viernes, diciembre 5

“Creo que estamos llegando muy cerca de un acuerdo”, dijo el presidente estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca sobre el estado de las negociaciones.

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El mensaje del mandatario se produjo tras la modificación del plan de 28 puntos presentado por Estados Unidos a Ucrania durante la semana pasada.

El texto original había sido recibido de buen grado por Vladimir Putin, pero fue rechazado por el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, por considerarlo totalmente favorable a la postura rusa.

El presidente de Ucrania, Volodímír Zelensky, se ha dicho estar listo para "avanzar" hacia una negociación. Foto: Pierre-Philippe MARCOU / AFP

La nueva propuesta, que reducía a 19 puntos el plan, surgió de las negociaciones que mantuvieron los equipos estadounidenses y ucranianos en Ginebra (Suiza), dejando bastante más satisfecho a Zelensky.

Los aliados de Ucrania indicaron que el proceso de paz requería garantías concretas para el país atacado por Rusia y compartieron en parte el optimismo de Trump en torno a un posible fin para el conflicto. El futuro de las negociaciones fue discutido en una reunión a distancia mantenida por la llamada Coalición de Voluntarios.

“Las negociaciones cobran un nuevo impulso, por fin tenemos la oportunidad de avanzar realmente hacia una paz duradera”, dijo el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en la videollamada que mantuvo con otros líderes del citado grupo.

“Creo que estamos avanzando en una dirección positiva y los indicios actuales apuntan a que, en gran parte, la mayoría del texto, según indica Zelensky, puede aceptarse”, afirmó por su parte Keir Starmer, primer ministro del Reino Unido.

Starmer y Macron volvieron a hablar de establecer una legación militar propia en territorio ucraniano tras la guerra como un elemento disuasorio para evitar cualquier incursión rusa, aunque precisaron que su idea era contar también con la presencia de Estados Unidos.

“Por fin hay una oportunidad de avanzar de verdad hacia una buena paz, pero la condición absoluta para una buena paz es un conjunto de garantías de seguridad muy sólidas y no sobre el papel”, sostuvo Macron. El mandatario francés indicó que a partir de este miércoles 26 se iba a implementar un grupo de trabajo liderado por su país y Reino Unido para abordar la situación, contando con la “colaboración estrecha” de Turquía.

Zelensky señaló el martes que su país estaba “listo para avanzar” con la nueva propuesta de Estados Unidos para el fin de la guerra.

“Ucrania tiene el borrador trabajado por nuestros equipos en Ginebra. Este borrador está sobre la mesa y estamos listos para avanzar juntos”, declaró el jefe de gobierno ucraniano. Zelensky agregó que “estaba listo” para una reunión con Donald Trump para hablar sobre el tema.

En medio de estas declaraciones Rusia emprendió una serie de ataques con drones y misiles sobre Kiev, los cuales dejaron al menos siete fallecidos y una veintena de heridos, según reportaron las autoridades locales.

Sergei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores ruso, acusó a los europeos de intentar sabotear las negociaciones previas y de eliminar “el espíritu del acuerdo de Anchorage”, esto último en referencia a la cumbre que reunió a Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska.

“Ellos quieren socavar los esfuerzos de Donald Trump, quieren rehacer el plan a su manera”, señaló este martes Lavrov.

El mismo día aparecieron reportes que señalaban que delegados de Estados Unidos, Rusia y Ucrania mantenían conversaciones relacionadas a la redacción del nuevo borrador del plan de paz. Dan Driscoll, enviado estadounidense, salió de la ronda de diálogo indicando que esta “iba bien y seguían siendo optimistas”.

También durante el martes Trump anunció que Steve Witkoff, su enviado especial para Medio Oriente, se trasladará a Moscú para reunirse con Putin. Witkoff fue el coautor del texto original de 28 puntos y aparentemente se buscaría aprovechar sus buenas relaciones con el Kremlin para agilizar la llegada a un acuerdo que ponga fin a la guerra, algo que parece complicado con el nuevo borrador.

Un escenario incierto

Independientemente del optimismo mostrado por los jefes de gobierno y funcionarios involucrados, la naturaleza de las demandas de Rusia y Ucrania hace claro que una propuesta final está bastante alejada de los borradores que cada uno de estos países habría aceptado.

Pese a que Ucrania logró la edición del plan original redactado por Witkoff y Kirill Dmitriev, representante de negocios de Rusia, todavía sigue teniendo un margen de negociación limitado. Según el internacionalista Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura, es probable que los cambios realizados al plan de paz no sean tan sustanciales en última instancia.

“Lo que está claro es que no va a haber una enmienda en la totalidad, pero hay que ver hasta que hasta qué punto consiguen modificaciones, por ejemplo, en el tema de la sesión del territorio que es un punto especialmente delicado. También en lo que respecta a qué medidas se concretan para dar garantías (a Ucrania”, indica el especialista.

El apoyo europeo ha sido hasta ahora una de las pocas certezas que ha tenido Ucrania a lo largo del conflicto, pero el rol garante de dichos Estados podría terminar siendo mucho más limitado.

En opinión del analista internacional Marco Carrasco, profesor de Desarrollo y Estudios de Asia de la Universidad San Marcos, la diversidad de los países de la Unión Europea y la política interna de cada uno supone un desafío a la sostenibilidad de cualquier apoyo a los ucranianos.

“Si bien se da este compromiso, que de alguna manera tiene cierto respaldo al provenir de la Unión Europea en su conjunto, la sostenibilidad como tal no es algo que se puede garantizar en un horizonte posterior a unos dos años. La UE funciona por sus Estados miembros y que estos puedan mantener ese nivel de compromiso supone un escenario bastante abierto. No creo que haya un nivel de garantía igual al que puede representar Estados Unidos”, indica el docente e investigador de San Marcos.

“Con tanta variabilidad que pueda haber a nivel de estos Estados, sea por temas económicos o eventuales políticas de austeridad o similares, puede ser que finalmente también haya alguna suerte de reto para esta sostenibilidad de cara a los próximos años”, agrega.

Ese punto de fragilidad puede verse desde la postura adoptada por Hungría y Eslovaquia, críticos de la ayuda a Ucrania dentro la Unión Europea y algunos de los pocos países de la OTAN que no le brindan apoyo en su conflicto con Rusia. Viktor Orbán y Robert Fico, los jefes de gobierno húngaro y eslovaco, respectivamente, son considerados cercanos a Vladimir Putin y partidarios de reanudar el consumo de gas ruso a gran escala.

A juicio de Enrique Banús, suponen un problema para la causa ucraniana porque medidas clave para la ayuda al país de Volodímir Zelensky requieren el voto unánime de los integrantes de la UE.

“Por motivos políticos se sabe que Hungría y Eslovaquia se van a oponer a todo. A lo mejor no hablamos tanto de ello porque estamos viendo siempre el tema militar y político, pero en lo que respecta al financiamiento, si no se llega a un acuerdo relativamente pronto Ucrania va a tener problemas a partir de abril próximo al punto de no poder pagar los sueldos de los funcionarios”, indica el catedrático de la UP.

El financiamiento citado por Banús es un tema crítico para el apoyo a Ucrania y la Comisión Europea ha calculado que el país invadido por Rusia necesita 136.000 millones de euros hasta el 2027. Por ahora el uso de los fondos rusos congelados es visto como la vía más rápida para cubrir ese requerimiento, aunque hay quienes se oponen, como Bélgica.

“Ucrania necesita crédito, fondos y es una cifra considerable para el año próximo. Ahí es donde los europeos están viendo qué modo hay de financiar a los ucranianos. La vía más popular es la de hacer uso de los fondos rusos que están congelados y a los que tiene acceso la Unión Europea, pero hay países que se oponen, sobre todo Bélgica, porque esos recursos están en buena parte dentro de cuentas en su territorio si esos préstamos no se devuelven, daña a su Ministerio de Hacienda”, dice Banús.

De hecho, Bélgica ya ha bloqueado el plan que había esbozado la Comisión Europea para disponer del dinero ruso confiscado, argumentando que no le brindaban las garantías necesarias para protegerse ante posibles represalias de Moscú.

La alternativa es sostener a los ucranianos desde el propio bolsillo de cada Estado, lo que supondría que cada país miembro destine el 0,27% de su renta nacional bruta a dicho fin, un monto difícilmente asumible. “Ahí se acaba la retórica de apoyo y se entra en un punto muy serio”, comenta Banús.

De momento, la postura europea ha servido para buscar salidas, como sucedió con la modificación del plan de 28 puntos, tras acercarse al secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio; no obstante, la negociación sigue siendo un camino espinoso.

“La propia negociación de paz que se impulsando podría catalogarse como bastante frágil. Hay un montón de puntos que en realidad no están absueltos y dependen mucho de factores externos como la participación de nuevos actores o la voluntad de Rusia que va y viene, dependiendo de cómo evalúa sus circunstancias y el avance territorial”, explica Marco Carrasco.

“Lo cierto es que la alternativa estadounidense siempre va a ser la más sólida pues es finalmente el actor que tiene mayor peso en todo sentido: militar, financiero y más. Si bien en Europa en conjunto puede planificar una suerte de versión propia de estos planteamientos de acuerdo, en realidad no la veo como un contrapeso suficiente como para que pueda finalmente disuadirá los estadounidenses”, añade.

Pese a que el margen de maniobra pueda parecer limitado con integrantes de la cúpula de gobierno estadounidense como J. D. Vance mucho más hostiles con la postura ucraniana, los europeos podrían tener algunas cartas adicionales partiendo de las singularidades del presidente estadounidense y la posibilidad de convencerlo a partir de estas.

“Sabemos de líderes europeos que le caen bien Trump, cosa que parece una tontería, pero que están siendo bastante importante. A él le cae bien el francés, Macron, y respeta bastante al alemán Merz. Fuera de la Unión Europea, el británico Starmer también se entiende con él y sobre todo le cae bien la italiana Meloni. Por ahí hay opciones por esa vía menos convencional, pero que en el caso de Trump funciona”, apunta Banús.

Desde el plano más formal, siguen habiendo pocas señales claras de resolución y la impredecibilidad de Trump seguirá siendo un condicionante para un contexto que, además de las dificultades económicas en el frente, se deberá sumar una variable estacional que puede ser particularmente dura para los ucranianos.

“Esto es muy de Trump: dice una cosa muy extrema, muy radical y luego dice ‘tampoco es para tanto’ y navega hacia atrás. Tenemos un marco en el que no hay una flexibilidad total, pero donde tampoco hay una cerrazón absoluta. Habrá que ver cómo se van moviendo las fichas en las próximas semanas, sabiendo también que la guerra entra otra vez en una fase horrible que es el invierno, que para la población en guerra es espantoso porque el panorama se vuelve muy inhóspito y sabemos que los rusos dedican a atacar las centrales eléctricas que dan calor y eso hay que tenerlo en cuenta”, argumenta Enrique Banús.

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