Un acontecimiento que también se vería en casi todos los países de Sudamérica. Sin embargo, con el pasar de los meses, el miedo se extendió en nuestro país, al punto que varios ginecólogos peruanos tuvieron que desmentir la teoría de que el eclipse solar afectaba a las mujeres embarazadas. Algunos oculistas, por su parte, recomendaron observar el suceso a través de lentes muy oscuros o películas fotográficas veladas para no perder la vista.
Además, la Dirección de Aeronáutica Civil aconsejó cambiar el itinerario de los vuelos hacía la selva peruana, ya que en sus aeropuertos no se podían realizar aterrizajes durante este fenómeno.
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La madrugada del 12 de noviembre de 1966, cientos de limeños salieron de la capital para apreciar el eclipse total de Sol. Algunos se movilizaron hasta el valle de Santa Eulalia, en la provincia de Huarochirí. Otros se trasladaron al cuello Huachoc o a Santa Rosa de Quives, en Canta.
La mayoría de familias acamparon en lugares montañosos preparando sus lentes oscuros y películas veladas para disfrutar del acontecimiento. Este fenómeno no se registraba en el país desde 1937.
A las 8:03 de la mañana, un misterioso resplandor amarillento oscureció todo el cielo peruano. La fase final del eclipse solar duró solo 71 segundos. Durante el evento, una densa neblina opacó el firmamento de la mayoría de distritos de Lima Metropolitana.
Varias aves volaron confundidas de un lugar a otro. Los gallos cantaron como si volviese a amanecer. Las luces de la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez fueron encendidas ante el pánico de los pasajeros y sus familias. El eclipse total inició desde las 6 y 58 de la mañana y terminó a las 9 y 15 a.m.
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Horas después del suceso, cientos de automóviles, ómnibus y camionetas regresaron a la ciudad. Esto ocasionó una congestión vehicular de más de dos horas en la Carretera Central. No obstante, este no fue el único problema que causó el evento en el espacio sideral.
También hubo varios accidentes: un auto se desbarrancó en una acequia de Canta durante el oscurecimiento del cielo; asimismo, una mujer se quemó con agua hirviendo tras asustarse con el eclipse, en tanto un hombre se luxó el pie izquierdo al tratar de avisar a sus familiares sobre el inédito hecho.
Ese día, varios científicos peruanos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), acompañados por expertos franceses, revelaron a El Comercio que habían registrado 11 manchas solares del eclipse desde el Observatorio Astronómico de Moyopampa, ubicado en Chosica.
Horas antes, la NASA había informado que los tripulantes de la capsula Gemini 12, Jim Lovell y “Buzz” Aldrin, tomaron fotografías inéditas del fenómeno espacial mientras estaban fuera de la órbita terrestre.
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El eclipse total de Sol se apreció de diferentes formas en el interior del país. En Tumbes, cientos de personas se juntaron en puntos estratégicos de la ciudad para observar el evento. En Piura, una insólita neblina no dejó ver con nitidez el alineamiento.
En Chiclayo, el oscurecimiento total del cielo asustó a numerosos pasajeros que se encontraban en el interior del aeropuerto de la capital costera.
En otros lugares, como en Trujillo, el eclipse solo se vio por algunos minutos. En Chimbote, varios establecimientos comerciales tuvieron que encender sus luces debido a que la ciudad quedó a oscuras.
Y en Huancayo, el fenómeno astral oscureció todo el valle del Mantaro; mientras que en Cusco, en las aldeas y cabañas de las zonas montañosas, cientos de pobladores le rindieron culto a su amado Inti, el dios de los Incas.
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Arequipa tampoco fue la excepción: en la Ciudad Blanca, hubo campesinos que no sabían del acontecimiento y entraron en pánico. Algunos creyeron que el mundo se iba a acabar. Otros corrieron a sus casas y encerraron a sus hijos ante el temor de que quedaran ciegos al ver el eclipse.
Algo parecido sucedió en el distrito arequipeño de Chiguata. Allí los pobladores prendieron fogatas para que “el sol volviese a la normalidad”. También confinaron a sus esposas embarazadas para que sus hijos no nacieran con alguna deformidad.
Hasta dicha localidad, llegó un astrónomo amateur estadounidense para observar el evento astronómico. La zona fue el centro de operaciones de reconocidos investigadores nacionales e internacionales.
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En ese lugar, cientos de científicos peruanos, estadounidenses, franceses y japoneses, pudieron observar el eclipse total de Sol en un 95%. Esto debido a que utilizaron sus potentes telescopios. Además, les favoreció el despejado cielo de la zona; aunque también tuvieron que lidiar con la abundancia de polvo y un poco de neblina.
No obstante ello, el director del Observatorio Astronómico de la Universidad de Harvard, Donald Menzel, calificó la misión de su equipo como exitosa.
“Merece la pena haber viajado de tan lejos para ver este extraordinario eclipse, pese a que he visto otros en diferentes partes del mundo”, dijo el destacado científico norteamericano.
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La delegación francesa también logró la proeza de lanzar cuatro cohetes para captar mejor el evento. Una hazaña televisiva que solo consiguió la comitiva japonesa, liderada por el científico Kuniju Saito, jefe del Observatorio de Tokio.
Los expertos asiáticos grabaron a color la puesta del eclipse solar durante 19 minutos. El vídeo fue emitido en un canal de la capital nipona días después.
Días después, se dio la información de que investigadores peruanos habían conseguido capturar un gran número de fotos de este asombroso acontecimiento astronómico.
El hecho se logró luego utilizar dos potentes telescopios de luz polarizada. Fue un suceso inolvidable para los peruanos de los años 60, al igual que lo será hoy en el norte del continente americano.