Sábado, Mayo 18

De pronto, el lunes pasado, cuando amanecimos más tranquilos que de costumbre, ¡zas¡, la presidenta hizo tremendo barullo para apagar los murmullos de franqueza con los que el ministro de Economía, José Arista, admitió en RPP que el gobierno es débil y puso como ejemplo que el Ejecutivo ni siquiera tiene bancada. Poco después, entrevistado en una actividad pública, el ministro del MIDIS, Julio Demartini, dijo que discrepaba con su colega de gabinete. El carbón atizó el caldero. Un par de horas después, en el lanzamiento de un programa para discapacitados, la presidenta alzó los decibeles para decir: “Este gobierno que no tiene bancada en el Congreso, pero que tiene grandes amigos en las bancadas (…) no somos un gobierno débil, somos un gobierno que estamos construyendo una madurez política para que no venga ningún grupito que quiera quebrar la democracia y en menos de 5 años tengamos 6 presidentes (…) somos un gobierno sólido, fuerte y unido a pesar del ruido político”.

Todos contra el MEF

¿Qué hace Arista intentando abrazar la realidad con franqueza, cuando su presidenta la niega tapando el sol con pulseras? En otras latitudes y circunstancias, esa pública discrepancia entre una presidenta y su MEF podría ser la antesala de un recambio ministerial. Aquí nadie está seguro de sí lo será, pues el Ejecutivo improvisa decisiones tan serias como cambiar ministros con un ruido y ligereza que Adrianzén reclamaba evitar a los demás. Pero he indagado con fuentes cercanas al MEF y consideran que la página está pasada. Les cuento la historia.

El lunes pasado, en “Ampliación de noticias” en RPP, Mávila Huertas le preguntó a Arista si el gobierno era débil. Él respondió “definitivamente [lo es]” y puso de ejemplo que no tenían bancada. También admitió, respondiendo a otra pregunta, que una de las razones por las que la presidenta no aceptó la renovación del plazo de Carlos Oliva en el Consejo Fiscal (CF) pudo ser las públicas expresiones de Rafael López Aliaga contra aquel. Por cierto, mis fuentes me cuentan que, a pedido del premier Adrianzén, Arista se reunió con el alcalde para que este le explique porqué la Municipalidad de Lima pedía que le amplíen el margen para emitir bonos más allá de los S/.1205 millones ya emitidos. El MEF revisó las finanzas metropolitanas y decidió que podía ampliar hasta S/. 2755 millones. López Aliaga pedía S/.4000 millones.

Pero más urticante que la mención a posibles presiones del alcalde, le pareció a Boluarte lo de la debilidad del gobierno y de ahí vino el discurso en el que samaqueó al ministro. En el entorno de Arista, me cuentan, este oyó voces que le dijeron que piense en renunciar y otras que le dijeron que tirar la toalla sería la consagración del ruido político. Primaron las últimas y en el consejo de ministros (debió ser miércoles, pero se adelantó al martes), antes de que empezara la sesión, Arista les dijo a sus colegas, a modo de disculpas, que lamentaba que sus declaraciones hubieran podido faltar el respeto al esfuerzo y al sacrificio que todos ellos hacían. Luego llegó Dina y el ministro resumió ante ella lo que había dicho a los demás. Boluarte recomendó que todos tuvieran cuidado con lo que decían, pues los periodistas y los adversarios estaban a la caza de sus gazapos.

Adrianzén no se sumó al coro de los ministros que salieron a repetir el mantra del ‘gobierno fuerte’ a expensas del MEF realista. En cambio, Morgan Quero de Educación, Ángel Manero de Agricultura, Elizabeth Galdo del Mincetur, Demartini como ya vimos y, sobretodo, Raúl Pérez Reyes del MTC, han cerrado filas con la ensoñación presidencial de convertir la debilidad en fortaleza y la dependencia respecto del Congreso en virtuosa alianza.

La relativa sobre exposición presidencial de los últimos días hace pensar que Dina quisiera compensar con la discreción de Gustavo todo lo que la opacó Alberto. ¿Habrá cambios ministeriales en el MEF y otros sectores tras el sinceramiento de Arista? No se puede descartar uno más de los súbitos cambios de fajines que jalonan este gobierno. Aunque concebidos como un ‘refrescamiento’, disminuyen ese ‘capital político’ que mencionan las calificadoras de riesgo. Si es que Boluarte evalúa un cambio, es muy probable que los candidatos aumenten sus condiciones y sus reticencias. La no renovación de Oliva en el Consejo Fiscal ha sido una doble metida de pata presidencial, por la bulla que provocó en los observadores de la economía y porque, al final, la presidenta va a tener que elegir su reemplazo –de acuerdo a la ley orgánica del CF- entre tres profesionales de una terna propuesta por los consejeros. Es casi seguro que el elegido pensará, como Oliva y como el propio MEF, que el gobierno es débil y es mejor ser realista que fantasioso.

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