miércoles, diciembre 17

Al menos 80 congresistas postulan a la reelección como diputados y senadores, y resulta inevitable pensar en el uso que les darán a sus respectivos despachos a favor de sus campañas proselitistas. El Parlamento está a tiempo de poder establecer lineamientos claros para evitar que se utilicen recursos públicos en las actividades electorales.

El programa Cuarto Poder (Canal 4) reveló el último domingo el caso del personal del congresista Roberto Sánchez (candidato presidencial de Juntos por el Perú) en actividades de campaña en pleno horario laboral. Antes hemos tenido denuncias similares con personal de Fuerza Popular, llegando al extremo del caso donde una cámara de video del Parlamento terminó en un mitin de la candidata presidencial Keiko Fujimori.

Si bien han existido algunas sanciones (en el caso de la cámara de video), la verdad es que no se ha mostrado intención de establecer lineamientos claros a favor salvaguardar los recursos de los Parlamento.

El establecimiento de lineamientos tiene que pasar por establecer sanciones claras para los trabajadores que accedan a realizar labores partidarias o de campaña en pleno horario laboral. Las licencias deberían brindarse en casos específicos y justificados, como ocurre en cualquier centro laboral.

Esto debe venir acompañado de la figura del “despacho vacío”, mediante la cual el congresista reciba una sanción que implique la pérdida de todo el personal contratado durante un tiempo específico. ¿Cómo funcionaría el despacho parlamentario? Con el fin de que no pueda acusar paralización de funciones, el congresista podrá completar los puestos de su equipo con personal de planta del Congreso mientras dure la sanción en su contra.

El Congreso tiene más de 3.500 personas en planilla y se han hecho estudios donde se determina que puede funcionar con la mitad. Bajo esta lógica, un congresista podría operar un despacho con el personal de planta, y sin la necesidad de inflar la planilla con la contratación de siete personas a su propio criterio político y amical.

Hacia el nuevo Congreso bicameral se debería pensar -desde ya- en una forma de optimizar el personal. Me temo que con los límites presupuestales establecidos no alcanzará para evitar que la planilla legislativa siga siendo una agencia de empleos. Para esto, se requiere realizar un nuevo estudio y determinar las plazas realmente necesarias para el funcionamiento legislativo, y eliminar las gollerías como los bonos injustificados, o el otorgamiento indiscriminado del bono de escolaridad (que a la fecha se entrega hasta a los trabajadores que no tienen hijos).

El primer período de esta nueva época bicameral debe ser aprovechado para corregir los excesos que se construyeron, sin justificación, en toda la era unicameral. De lo contrario, se habrá cambiado el cascarón, pero la madera seguirá descascarándose por dentro.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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