Martes, Noviembre 26

“Es fantástico lo que uno encuentra, pero te da la sensación de que es muy poco lo que realmente se alcanza a conocer de ese lugar. Con ese rayito de luz que se hizo en un lado de la montaña te tienes que hacer una idea de toda la biodiversidad que hay en ella”, dice Javier Sellanes, profesor del departamento de Biología Marina de la Universidad Católica del Norte, después de haber participado en la expedición que recorrió, en aguas internacionales, los montes submarinos de la Dorsal de Nasca, una cordillera que se desplaza por el fondo del océano pacífico atravesando en su camino los mares de Perú y Chile.

El investigador que estuvo a bordo del buque científico Falkor narra cómo se hicieron los recorridos en el fondo del mar, utilizando un robot submarino que descendió entre 2000 a 3000 metros de profundidad. “Cuando bajamos el robot submarino hacemos un transecto de solo dos o tres kilómetros. Es como escalar una montaña de noche con una linterna y solo puedes ver lo que hay en ese transecto, es posible que estés pasando junto a un ecosistema maravilloso, pero no te das cuenta. Lo mismo sucede en el océano profundo”.

Durante los 28 días que duró la expedición del buque Falkor (too), los científicos identificaron una nueva montaña submarina de por lo menos 3109 metros de altura y con la ayuda del robot se logró explorar su cima donde se encontraron esponjas y corales milenarios. Además, los exploradores encontraron 20 posibles nuevas especies para la ciencia, así como el primer registro de un posible nuevo género de calamar.

Se trata de la tercera y última expedición a los montes submarinos del Pacífico Sudeste realizada por el Schmidt Ocean Institute en coordinación con el Center for Coastal and Ocean Mapping de la Universidad de New Hampshire, el Centro de Ecología y Gestión Sostenible de Islas Oceánicas de la Universidad Católica del Norte (ESMOI) y la organización Oceana.

En las dos anteriores expediciones, los científicos a bordo del Falkor exploraron las cordilleras submarinas de Salas y Gómez y de Juan Fernández, así como el fondo marino que va desde la costa de Chile hasta las islas de Rapa Nui, en el mar jurisdiccional de Chile. En esta tercera ocasión, el plan inicial era explorar la Dorsal de Nasca, en el mar peruano, sin embargo, la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (DICAPI) denegó el permiso de la embarcación aduciendo motivos de seguridad nacional.

Un mundo de maravillas

“Hemos dado un salto gigante en el conocimiento”, comenta Sellanes sobre los hallazgos que se hicieron con el buque Falkor (too). El investigador explica que antes de que se realizaran las expediciones, se conocía de una manera muy somera estos montes submarinos Apenas se había llegado a unos 500 a 800 metros de profundidad, pero ahora se tiene información sobre lo que hay hasta por lo menos los 3000 metros de profundidad.

Además, Sellanes, quien también es investigador del ESMOI, explica que antes de que se realizaran estas expediciones se contaba con muy poca información de los montes submarinos, pero que ahora son más de 30 el número de montes explorados. “Podemos tener una idea mucho más clara de cómo se distribuye la biodiversidad, porque no es lo mismo lo que vive en la cima del monte, a lo que lo habita en la ladera, a una profundidad intermedia, a lo que vive en la base de la montaña submarina”, explica.

En conversación con Mongabay Latam, Sellanes menciona que durante la exploración lograron detectar la presencia de pesqueros en la zona, incluso se ubicaron líneas de pesca y trampas perdidas que se usan para pescar crustáceos “Se notaba que había cierto impacto en muchos de los montes que visitamos. Pero, por otra parte, en las zonas más profundas se veían ambientes muy prístinos y naturales”.

Entre los hallazgos de la expedición, Sellanes menciona los jardines de corales y las esponjas con corales gigantes “de dos a tres metros de altura, que se nota son colonias de corales muy antiguas, probablemente de cientos o miles de años”. También observaron fauna que no se había registrado en las expediciones anteriores. “En esta oportunidad fuimos un poco más profundo que en las campañas anteriores y vimos algunas especies que no habíamos registrado hasta ahora, sobre todo, unos erizos muy particulares que incluso pueden ser un nuevo género para la para la ciencia”.

Las imágenes tomadas por el robot submarino ROV SuBastian también captaron, por primera vez, a un calamar vivo del género Promachoteuthis. Se trata de un género muy raro del que solo se han descrito tres especies en base a unos pocos especímenes recolectados, varios de ellos de fines del siglo XIX. Hasta ahora este género de calamar solo se había descrito a partir de muestras encontradas en redes.

Los investigadores también documentaron un pulpo Casper, una especie que por primera vez se ha visto en el Pacífico Sur, además se encontraron dos sifonóforos Bathyphasa, comúnmente conocidos como monstruos espaguetis voladores.

Un área protegida para alta mar

La Dorsal de Nasca es una cordillera que está protegida en sus extremos con reservas y parques marinos tanto en Chile como en Perú. Sin embargo, toda la zona que está en aguas internacionales está actualmente sin ningún tipo de resguardo, explica Sellanes. Pero eso podría cambiar.

En el 2023, luego de 20 años de negociaciones se firmó el acuerdo de Biodiversidad Marina de Áreas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ, por sus siglas en inglés), conocido como Tratado de Alta Mar, que busca garantizar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina en aguas internacionales. El acuerdo fue firmado por 80 países, sin embargo, para que entre en vigencia debe ser ratificado por 60 de ellos, una cifra a la que aún no se ha llegado.

Las cordilleras submarinas Dorsal de Nasca, y su adyacente Dorsal de Salas y Gómez, han sido consideradas por expertos como un lugar clave para ser designada como Área Marina Protegida en alta mar.

“Es importante seguir recopilando información de buena calidad, seguir revelando la importancia de la biodiversidad que habita esta zona para que llegado el momento se tenga los mejores datos posibles para poder declarar esta zona como un área marina protegida en aguas internacionales”, declara Sellanes.

El investigador de ESMOI indica que las muestras biológicas que se han tomado en las tres expediciones se encuentran en la sala de colecciones biológicas de la Universidad Católica del Norte, en Coquimbo, Chile. “Las estamos catalogando, inventariando y ordenando. Con algunas muestras ya se ha avanzado en la parte taxonómica, pero estamos planificando, a partir de fin de año, hacer talleres con taxónomos de todo el mundo”.

Nuevos conocimientos sobre la vida en el mar

El equipo de investigadores mapeó y exploró varias de las montañas que forman parte de la Cordillera de Nasca y en uno de estos montes encontró una colonia de coral prístino de aguas profundas que brinda refugio a una gran variedad de organismos como peces, estrellas de mar y cangrejos. Esta área recorrida tiene aproximadamente 800 metros cuadrados.

Tomer Ketter, científico principal de la expedición y técnico marino del Schmidt Ocean Institute, señaló a Mongabay Latam que la zona recorrida es una región, hasta ahora, poco visitada. “Es una zona de biodiversidad muy especial por lo que realmente sentimos que es el lugar adecuado para volver y continuar con la investigación”.

Entre los hallazgos de esta última expedición, a Ketter le sorprendieron particularmente las colonias de corales y esponjas. “Son grandes áreas, muy densas en estas especies que son fundamentales porque crean hábitat para muchas otras. Encontramos varias de esas grandes colonias, que son un buen indicio de cuán saludables y vibrantes son esas comunidades”.

Sobre las 20 posibles nuevas especies para la ciencia que fueron halladas y recolectadas en la zona recorrida, Ketter señala que varias de ellas son bentónicas, es decir, que viven adheridas a los sustratos— y también algunos pelágicos. Confirmar si efectivamente son especies nuevas y describirlas, es un proceso que tomará tiempo, asegura el experto.

“Lo que es tremendamente importante es que el nivel de conocimiento en toda esta zona era muy restringido hasta hace unos pocos años atrás. Hasta los años 90 se realizaban expediciones rusas en aguas internacionales buscando, principalmente, nuevas áreas de pesca”, señala Carlos Gaymer, director del Centro de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas (ESMOI).

Luego hubo un período, entre el 2010 y 2013 —cuenta Gaymer— en el que Chile inició expediciones para tratar de proteger su ecosistema oceánico, una etapa en la que las exploraciones las realizaba National Geographic, Oceana y la Armada de Chile. Todas estas expediciones se realizaron en aguas jurisdiccionales de Chile, en cambio, las últimas expediciones, si bien en las dos primeras se visitó parte de la zona económica exclusiva de Chile, todas tuvieron un componente importante en aguas internacionales, que prácticamente no habían sido exploradas.

Aunque de todo el fondo marino solo se ha explorado aproximadamente un 25%, según Ketter, “en estas tres expediciones se recolectaron potencialmente 170 especies nuevas para la ciencia”, asegura Gaymer. “Es una enormidad. Por supuesto eso requiere todo un proceso de análisis. Además hay alrededor de 400 nuevos registros, es decir, especies que no se sabía que vivían en esa zona, pero que se conocen de otra parte del mundo”, cuenta el experto.

Para el científico de ESMOI estos descubrimientos “son tremendamente importantes”, porque estas expediciones no solo están orientadas a conocer lo que existe en el fondo marino, sino también a poner en valor esas cordilleras. “Lo que se está tratando de promover a través de la Coalición de Arrecifes de Corales de Alta Mar es la creación de la que sería la primera área marina protegida de altamar que cubriría las zonas de aguas internacionales de la cordillera de Salas y Gómez y la Cordillera de Nasca”, menciona Gaymer.

El científico destaca que estas cordilleras no solo tienen un valor ecológico, sino que también son un apoyo para las pesquerías que se desarrollan en áreas adyacentes o más cerca del continente. “Por ejemplo, la zona sur de la cordillera de Nasca es un espacio de crianza del jurel, por tanto, es fundamental para la pesquería de la zona económica exclusiva de Perú y Chile, pues sin esa zona de crianza los jureles probablemente no podrían llegar a adultos”, explica.

Desde el punto de vista cultural también es importante, señala Gaymer, puesto que se trata de una carretera marina que conectaba a los pueblos de la Polinesia con los pueblos prehispánicos de Sudamérica. “Estas expediciones permiten demostrar que no es suficiente con proteger uno o dos montes submarinos. Estas cordilleras tienen más de 110 montes submarinos y cada uno tiene composiciones únicas de biodiversidad, no son iguales, por tanto, es fundamental avanzar hacia una protección de todas esas dos cordilleras”.

Gaymer explica que en cada una de las expediciones, gracias a la tecnología de punta que lleva el Falkor (too), se han ubicado montes que no se sabía que existían.. “El porcentaje de montes mapeados en detalle no es tan grande, en estas tres expediciones se logró hacer la batimetría de 32 montes. Entonces aún queda mucho por mapear”.

Las expediciones con el Schmidt Ocean Institute han llegado a su fin, sin embargo, para el 2026 ya se tiene aprobada una expedición con el buque Red Ocean, una embarcación noruega, anuncia Gaymer, para regresar a esta zona. “Este año se cierra con tres expediciones increíbles, la tercera no la esperábamos porque lo que estaba planificado era recorrer la cordillera de Nasca en aguas peruanas, pero la Armada de Perú la detuvo y no permitió que salieran los científicos peruanos”, comenta Gaymer.

En julio de 2024, varias instituciones científicas y organizaciones civiles como SOA Perú, APECO y CooperAcción manifestaron su rechazo ante la negativa de la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (DICAPI) para autorizar la expedición del Falkor (too). Mongabay Latam preguntó al Ministerio de Defensa las razones por las que no se dio la autorización, pero hasta el cierre de esta nota no recibimos respuesta.

Imagen principal: Por primera vez se registró un pulpo Casper en el Pacífico Sur, a 4 443 metros de profundidad. Crédito: ROV SuBastian / Schmidt Ocean Institute.

El artículo original fue publicado por Yvette Sierra en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.

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