolo Guerrero fue amonestado por un codazo a Williams Riveros y la demora en la revisión de una posible tarjeta roja sacó de sus casillas a Gorosito. El técnico íntimo se asomó a la zona del VAR a pedir que aceleren la decisión y estuvo acompañado de Jesús Castillo y Hernán Barcos. Por su parte, Bustos se mantuvo en su lugar esperando si la decisión cambiaba.
En los siguientes minutos, cuando Alianza Lima tenía mayor control del encuentro, Bustos daba indicaciones bastante gestuales sobre todo a su volante. Al minuto 16, Pablo Lavandeira fue expulsado por una fuerte entrada y, una vez más, Gorosito vociferó en contra del arbitraje con el respaldo de sus jugadores en el banco de suplentes, quienes también jugaban su propio partido.
Bustos, con las manos entrelazadas la mayor parte del tiempo, no se encontraba cómodo con el rendimiento de su equipo y así lo hacía notar en sus indicaciones. Por su parte, Gorosito reclamaba en cada decisión arbitral polémica que advirtiese.
En el segundo tiempo, el hecho de tener a un hombre menos le empezó a costar a Alianza Lima y se tradujo en el campo. Ya no era ese mismo equipo cómodo del primer tiempo, sino que Universitario comenzó a tener mayor posesión.
El empate pudo llegar en los pies de Alex Valera, pero dejó pasar una pelota inmejorable que le costó frustración y llevarse las manos a la cabeza. Por su parte, Alianza Lima intentó más sostener su defensa y empezó a hacer variantes.
Bustos decidió meter toda la carne en el asador con Vélez, Rivera y Costa, mientras que Gorosito quiso cerrar el partido con Castillo, Lagos y Gaibor. Sus indicaciones eran netamente defensivas y del otro lado, Bustos indicaba a su volante que jueguen lo más adelantados posible. La balanza se inclino en favor del ataque de la U y el empate parecía inminente. Gorosito, preocupado, a veces conversaba con Hernán Barcos sobre cómo venia jugando el equipo. Hasta en tres oportunidades se alejó de su zona técnica para conversar con el Pirata. Por su parte, Bustos no daba tantas indicaciones directas, a uno a uno, pues las hacia Edgardo Adinolfi, su asistente técnico.

Ya en el minuto 47, Kevin Quevedo abrió la cuenta tras una gran asistencia de Eryc Castillo y una jugada previa inteligente de Alan Cantero. Como se esperaba, Matute explotó y al primero que buscó Quevedo para dar un abrazo de celebración fue a Néstor Gorosito. Pese a no ser muy efusivo, el abrazo fue intenso y la alegría del entrenador era la cara opuesta de Fabián Bustos, quien se puso las manos en la cintura y miró hacia el suelo.
Hacia el minuto 94, esa inminencia se hizo realidad luego de que Jairo Vélez hiciera una gran jugada individual y el Tunche fusilara al arco. Por su partir, Bustos celebró mirando a la tribuna detrás del banquillo crema y para muchos fue provocador. Incluso, se llevó ambas manos a los oídos
Metros mas allá, Gorosito se quedó inmóvil, quizá no creyendo lo que pasaba, y los jugadores de Alianza se llevaron, en su mayora, las manos a las rodillas. Excepto Erick Noriega, quien lanzó un grito al aire, evidenciando su frustración.
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El jean color negro y el blazer oscuro se quedaron en el armario. Pipo, que entre otras muchas costumbres de exfutbolista es también un hombre de cábalas, decidió cambiar su atuendo luego de la derrota por la Libertadores y había elegido un tono más claro, el azul. La cábala no le funcionó.
Al que sí le funcionó, al menos para no perder, fue a Ureña, quien volvió como a a fines del 2023, se paseó por la cancha de Matute con una tacita de café. Esta vez no alcanzó para el triunfo, pero al menos -y aquí que se peleen los afanados por las cábalas- para salvar un punto en el último minuto.
Otro detalle poco usual en Matute, es que Universitario llegó a la casa blanquiazul en medio de cánticos en el bus, haciendo mucha bulla mientras el bus estacionaba como para motivarse y advertir de su presencia en casa del compadre. Eso sí, en todo momento estuvieron bien custodiados por efectivos policiales para evitar cualquier inconveniente.
Al final, el último grito fue crema. El resto, fue silencio en Matute.