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Si el juez está prejuiciado contra él, entonces se le puede recusar y, sino funciona la recusación, fugarse en legítima defensa de su libertad. Es así que el ‘primer hermano de la nación’ se convirtió en el ‘segundo prófugo de la nación’, detrás de Vladimir Cerrón.
“Si no hay cofre tampoco hay asilo político, que casi le resultó a Alan García en Uruguay y le resultó a la esposa e hijos de Pedro Castillo en México ¿Quién podría creer que lo persigue el gobierno de su hermana?”
La luz vino con un link que alguien le pasó de la grabación de una exposición que habría dado Concepción sobre la corrupción en el poder. Según me dijo una fuente cercana a los Boluarte, la exposición estuvo disponible al público pero luego se bloqueó y solo pudieron rescatar el PPT del expositor. En un pantallazo, el juez reproduce una lámina extraída del programa “Combutters” con un esquema de la organización criminal ‘Los waykis en la sombra’ en la que Nicanor figura como presunto líder. He ahí el rastro gráfico de lo que sus abogados llaman un adelanto de opinión.
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Intenté, sin éxito, recabar la versión de Concepción Carhuancho. Pero nuestro personaje no es un fatigado juez, sino el desesperado Nicanor. No tiene un aparato partidario con lealtades a prueba de balas ni una hermana con mando y mandato firmes. Su amigo y paisano del alma, Víctor Torres Merino, lo ha echado. La propia Dina, invocando la gobernabilidad, ese concepto que él le habrá inculcado cuando la adiestró en gestión pública; le dice a través de señales ‘lo siento, hermano de mi alma, pero más no puedo hacer’.
Dicho en clave de Los Chistosos: ‘ya no entras en el cofre’. Si no hay cofre tampoco hay asilo político, que casi le resultó a Alan García en Uruguay y le resultó a la esposa e hijos de Pedro Castillo en México ¿Quién podría creer que lo persigue el gobierno de su hermana?
Sin embargo, donde cualquiera ve un callejón sin salida, el prófugo ve un túnel con la luz titilante. Sino la viera, quizá ya se hubiese entregado. En el corto plazo, se esperanza en el hábeas corpus planteado por el abogado constitucionalista Joseph Campos alegando que es víctima de la parcialidad de Concepción.
En el mediano plazo, se esperanza en la apelación interpuesta por el abogado Luis Vivanco. Por cierto, ayer (viernes 22) nos enteramos de que Humberto Abanto aceptó asumir su defensa, pero su decisión se frustró porque la corte le exigió el pedido expreso de Nicanor. Como está no habido, no puede comunicarse con la justicia.
Podemos sospechar que la angustia de los Boluarte los llevó a recurrir a un abogado que agarraría con pasión y brillo una causa contra el tufo ‘caviar’ de Concepción y el Eficcop. Vivanco había manifestado públicas dudas sobre la decisión de Nicanor de esfumarse. No lo justificó, como si lo hizo Joseph Campos declarando que él hubiera hecho lo mismo ante una decisión que crea arbitraria.
Por cierto, el estar prófugo no es, en sí mismo, un delito. Conversé con Campos y se ha tomado muy en serio su habeas corpus: “Tenemos que dejar ese pensamiento ‘marveliano’ de que aquí hay superhéroes y malvados; aquí solo hay que ver si se es inocente o culpable”, me dijo.
La primera vez que supe de Nicanor Boluarte fue en el 2021, en el último tramo de la campaña, y ya oí por entonces que era el preeminente consejero de Dina y, por lo tanto, la ayudada a esbozar una ruta para abrirse de Castillo y sucederlo.
Con dos presidentes empujados a la vacancia, no había que ser mago para calcular que Pedro sería vacado. Lo que sucedió es que Nicanor esbozó una ruta ‘caviar’, irrealizable, para el quiebre; y apareció Alberto Otárola y ejecutó una ruta realista con la derecha. La ventaja de Alberto es que operó públicamente, en el poder; Nicanor tuvo que operar en la sombra. Tan en la sombra estaba que una investigación de Sudaca, contó que los Boluarte, en los primeros días del gobierno de Castillo, provocaron un enroque para que Nicanor, que no podía trabajar en el Estado pues Dina era ministra del Midis, lo hiciese en la Municipalidad de Pueblo Libre, en el puesto que dejó Enrique Vílchez, que pasó a ser secretario general del Midis (hoy lo es del despacho presidencial).
Nicanor siguió operando en las sombras hasta que, imputado de tráfico de influencias, cohecho y pertenencia a una organización criminal, pasó a la oscuridad total.