En la alfombra roja de Stranger Things todo parecía en calma. Millie Bobby Brown y David Harbour posaron juntos en Los Ángeles, cómplices, riendo como si nada hubiera ocurrido. Fue una escena reveladora: los dos actores que interpretan una de las relaciones más queridas de la serie —la de Eleven y Hopper— lucían relajados pese a los rumores que, durante semanas, habían puesto su vínculo laboral en entredicho.
Una serie de rumores y publicaciones mencionaban que Brown, de 21 años, había presentado una denuncia formal contra Harbour por acoso e intimidación antes del rodaje de la quinta temporada. El informe, de acuerdo con la publicación del The Daily Mail, derivó en una investigación interna de Netflix que se llevó a cabo bajo estricta confidencialidad y sin hallazgos públicos. Aun así, la historia encendió un debate sobre el ambiente laboral en el set de una de las series más exitosas de la plataforma.
Consultados por The Hollywood Reporter durante el estreno, los creadores de la serie, Ross y Matt Duffer, evitaron pronunciarse directamente sobre la denuncia, aunque insistieron en que el elenco y el equipo son “como una familia” y que “nada importa más que tener un set donde todos se sientan seguros y felices”.
En la misma línea, el productor y director Shawn Levy añadió que la producción “hizo todo lo posible para construir un entorno respetuoso”, y calificó las versiones mediáticas como “ruido” en torno a una historia “tremendamente inexacta”. Por ahora, ni Netflix ni los representantes de Brown y Harbour ofrecen declaraciones oficiales. En medio de la polémica se encuentra el actor de 50 años, quien parece enfrentar el guion más difícil de su carrera.

Aún en la mira
La tormenta profesional coincide con una ruptura personal. A comienzos de este año, Harbour y la cantante británica Lily Allen confirmaron su separación, tras meses de distancia y rumores sobre infidelidad. Casados en Las Vegas en 2020, la pareja fue una de las más seguidas de la cultura pop por su mezcla de humor y excentricidad. Pero el final del matrimonio llegó acompañado de reproches públicos: Allen descubrió que el actor mantenía conversaciones con otras mujeres a través de la aplicación de citas Raya, conocida como el “Tinder de los famosos”.
El desengaño no solo marcó su vida privada. Allen transformó la ruptura en materia creativa con su nuevo disco, West End Girl, un álbum confesional donde convirtió su experiencia matrimonial en un relato musical. En canciones como “Madeleine” o “Pussy Palace”, la artista convierte el colapso amoroso en un espectáculo pop, dejando a Harbour como antagonista involuntario de una catarsis pública.

A la separación y la denuncia se suma la reaparición de un caso antiguo. En 2015, Christin Croft, una joven de 29 años vinculada al entorno del actor, murió tras caer desde la escalera de incendios del edificio donde Harbour tenía un departamento en Nueva York. Aunque la Policía determinó la muerte como “indeterminada” y descartó sospechas de homicidio, la historia ha vuelto a circular entre los seguidores de Allen, que creen encontrar alusiones al episodio en las letras de su nuevo disco.
Familiares de Croft insisten en que ella “no tenía intención de hacerse daño” y atravesaba un proceso de reconstrucción personal. Harbour, por su parte, declaró en su momento que intentaba ayudarla durante una etapa difícil.
Hoy, mientras Stranger Things se prepara para su despedida definitiva, el actor intenta preservar la serenidad. Fue visto recientemente en un parque temático en Florida junto a las hijas de Allen, sonriente y atento con los fans. Pero su imagen pública —esa mezcla de fuerza y vulnerabilidad que lo hizo querido como el sheriff Hopper— enfrenta su propio desafío.












