Sábado, Septiembre 28

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Increíblemente, ese jueves 12 de abril el helicóptero que los había llevado los abandonó y luego dio aviso a sus mandos. Pero nadie fue a buscarlos de inmediato. Resistieron ese día, pero estaban cercados, y el viernes 13 de abril los comandos de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (Dinoes) debieron enfrentar un nuevo ataque de los subversivos. Ese día, murió Tamani, pero Vilca y Astuquillca quedaron levemente heridos.

Entonces, el domingo 15 el abril, sin refuerzos y con escasas municiones, los dos soportaron un tercer ataque de las hordas senderistas. Allí fue que Astuquillca fue herido en una pierna y un brazo, y Vilca lo instó a escapar, pues ya no podía disparar. Vilca se quedó para enfrentar a los terroristas, solo con una herida en la pierna (muslo derecho).

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Astuquillca, herido, logró sortear a los terroristas, y dos días antes de llegar a Kiteni, el viernes 27 de abril, se encontró con una campesina que lo ayudó, alimentó y curó algo sus heridas. Kiteni era una zona segura y allí llegó el domingo 29 de abril (17 días después del ataque). Desde esa localidad lo trajeron a Lima en una avioneta, el lunes 30 de abril. Astuquillca tenía heridas de bala en la pierna y el brazo y estaba completamente deshidratado.

CASO VILCA: REACCIÓN TARDÍA DE LOS AUTORIDADES

Las autoridades policiales y militares recién tomaron acciones de rescate concretas el martes 1 de mayo de 2012 (¿los daban por muertos?). Esto es, luego de la aparición de Astuquillca en Lima. Pero el padre del suboficial César Vilca Vega, el señor Dionisio Vilca Subaranes, se cansó de esperar en la localidad de Kiteni, a donde había llegado el martes 24 de abril. Ese 1 de mayo, el padre de Vilca tomó una decisión.

Dionisio Vilca tenía fe en hallarlo aún con vida; herido pero vivo. Apelaba a su fortaleza, a su preparación para afrontar situaciones extremas, y por ello pidió ayuda de dos nativos machiguengas, quienes conocían como la palma de su mano esa zona de Alto Lagunas, en la selva de La Convención (Cusco).

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Aquel primer día, ya en la zona, algunos machiguengas le dieron información de dónde podía estar el cuerpo de su hijo, el suboficial PNP César Vilca. Entonces, Dionisio Vilca pidió a las autoridades policiales que no intervinieran, porque era una zona con control narcoterrorista. Él y sus guías solo irían para traer el cuerpo, vivo o muerto. Dionisio Vilca no iba a buscar venganza ni hacer daño a nadie. La Policía se lo permitió, era lo mínimo que podía hacer para ayudar a ese padre desesperado.

A las 4 de la madrugada del miércoles 2 de mayo de 2012, marchó a la zona indicada, y no fue sino a la 1 de la tarde que recién se encontró con los restos de su hijo, de solo 22 años. Según Astuquillca, Vilca Vega tenía una herida de bala en la pierna derecha. Eso lo confirmó Dionisio Vilca. Pero hubo más cosas que él no hubiera querido confirmar.

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CASO VILCA: PADRE, HE AHÍ A TU HIJO

En ese segundo día de su propia búsqueda, Dionisio Vilca Subaranes sintió el dolor más profundo que puede vivir un padre; un dolor que lo desgarró por dentro, aunque por fuera aun mantuviera una expresión de tranquila pena y resignación. Esa mañana del miércoles 2 de mayo vio a su hijo mutilado. Lo más probable era que el comando se haya defendido hasta el último minuto en que fue asaltado y vejado por las huestes senderistas del VRAE (valle de los ríos Apurímac y Ene).

El cuerpo del suboficial PNP César Vilca Vega fue encontrado por su padre en Alto Lagunas, en el distrito de Vilcabamba. Su cuerpo, efectivamente, estaba mutilado, y se le halló a 300 metros de donde se había ubicado el cadáver del otro agente policial, Lánder Tamani. Dionisio Vilca, de 53 años, consiguió con el corazón en la mano lo que ni mil agentes de las fuerzas combinadas del Ejército y la Policía Nacional, acantonadas en el VRAE, pudieron cumplir.

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El cuerpo solo tenía la ropa interior, los brazos mutilados, la dentadura fuera de la cavidad bucal, el cráneo partido, la cara completamente hinchada e irreconocible, echado boca abajo y en avanzado estado de descomposición, según declaró horas después en la comisaría de Kiteni el padre del suboficial”, describía El Comercio. (EC, 3/5/2012)

Don Dionisio reconoció a su hijo por los brackets en la dentadura. Además de todo lo señalado, el cuerpo de César Vilca presentaba una fractura en la canilla izquierda y un orificio de bala en el muslo derecho, como narró su compañero Astuquillca.

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El padre cargó el cuerpo malogrado de su hijo, sacó fuerzas de donde no se imaginaba, y lo trasladó en una camioneta hasta Kiteni. Allí llegó con el cuerpo alrededor de las 7 de la noche. No lo dudó ni un segundo, y lo llevó al centro de salud de la localidad para que lo embalsamaran.

CASO VILCA: UN PADRE AUN CON FUERZAS PARA DENUNCIAR LA NEGLIGENCIA

Ese mismo día, el 2 de mayo de 2012, apenas pudo, Dionisio Vilca fue directamente a la comisaría para encarar al jefe de la Dinoes, el general PNP Salvador Iglesias Paz. Desde que llegó a Kiteni -el martes 24 de abril– este se negó a darle información del caso, y le recriminó cuando decidió salir en busca de su hijo, el suboficial desaparecido.

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Según una fuente del diario decano, el padre del suboficial, dolido, le dijo al general PNP: “Es indignante lo que han hecho con mi hijo, es una cobardía que no hayan querido salir a buscarlo y que yo haya tenido que arriesgar mi vida en la selva para encontrarlo”. La verdad del padre era dolorosa, pero no dejaba de ser verdad.

Según esa misma fuente, “el general Iglesias se quedó sin habla por unos segundos y luego ensayó una disculpa diciendo que la zona es muy peligrosa para las fuerzas del orden. El jefe de la Dinoes, además, culpó al Ejército porque -según él- no lo dejó salir a buscar a su subordinado”. (EC, 3/5/2012)

En Lima, en la casa de la familia Vilca Vega, en el distrito de San Martín de Porres, otro padre, Miguel Vilca, abuelo del suboficial caído, habló con cólera sobre el alto mando de la Policía Nacional.Yo les decía que busquen a mi nieto, pero no tenían ese empeño. Él podía haber sido rescatado con vida, si lo hubieran buscado bien”, se lamentó. (EC, 3/5/2012). En tanto, el Ministerio del Interior publicó un comunicado bastante inexacto, en donde confirmó el descubrimiento del cuerpo de César Vilca por “una comitiva” en la que estaba su padre.

El 3 de mayo de 2012, los restos del suboficial César Vilca Vega que trajo su padre Dionisio Vilca desde Kiteni, en el Cusco, fue recibido por su familia y vecinos con amor, admiración y consuelo, justamente en la losa deportiva “La Bombonera”, una canchita de fulbito, muy cerca de su casa, y en la que César Vilca jugó de niño, ante la atenta mirada de su padre. Su padre que fue a buscarlo en el lugar donde quedó abandonado cuando cumplió con su deber de policía.

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